Mae, seamos honestos. Todos hemos pasado por eso: vas manejando tranquilo, con la música a todo volumen, pensando en las presas o en qué vas a almorzar, y de pronto ¡PUM! Caes en un hueco que parece un cráter lunar y sientes cómo el alma se te sale del cuerpo mientras rezas para que no se te haya jodido la llanta, la suspensión o el chasis completo. Diay, es el pan de cada día en este país. Lo que no sabíamos, o quizás no queríamos aceptar, era la magnitud del problema. Hasta ahora. La Contraloría General de la República (CGR) acaba de soltar su nuevo Índice de Gestión Municipal y, para no hacerles el cuento largo, confirmó lo que ya sospechábamos: en materia de calles cantonales, estamos fritos. ¡Qué despiche!
El informe es un balde de agua fría, de esos que te despiertan de golpe. De las 84 municipalidades del país, solo UNA, leyeron bien, UNA, tiene un nivel “avanzado” en la gestión de su red vial. La Muni de Heredia es la única que se puede jactar de ser la carga del barrio en este tema. Son los únicos que, según la Contraloría, tienen un plan coherente, lo ejecutan y sus calles lo demuestran. ¡Qué nivel el de los florenses! Después de ellos, hay un grupito de cinco que apenas llegan a “intermedio”, los que pasaron el examen raspando: Goicoechea, Matina, Pérez Zeledón, Río Cuarto y Vázquez de Coronado. A ellos, un aplauso de cortesía por no estar en el fondo del barril.
Pero aquí es donde la vara se pone fea de verdad. El 62% de las munis, la gran mayoría, están en un nivel “básico”. Y no hablamos de cantones pequeños o con pocos recursos. ¡Para nada! Aquí caen gigantes como Desamparados, Cartago, San Carlos y Puntarenas. Cantones con presupuestos millonarios que, al parecer, no se traducen en calles decentes. Y por si eso no fuera suficiente para que a uno se le revuelva el estómago, un tercio completo de las municipalidades está en el nivel “inicial”, que es el eufemismo técnico para decir que son un desastre absoluto. ¿Y quiénes creen que lideran esta lista de la vergüenza? Nada más y nada menos que las cabeceras de provincia más importantes: Alajuela, San José y Limón. Sí, los centros urbanos y económicos del país se jalaron la torta más grande. Es para sentarse a llorar. La situación aquí no es que sea mala, es que simplemente se fue al traste.
Y ojo, que el brete de la Contraloría no fue solo ir a contar huecos. El análisis es mucho más profundo y revela que el problema es de raíz. Por ejemplo, la mayoría de municipalidades ni siquiera tienen un reglamento claro para la gestión de sus propias calles. ¡Solo 22 de 84! O sea, muchas están trabajando a puro “ahí se va”. Pero lo que más duele es el tema de la gente de a pie. Si usted cree que andar en carro es un calvario, intente caminar. El informe revela que casi ninguna muni tiene un inventario del estado de sus aceras. ¡Solo 12! Y si hablamos de rampas para personas con discapacidad, la cosa es todavía más triste: solo cuatro (Heredia, Matina, Sarchí y Vázquez de Coronado) saben cuántas tienen y en qué estado están. Esto ya no es un problema de un chunche o de un carro dañado, es un tema de dignidad y seguridad humana.
Al final, la Contraloría lo dice con todas las letras: una red vial en mal estado no es solo un problema estético, es un ancla que frena la economía local, sube los costos para todos y pone en riesgo nuestras vidas. No es una exageración. Es la realidad que vivimos cada vez que salimos de la casa. El informe no es solo un regaño; es una radiografía de la ineficiencia que nos cuesta plata, tiempo y paz mental. No es una vara de “la muni”, es un problema de todos.
Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿Cómo está el chicharrón de calles en su cantón? ¿Se sienten identificados con este despiche? ¡Cuenten sus historias de terror vial y a ver si su municipalidad salió en la lista negra!
El informe es un balde de agua fría, de esos que te despiertan de golpe. De las 84 municipalidades del país, solo UNA, leyeron bien, UNA, tiene un nivel “avanzado” en la gestión de su red vial. La Muni de Heredia es la única que se puede jactar de ser la carga del barrio en este tema. Son los únicos que, según la Contraloría, tienen un plan coherente, lo ejecutan y sus calles lo demuestran. ¡Qué nivel el de los florenses! Después de ellos, hay un grupito de cinco que apenas llegan a “intermedio”, los que pasaron el examen raspando: Goicoechea, Matina, Pérez Zeledón, Río Cuarto y Vázquez de Coronado. A ellos, un aplauso de cortesía por no estar en el fondo del barril.
Pero aquí es donde la vara se pone fea de verdad. El 62% de las munis, la gran mayoría, están en un nivel “básico”. Y no hablamos de cantones pequeños o con pocos recursos. ¡Para nada! Aquí caen gigantes como Desamparados, Cartago, San Carlos y Puntarenas. Cantones con presupuestos millonarios que, al parecer, no se traducen en calles decentes. Y por si eso no fuera suficiente para que a uno se le revuelva el estómago, un tercio completo de las municipalidades está en el nivel “inicial”, que es el eufemismo técnico para decir que son un desastre absoluto. ¿Y quiénes creen que lideran esta lista de la vergüenza? Nada más y nada menos que las cabeceras de provincia más importantes: Alajuela, San José y Limón. Sí, los centros urbanos y económicos del país se jalaron la torta más grande. Es para sentarse a llorar. La situación aquí no es que sea mala, es que simplemente se fue al traste.
Y ojo, que el brete de la Contraloría no fue solo ir a contar huecos. El análisis es mucho más profundo y revela que el problema es de raíz. Por ejemplo, la mayoría de municipalidades ni siquiera tienen un reglamento claro para la gestión de sus propias calles. ¡Solo 22 de 84! O sea, muchas están trabajando a puro “ahí se va”. Pero lo que más duele es el tema de la gente de a pie. Si usted cree que andar en carro es un calvario, intente caminar. El informe revela que casi ninguna muni tiene un inventario del estado de sus aceras. ¡Solo 12! Y si hablamos de rampas para personas con discapacidad, la cosa es todavía más triste: solo cuatro (Heredia, Matina, Sarchí y Vázquez de Coronado) saben cuántas tienen y en qué estado están. Esto ya no es un problema de un chunche o de un carro dañado, es un tema de dignidad y seguridad humana.
Al final, la Contraloría lo dice con todas las letras: una red vial en mal estado no es solo un problema estético, es un ancla que frena la economía local, sube los costos para todos y pone en riesgo nuestras vidas. No es una exageración. Es la realidad que vivimos cada vez que salimos de la casa. El informe no es solo un regaño; es una radiografía de la ineficiencia que nos cuesta plata, tiempo y paz mental. No es una vara de “la muni”, es un problema de todos.
Ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿Cómo está el chicharrón de calles en su cantón? ¿Se sienten identificados con este despiche? ¡Cuenten sus historias de terror vial y a ver si su municipalidad salió en la lista negra!