¡Ay, papá! Parece que el tema del Tren Eléctrico sigue dando qué hablar. Claudia Dobles, con toda la energía que le caracteriza, volvió a encender las alarmas sobre el proyecto, insistiendo en que hay que ponerle freno a los precios si queremos que la gente realmente lo use. Con todo este lío político, uno se pregunta si alguna vez vamos a dejar de movernos en buses como sardinas.
Como bien sabemos, este proyecto ha tenido más idas y vueltas que un pez en un balde. Desde la época de Carlos Alvarado, con sus planes ambiciosos y sus costos iniciales, hasta llegar a la administración actual, donde parece que se han complicado aún más las cosas. Dobles no se anda con rodeos: dice que el proyecto actual, con menos líneas y un precio final más alto, no va a traer los mismos beneficios que se prometieron inicialmente. ¡Y vaya que nos prometieron cosas!
La exprimera dama se fajó a criticar la situación, señalando que existe una preocupación generalizada por el costo de los boletos, especialmente para aquellos que tienen que viajar diariamente entre Heredia y Cartago. Imagínate tener que gastarte una pasta en transporte todos los días, ¡mejor te compras un carro usado! Dice que si el precio es muy alto, la gente simplemente no va a usarlo, y ahí se va otra oportunidad de modernizar nuestro sistema de transporte público. Una pena, porque uno quiere creer que sí podemos hacer cosas bien hechas por acá.
Uno tiene que admitir que Dobles tiene razón en algunos puntos. El tema de los pasos a desnivel es crucial, y el precio final es un factor determinante para que el proyecto sea viable. Además, el tiempo apremia, porque con el cambio de congreso a la vuelta de la esquina, podrían surgir nuevos obstáculos. ¡Qué diay!, parece que el futuro del Tren Eléctrico es tan incierto como el clima en mayo.
Pero no todo está perdido, claro. Hay quienes defienden el proyecto actual argumentando que los ajustes fueron necesarios para garantizar su sostenibilidad financiera. Dicen que reducir el número de líneas y optimizar la ruta permitirá ahorrar recursos y ofrecer un servicio más eficiente. Aunque eso de “optimizar” a veces suena a echar pa’ atrás, ¿no creen?
Comparar el proyecto actual con el anterior, como hace Dobles, es interesante. Uno puede ver cómo han evolucionado las prioridades y los enfoques. Quizás el plan original era demasiado ambicioso y poco realista, o quizás el nuevo plan sacrifica demasiado la capacidad y el alcance del proyecto. Es difícil saberlo con certeza, pero lo que sí es evidente es que todavía hay mucho por discutir y decidir antes de que veamos el Tren Eléctrico funcionando a pleno rendimiento. Que alguien me explique dónde quedó esa precalificación del 2022… ¡parece que se fue al traste!
Y hablando de decisiones difíciles, el tiempo corre contra ellos. Presentar el expediente a la Asamblea Legislativa requiere agilidad y consenso, dos ingredientes que a menudo escasean en nuestra política. Si no logran ponerse de acuerdo pronto, podríamos vernos esperando el Tren Eléctrico hasta el próximo siglo. Uno espera que la próxima administración pueda darle continuidad al proyecto, pero con los pies en la tierra y una visión clara de lo que realmente necesitamos.
En fin, este tema del Tren Eléctrico es una verdadera torta. Nos pone a pensar si estamos invirtiendo nuestros recursos de manera inteligente y sostenible. ¿Ustedes creen que el gobierno debería priorizar la reducción del costo de los boletos, incluso si eso significa recortar otras áreas del proyecto, o deberían seguir adelante con el plan actual, arriesgándose a que nadie lo utilice? ¡Déjenme sus opiniones aquí abajo, quiero saber qué piensa mi pura vida!
Como bien sabemos, este proyecto ha tenido más idas y vueltas que un pez en un balde. Desde la época de Carlos Alvarado, con sus planes ambiciosos y sus costos iniciales, hasta llegar a la administración actual, donde parece que se han complicado aún más las cosas. Dobles no se anda con rodeos: dice que el proyecto actual, con menos líneas y un precio final más alto, no va a traer los mismos beneficios que se prometieron inicialmente. ¡Y vaya que nos prometieron cosas!
La exprimera dama se fajó a criticar la situación, señalando que existe una preocupación generalizada por el costo de los boletos, especialmente para aquellos que tienen que viajar diariamente entre Heredia y Cartago. Imagínate tener que gastarte una pasta en transporte todos los días, ¡mejor te compras un carro usado! Dice que si el precio es muy alto, la gente simplemente no va a usarlo, y ahí se va otra oportunidad de modernizar nuestro sistema de transporte público. Una pena, porque uno quiere creer que sí podemos hacer cosas bien hechas por acá.
Uno tiene que admitir que Dobles tiene razón en algunos puntos. El tema de los pasos a desnivel es crucial, y el precio final es un factor determinante para que el proyecto sea viable. Además, el tiempo apremia, porque con el cambio de congreso a la vuelta de la esquina, podrían surgir nuevos obstáculos. ¡Qué diay!, parece que el futuro del Tren Eléctrico es tan incierto como el clima en mayo.
Pero no todo está perdido, claro. Hay quienes defienden el proyecto actual argumentando que los ajustes fueron necesarios para garantizar su sostenibilidad financiera. Dicen que reducir el número de líneas y optimizar la ruta permitirá ahorrar recursos y ofrecer un servicio más eficiente. Aunque eso de “optimizar” a veces suena a echar pa’ atrás, ¿no creen?
Comparar el proyecto actual con el anterior, como hace Dobles, es interesante. Uno puede ver cómo han evolucionado las prioridades y los enfoques. Quizás el plan original era demasiado ambicioso y poco realista, o quizás el nuevo plan sacrifica demasiado la capacidad y el alcance del proyecto. Es difícil saberlo con certeza, pero lo que sí es evidente es que todavía hay mucho por discutir y decidir antes de que veamos el Tren Eléctrico funcionando a pleno rendimiento. Que alguien me explique dónde quedó esa precalificación del 2022… ¡parece que se fue al traste!
Y hablando de decisiones difíciles, el tiempo corre contra ellos. Presentar el expediente a la Asamblea Legislativa requiere agilidad y consenso, dos ingredientes que a menudo escasean en nuestra política. Si no logran ponerse de acuerdo pronto, podríamos vernos esperando el Tren Eléctrico hasta el próximo siglo. Uno espera que la próxima administración pueda darle continuidad al proyecto, pero con los pies en la tierra y una visión clara de lo que realmente necesitamos.
En fin, este tema del Tren Eléctrico es una verdadera torta. Nos pone a pensar si estamos invirtiendo nuestros recursos de manera inteligente y sostenible. ¿Ustedes creen que el gobierno debería priorizar la reducción del costo de los boletos, incluso si eso significa recortar otras áreas del proyecto, o deberían seguir adelante con el plan actual, arriesgándose a que nadie lo utilice? ¡Déjenme sus opiniones aquí abajo, quiero saber qué piensa mi pura vida!