Asociación de Jóvenes para el Desarrollo (ASOJOD): Tema polémico: el relativismo de los valores
Un artículo bastante acertado con respecto a todo este burdo despliegue de hipocresía y acriticidad.
Otra cuestión "interesante" es que deja de manifiesto(una vez más), que el nacionalismo no es más que puros símbolos y nada de "esencia", a pesar de que los nacionalistas constantemente manosean ese término.
Si tomamos la definición de "esencia" del "ser costarricense"(por lo demás inventada arbitrariamente), creo que todos tenemos claro de que se trata de una ideología que promueve los derechos humanos, la democracia, libertad de prensa, etc.. Se nos dice que un verdadero costarricense debe abrazar esos valores, no obstante, todo esto es dejado de lado y a nadie le importa realmente, mientras hayan milloncitos de por medio.
El concepto del buen patriota permanece intacto, siempre y cuando llore cuando se entonen la patriótica y el himno.
¿Cuánto cuestan tus valores? Ante esta pregunta, los costarricenses, no todos, responderían que unos cuantos millones de dólares, o el valor equivalente a un nuevo estadio. Por ello, queremos dedicar este Tema polémico a analizar tan degradante situación.
El pasado sábado se inauguró con toda algarabía el nuevo Estadio Nacional de Costa Rica regalado por la República Popular de China. Probablemente la mayoría de quienes asistieron al acto de apertura y al primer juego de la selección mayor de fútbol no cuestionaron la razón de tanta generosidad del
Gobierno chino. Muchos ignoran las negociaciones durante la Administración Arias, con el Gobierno de la República Popular, para que se diera la espalda a la Taiwán a cambio del dinero y las donaciones de la China Continental.
Se ha dicho, acertadamente, que el nuevo estadio es un símbolo, pero pocos han señalado de qué tipo. En ASOJOD consideramos que es el símbolo del relativismo de los valores. Poco ha importado que quien nos regaló este estadio viole los derechos humanos más básicos de su población, que censure la libre expresión de sus ciudadanos, que controle el libre acceso al Internet y que mantenga a Liu Xiaobo en la cárcel por el simple hecho desear la misma libertad que hoy todos los costarricenses gozamos.
A pocos, o probablemente a ninguno de los asistentes a la inauguración del estadio, les importó que el Gobierno chino doblara el brazo del ex presidente Arias, cuando se le pidió no recibir al Dalái Lama. Ningún activista del medio ambiente, de esos que sobran en esta tierra, se cuestionó las deleznables prácticas de ese régimen socialista para con la naturaleza. Ningún periodista, ni siquiera los reporteros de Canal 7 que jugaron la primera "mejenga" en el estadio, se preguntó si sus colegas chinos podían ejercer su profesión con la misma libertad que la ejercen ellos.
Ninguno de esos trasnochados que nos pretenden moralizar con las "ventajas del socialismo", la "justicia social" y la planificación estatal nos ha salido a explicar cómo sus apreciadas ideas tienen en la miseria a un pueblo trabajador como el chino. No nos han querido decir por qué el Estado, que en Costa Rica parece ser la panacea para resolver cuanto problema aparece, es en China el gran causante de todo el desastre.
La señora Presidenta tuvo razón en darle el crédito al ex presidente Arias: él fue el arquitecto y estandarte, y lo ha sido desde hace mucho tiempo, del relativismo de los valores. El premio Nóbel de la Paz, abanderado de un relativismo disfrazado de pragmatismo ha contradicho sus más preciados valores, se ha contrariado en sus propios términos, pregonando la paz y la libertad, pero pactando con sus enemigos. Sin embargo, ella no está libre de toda culpa: como su aprendiz, hoy se frota las manos con los millones de dólares que puede obtener del Gobierno chino a cambio de algunos "favores" políticos.
Habremos ganado una hermosa infraestructura pero perderemos no sólo dinero por su mantenimiento, sino también, y quizá esto es lo más importante, la dignidad, la entereza, la rectitud y la consistencia. Como país, hemos quedado desnudos en nuestra pobreza, no sólo material, sino moral. Como los antiguos romanos, los costarricenses, no todos, no necesitan valores, les basta con pan y circo.
Un artículo bastante acertado con respecto a todo este burdo despliegue de hipocresía y acriticidad.
Otra cuestión "interesante" es que deja de manifiesto(una vez más), que el nacionalismo no es más que puros símbolos y nada de "esencia", a pesar de que los nacionalistas constantemente manosean ese término.
Si tomamos la definición de "esencia" del "ser costarricense"(por lo demás inventada arbitrariamente), creo que todos tenemos claro de que se trata de una ideología que promueve los derechos humanos, la democracia, libertad de prensa, etc.. Se nos dice que un verdadero costarricense debe abrazar esos valores, no obstante, todo esto es dejado de lado y a nadie le importa realmente, mientras hayan milloncitos de por medio.
El concepto del buen patriota permanece intacto, siempre y cuando llore cuando se entonen la patriótica y el himno.