¡Ay, Dios mío! Resulta que la ciencia nos acaba de echar una bomba: esos agroquímicos que usamos a diestra derecha en nuestras tierras, aparte de matar plagas, le están haciendo tremendo daño a las lombrices y a todas esas cositas microscópicas que hacen que el suelo funcione bien. Imagínate, ¿qué vamos a hacer ahora?
Según un estudio reciente de la Universidad Nacional (UNA), los pobres animalitos están pasando por momentos difíciles. Les afecta el nervio, huyen como si les corriera el agua, y encima, su pancito lleno de bichitos buenos se está poniendo peor. Un brete, vamos.
Y esto no es cuento, pura data. Investigadores del IRET –ese lugar de la UNA donde siempre salen cosas interesantes– estudiaron lombrices en Zarcero, una de las zonas más productoras de vegetales del país. Lo que encontraron es que, dependiendo de cómo manejen la finca (si usan muchos químicos o si andan más tranquilos con las cosas naturales), las lombrices reaccionan diferente. Parece que estamos jugando a la ruleta rusa con nuestros suelos, diay.
Lo más preocupante es que, en las fincas que le meten toda la máquina con los agroquímicos, las lombrices muestran niveles altísimos de estrés. Se reduce la actividad de una enzima super importante para sus nervios, como si estuvieran con candela prendida. Además, dejan de comer ciertos alimentos y se ponen súper quisquillosas con dónde vivir, ¡prefiriendo lugares donde no haya tanta química!
Pero ahí no termina la torta. El estudio también se metió a revisar qué hay dentro del estómago de estas lombrices, o sea, su microbioma. Pues resulta que ese mundo de bacterias y otros bichitos que viven ahí también se pone patas arriba por culpa de los químicos. Menos variedad, menos vida, un panorama chungo para la salud del suelo y para todo lo que depende de él.
Además, los científicos vieron que la contaminación no se queda en las parcelas donde echan los químicos. ¡No señor! Llegan hasta fincas orgánicas y zonas boscosas cercanas, contagiando a todos. Esto significa que, aunque te esfuerces por cultivar natural, si tienes vecinos que le dan duro a los agroquímicos, vas a estar recibiendo su mala onda, ¿me entienden?
Y ni hablar de la cantidad de químicos que usamos acá en Costa Rica. Con unos 34 kilos de ingrediente activo por hectárea al año, somos campeones en echarle mano a estos productos, la gran mayoría de ellos catalogados como peligrosísimos. Es un problema serio que nos toca enfrentar como país, porque si seguimos así, vamos a terminar con suelos muertos y cosechas mediocres. ¡Una verdadera carga!
Ahora, dime tú: ¿crees que es posible seguir produciendo alimentos de forma rentable en Costa Rica sin dañar tanto nuestro medio ambiente, o estamos condenados a elegir entre alimentar al país y cuidar nuestros suelos? Déjanos tus ideas en el foro; ¡queremos saber qué piensas tú, maé!
Según un estudio reciente de la Universidad Nacional (UNA), los pobres animalitos están pasando por momentos difíciles. Les afecta el nervio, huyen como si les corriera el agua, y encima, su pancito lleno de bichitos buenos se está poniendo peor. Un brete, vamos.
Y esto no es cuento, pura data. Investigadores del IRET –ese lugar de la UNA donde siempre salen cosas interesantes– estudiaron lombrices en Zarcero, una de las zonas más productoras de vegetales del país. Lo que encontraron es que, dependiendo de cómo manejen la finca (si usan muchos químicos o si andan más tranquilos con las cosas naturales), las lombrices reaccionan diferente. Parece que estamos jugando a la ruleta rusa con nuestros suelos, diay.
Lo más preocupante es que, en las fincas que le meten toda la máquina con los agroquímicos, las lombrices muestran niveles altísimos de estrés. Se reduce la actividad de una enzima super importante para sus nervios, como si estuvieran con candela prendida. Además, dejan de comer ciertos alimentos y se ponen súper quisquillosas con dónde vivir, ¡prefiriendo lugares donde no haya tanta química!
Pero ahí no termina la torta. El estudio también se metió a revisar qué hay dentro del estómago de estas lombrices, o sea, su microbioma. Pues resulta que ese mundo de bacterias y otros bichitos que viven ahí también se pone patas arriba por culpa de los químicos. Menos variedad, menos vida, un panorama chungo para la salud del suelo y para todo lo que depende de él.
Además, los científicos vieron que la contaminación no se queda en las parcelas donde echan los químicos. ¡No señor! Llegan hasta fincas orgánicas y zonas boscosas cercanas, contagiando a todos. Esto significa que, aunque te esfuerces por cultivar natural, si tienes vecinos que le dan duro a los agroquímicos, vas a estar recibiendo su mala onda, ¿me entienden?
Y ni hablar de la cantidad de químicos que usamos acá en Costa Rica. Con unos 34 kilos de ingrediente activo por hectárea al año, somos campeones en echarle mano a estos productos, la gran mayoría de ellos catalogados como peligrosísimos. Es un problema serio que nos toca enfrentar como país, porque si seguimos así, vamos a terminar con suelos muertos y cosechas mediocres. ¡Una verdadera carga!
Ahora, dime tú: ¿crees que es posible seguir produciendo alimentos de forma rentable en Costa Rica sin dañar tanto nuestro medio ambiente, o estamos condenados a elegir entre alimentar al país y cuidar nuestros suelos? Déjanos tus ideas en el foro; ¡queremos saber qué piensas tú, maé!
