Maes, si ustedes pensaban que la política tica estaba como para echarse una siesta, agárrense fuerte. Resulta que Álvaro Ramos, el precandidato que quiere la silla presidencial con la bandera del Partido Liberación Nacional (PLN), decidió que la sutileza es para otros. El mae básicamente agarró un galón de gasolina, se paró en el centro de la choza verdiblanca y le prendió fuego, para ver qué pasaba. La noticia que rebotó este fin de semana es que Ramos, sin anestesia, se declaró en guerra abierta contra dos de los pesos más pesados de su propio partido: Antonio Álvarez Desanti y Johnny Araya.
La vara se puso color de hormiga. Según Ramos, estos dos líderes históricos, que habían prometido hacerse a un lado y dejar que la nueva generación hiciera su brete, parece que no aguantaron las ganas de meter la cuchara. “Yo estoy muy fuerte contra Antonio Álvarez y Johnny Araya porque dijeron que se iban a apartar de la campaña y se están metiendo”, soltó Ramos, con esa frontalidad que, para bien o para mal, lo caracteriza. Aquí es donde la cosa se pone buena, porque no se guardó nada: “Yo creo que los enemigos del PLN son aquellos que quieren continuar con las viejas mañas, yo soy directo y soy diferente”. ¡Tome chichí!
Y para que vean que el pleito no es solo un berrinche, está el despiche monumental de la asamblea del cantón de San Ramón. ¡Qué torta, en serio! Han intentado hacer esa bendita reunión como siete veces y nomás no se puede porque nunca hay quórum. Es el ejemplo perfecto del caos interno que vive el partido. En lugar de unirse para pulsearla en las próximas elecciones, parece que están más ocupados haciéndose zancadillas. Diay, con esos compas, ¿para qué quieren enemigos? Esta situación es la que, según Ramos, evidencia que las “viejas mañas” siguen vivitas y coleando, bloqueando cualquier intento de renovación.
Pero el hombre no frenó ahí. Como si estuviera limpiando la casa a fondo, también marcó una línea gruesa en la arena con las otras dos familias que mueven los hilos en el PLN. Afirmó, categóricamente, que ni los Arias ni los Figueres tienen vela en su entierro. “Ni los Arias ni los Figueres han participado en mi campaña, ni van a ser parte de mi Gobierno”, sentenció. Con esto, intenta venderse como un borrón y cuenta nueva, un candidato que no le debe favores a ninguna de las argollas tradicionales que han manejado el chunche por décadas. La pregunta del millón es si la base liberacionista le compra esa idea.
Claro, tampoco podían faltar los señalamientos internos, como la vara esa del supuesto nepotismo con el secretario general del partido, Miguel Guillén. A Ramos le tiraron la piedra de que Guillén podría estar amarrando una diputación por Alajuela, pero él salió al paso defendiéndolo. Dijo que Guillén es un mae súper comprometido y que está seguro de que, si pudiera reunirse con los dirigentes de San Ramón, el problema se arreglaría y hasta dejaría de lado sus aspiraciones personales. Una jugada para mostrar lealtad con su equipo, pero que deja ver que las tensiones internas están a la orden del día.
Al final del día, uno se queda pensando. Mientras en la acera del frente el Frente Amplio ya anuncia sus candidaturas y el gobierno de Chaves sigue en su propio reality show con los diputados, el PLN parece estar implosionando. La estrategia de Ramos es de alto riesgo: o logra unificar al partido a la fuerza, purgando a los que él considera un lastre, o termina de romper el saco y el plan de volver a Zapote se va al traste por completo. El brete que tiene por delante se ve más complicado que armar un mueble de IKEA sin instrucciones.
Así que, maes, les tiro la bola a ustedes: ¿Creen que esta guerra de Álvaro Ramos es el electroshock que el PLN necesita para despertar o es el clavo final en el ataúd del partido? ¿Le alcanzará el discurso de “soy diferente” para convencer a un electorado que ya está hasta la coronilla de los pleitos de siempre? ¡Ahí se los dejo, los leo en los comentarios!
La vara se puso color de hormiga. Según Ramos, estos dos líderes históricos, que habían prometido hacerse a un lado y dejar que la nueva generación hiciera su brete, parece que no aguantaron las ganas de meter la cuchara. “Yo estoy muy fuerte contra Antonio Álvarez y Johnny Araya porque dijeron que se iban a apartar de la campaña y se están metiendo”, soltó Ramos, con esa frontalidad que, para bien o para mal, lo caracteriza. Aquí es donde la cosa se pone buena, porque no se guardó nada: “Yo creo que los enemigos del PLN son aquellos que quieren continuar con las viejas mañas, yo soy directo y soy diferente”. ¡Tome chichí!
Y para que vean que el pleito no es solo un berrinche, está el despiche monumental de la asamblea del cantón de San Ramón. ¡Qué torta, en serio! Han intentado hacer esa bendita reunión como siete veces y nomás no se puede porque nunca hay quórum. Es el ejemplo perfecto del caos interno que vive el partido. En lugar de unirse para pulsearla en las próximas elecciones, parece que están más ocupados haciéndose zancadillas. Diay, con esos compas, ¿para qué quieren enemigos? Esta situación es la que, según Ramos, evidencia que las “viejas mañas” siguen vivitas y coleando, bloqueando cualquier intento de renovación.
Pero el hombre no frenó ahí. Como si estuviera limpiando la casa a fondo, también marcó una línea gruesa en la arena con las otras dos familias que mueven los hilos en el PLN. Afirmó, categóricamente, que ni los Arias ni los Figueres tienen vela en su entierro. “Ni los Arias ni los Figueres han participado en mi campaña, ni van a ser parte de mi Gobierno”, sentenció. Con esto, intenta venderse como un borrón y cuenta nueva, un candidato que no le debe favores a ninguna de las argollas tradicionales que han manejado el chunche por décadas. La pregunta del millón es si la base liberacionista le compra esa idea.
Claro, tampoco podían faltar los señalamientos internos, como la vara esa del supuesto nepotismo con el secretario general del partido, Miguel Guillén. A Ramos le tiraron la piedra de que Guillén podría estar amarrando una diputación por Alajuela, pero él salió al paso defendiéndolo. Dijo que Guillén es un mae súper comprometido y que está seguro de que, si pudiera reunirse con los dirigentes de San Ramón, el problema se arreglaría y hasta dejaría de lado sus aspiraciones personales. Una jugada para mostrar lealtad con su equipo, pero que deja ver que las tensiones internas están a la orden del día.
Al final del día, uno se queda pensando. Mientras en la acera del frente el Frente Amplio ya anuncia sus candidaturas y el gobierno de Chaves sigue en su propio reality show con los diputados, el PLN parece estar implosionando. La estrategia de Ramos es de alto riesgo: o logra unificar al partido a la fuerza, purgando a los que él considera un lastre, o termina de romper el saco y el plan de volver a Zapote se va al traste por completo. El brete que tiene por delante se ve más complicado que armar un mueble de IKEA sin instrucciones.
Así que, maes, les tiro la bola a ustedes: ¿Creen que esta guerra de Álvaro Ramos es el electroshock que el PLN necesita para despertar o es el clavo final en el ataúd del partido? ¿Le alcanzará el discurso de “soy diferente” para convencer a un electorado que ya está hasta la coronilla de los pleitos de siempre? ¡Ahí se los dejo, los leo en los comentarios!