¡Aguante, pura vida! Parece mentira que en medio del trajín de Cartago, casi pisándonos los talones, tengamos un pedazo de historia precolombina esperando a salir a la luz. A partir del martes próximo, el lobby de la Municipalidad será escenario de un mini-museo que exhibirá artefactos rescatados de Agua Caliente, un lugar que, aunque algunos ni nos acordamos que existe, resultó ser importantísimo para nuestros ancestros.
La verdad, cuando escuchas ‘sitio arqueológico’ te viene a la mente Guayabo o Las Mercedes, lugares turísticos de postal. Pero resulta que Cartago tiene sus propios secretos bien guardados. Aguas Calientes, localizado al sur de la ciudad, parece que era un puntito clave en el Valle Central mucho antes de que existieran nuestras modernas urbanizaciones. Imagínate, donde hoy andamos viviendo y trabajando, antes había un pueblo entero con su propia dinámica, sus costumbres y sus desafíos.
Y no hablamos de hace unos cuantos años, ¡no señor! Estos hallazgos datan de hace aproximadamente mil años, una época en la que el Valle Central estaba poblado por culturas indígenas vibrantes y complejas. El Decreto 44819-C ya declaró Agua Caliente como Parque Arqueológico, reconociendo su papel fundamental en la fundación del Valle del Guarco. Antes se trataba de un conjunto de aldeas grandes y pequeñas, que vivían de la agricultura – especialmente de maíz – y de los recursos que les ofrecían los bosques y las montañas. ¡Un brete vivir así!
Lo más interesante es que Agua Caliente no era solo un centro político y social, sino también un lugar sagrado, un verdadero santuario. Así lo explican desde el Museo Nacional, destacando que era un espacio tanto para los vivos como para los muertos. Piensa qué significaba eso para la gente de la época, mantener viva la memoria de sus antepasados, honrar a los espíritus y conectarse con la naturaleza. ¡Pura magia ancestral!
Gracias a las excavaciones y al estudio de las tumbas, hemos podido conocer mejor cómo era la vida de estos antiguos cartagineses. Resulta que sufrían de problemas dentales y enfermedades infecciosas, como el sarro y la caries, probablemente por su dieta basada principalmente en maíz, tubérculos y frutas como el zapote y el nance. También comían venado, saíno y chancho de monte. ¡Imagínate el festín si le agarraban al chancho!
Pero no todo era sufrimiento. Los investigadores también han encontrado objetos de piedra y cerámica que evidencian su habilidad artesanal y su conexión con otras culturas, como la que se desarrollaba en Guanacaste. Además, han logrado estimar que su esperanza de vida rondaba los 44 años, una cifra considerable para aquellos tiempos. En fin, un pueblito con una vida intensa y llena de significado.
El lugar contaba con montículos de tierra que servían de base para estructuras hechas de madera, caña y hojas de palma, utilizadas como viviendas para la élite y como espacios religiosos. Incluso, se encontraron plazas y calzadas que conectaban diferentes zonas del asentamiento. Y ojo, que después de la época precolombina, el terreno fue utilizado como hacienda y hasta construyeron un balneario para disfrutar de las aguas termales. ¡Una vara completa de historias!
Este descubrimiento nos invita a reflexionar sobre nuestra identidad como costarricenses y a valorar nuestro patrimonio cultural. Nos demuestra que Cartago, más allá de su reconocido pasado colonial, guarda un legado ancestral invaluable. Ahora me pregunto, ¿cree usted que deberíamos invertir más recursos en la investigación y preservación de sitios arqueológicos como Agua Caliente, o considera que hay prioridades más urgentes para nuestra sociedad?
La verdad, cuando escuchas ‘sitio arqueológico’ te viene a la mente Guayabo o Las Mercedes, lugares turísticos de postal. Pero resulta que Cartago tiene sus propios secretos bien guardados. Aguas Calientes, localizado al sur de la ciudad, parece que era un puntito clave en el Valle Central mucho antes de que existieran nuestras modernas urbanizaciones. Imagínate, donde hoy andamos viviendo y trabajando, antes había un pueblo entero con su propia dinámica, sus costumbres y sus desafíos.
Y no hablamos de hace unos cuantos años, ¡no señor! Estos hallazgos datan de hace aproximadamente mil años, una época en la que el Valle Central estaba poblado por culturas indígenas vibrantes y complejas. El Decreto 44819-C ya declaró Agua Caliente como Parque Arqueológico, reconociendo su papel fundamental en la fundación del Valle del Guarco. Antes se trataba de un conjunto de aldeas grandes y pequeñas, que vivían de la agricultura – especialmente de maíz – y de los recursos que les ofrecían los bosques y las montañas. ¡Un brete vivir así!
Lo más interesante es que Agua Caliente no era solo un centro político y social, sino también un lugar sagrado, un verdadero santuario. Así lo explican desde el Museo Nacional, destacando que era un espacio tanto para los vivos como para los muertos. Piensa qué significaba eso para la gente de la época, mantener viva la memoria de sus antepasados, honrar a los espíritus y conectarse con la naturaleza. ¡Pura magia ancestral!
Gracias a las excavaciones y al estudio de las tumbas, hemos podido conocer mejor cómo era la vida de estos antiguos cartagineses. Resulta que sufrían de problemas dentales y enfermedades infecciosas, como el sarro y la caries, probablemente por su dieta basada principalmente en maíz, tubérculos y frutas como el zapote y el nance. También comían venado, saíno y chancho de monte. ¡Imagínate el festín si le agarraban al chancho!
Pero no todo era sufrimiento. Los investigadores también han encontrado objetos de piedra y cerámica que evidencian su habilidad artesanal y su conexión con otras culturas, como la que se desarrollaba en Guanacaste. Además, han logrado estimar que su esperanza de vida rondaba los 44 años, una cifra considerable para aquellos tiempos. En fin, un pueblito con una vida intensa y llena de significado.
El lugar contaba con montículos de tierra que servían de base para estructuras hechas de madera, caña y hojas de palma, utilizadas como viviendas para la élite y como espacios religiosos. Incluso, se encontraron plazas y calzadas que conectaban diferentes zonas del asentamiento. Y ojo, que después de la época precolombina, el terreno fue utilizado como hacienda y hasta construyeron un balneario para disfrutar de las aguas termales. ¡Una vara completa de historias!
Este descubrimiento nos invita a reflexionar sobre nuestra identidad como costarricenses y a valorar nuestro patrimonio cultural. Nos demuestra que Cartago, más allá de su reconocido pasado colonial, guarda un legado ancestral invaluable. Ahora me pregunto, ¿cree usted que deberíamos invertir más recursos en la investigación y preservación de sitios arqueológicos como Agua Caliente, o considera que hay prioridades más urgentes para nuestra sociedad?
