¡Ay, Dios mío, qué alivio! Después de tanto trajín y pataleo, la Sala Constitucional le dio la razón a los exdirectivos del Banco Nacional. Parece que la institucionalidad todavía tiene valor por estas tierras, ¿quién lo diría?
Como ya saben, hace unos meses la Presidencia mandó a correr a siete miembros de la junta directiva del Banco, un movimiento que levantó ampollas desde el primer momento. Se decía que era por diferencias con el nombramiento de Rosaysella Ulloa como gerente general, un brete que parecía no tener fin. Pero bueno, la justicia divina (o constitucional, en este caso) siempre encuentra su camino, ¿verdad, maes?).
Los exdirigentes – Marvin Arias, Maricela Alpízar y Bernal Alvarado, entre otros– recibieron la noticia con una mezcla de alegría y gratitud. Arias, que hasta hacía poco presidía la junta, soltó que esto es “un triunfo inmenso, importante y muy necesario para la autonomía de la banca estatal y para la institucionalidad del país”. ¡Qué carga quitarle peso así a la espalda!
Alpízar, por su parte, se mostró esperanzada. Dijo que siente “un aire de esperanza” porque la democracia, que andaba medio pachucha últimamente, encuentra refugio en la legalidad. Y no es pa’ mentarle a nadie, mae, la cosa estaba feíta con tanta jugada turbia que hemos visto.
Lo interesante de este asunto es cómo el exvicepresidente Sthephan Brunner, metido en el quite, procedió a destituirlos sin cumplir con los requisitos de la ley. Según Alvarado, Brunner actuó “de manera espuria, sin facultades legales y usurpando funciones”. Un despiche, vamos. En vez de pedir informes a la Sugef, se mandó a tirar la casa por la ventana, diay.
Ahora, toca ver si el Gobierno va a aceptar el fallo de la Sala y reinstala a los exdirectivos sin mayores dilaciones. Porque meterse de lleno con la justicia, eso sí que es irse al traste. Ya tenemos suficientes cosas saladas en este país como para añadirle más problemas.
Estos señores, que ahora regresan a sus cargos, prometieron retomar las riendas con “técnica y profesionalismo”, buscando llevar el desarrollo económico del país hacia adelante. Que tengan cuidado, porque ahora sí tendrán lupa encima, chunches. Todos quieren ver si realmente cumplen lo que prometen, especialmente después de tanto tiempo fuera del brete.
En fin, esta victoria judicial es un respiro para la institucionalidad costarricense, pero también plantea preguntas importantes. ¿Cómo evitar que decisiones políticas arbitrarias afecten la gestión de instituciones clave como el Banco Nacional? ¿Estamos realmente aprendiendo de nuestros errores, o seguiremos cometiendo las mismas cargas una y otra vez? Maes, díganme ustedes: ¿creen que este fallo marca un punto de inflexión en la defensa de la institucionalidad en Costa Rica o es solo un parche temporal?
Como ya saben, hace unos meses la Presidencia mandó a correr a siete miembros de la junta directiva del Banco, un movimiento que levantó ampollas desde el primer momento. Se decía que era por diferencias con el nombramiento de Rosaysella Ulloa como gerente general, un brete que parecía no tener fin. Pero bueno, la justicia divina (o constitucional, en este caso) siempre encuentra su camino, ¿verdad, maes?).
Los exdirigentes – Marvin Arias, Maricela Alpízar y Bernal Alvarado, entre otros– recibieron la noticia con una mezcla de alegría y gratitud. Arias, que hasta hacía poco presidía la junta, soltó que esto es “un triunfo inmenso, importante y muy necesario para la autonomía de la banca estatal y para la institucionalidad del país”. ¡Qué carga quitarle peso así a la espalda!
Alpízar, por su parte, se mostró esperanzada. Dijo que siente “un aire de esperanza” porque la democracia, que andaba medio pachucha últimamente, encuentra refugio en la legalidad. Y no es pa’ mentarle a nadie, mae, la cosa estaba feíta con tanta jugada turbia que hemos visto.
Lo interesante de este asunto es cómo el exvicepresidente Sthephan Brunner, metido en el quite, procedió a destituirlos sin cumplir con los requisitos de la ley. Según Alvarado, Brunner actuó “de manera espuria, sin facultades legales y usurpando funciones”. Un despiche, vamos. En vez de pedir informes a la Sugef, se mandó a tirar la casa por la ventana, diay.
Ahora, toca ver si el Gobierno va a aceptar el fallo de la Sala y reinstala a los exdirectivos sin mayores dilaciones. Porque meterse de lleno con la justicia, eso sí que es irse al traste. Ya tenemos suficientes cosas saladas en este país como para añadirle más problemas.
Estos señores, que ahora regresan a sus cargos, prometieron retomar las riendas con “técnica y profesionalismo”, buscando llevar el desarrollo económico del país hacia adelante. Que tengan cuidado, porque ahora sí tendrán lupa encima, chunches. Todos quieren ver si realmente cumplen lo que prometen, especialmente después de tanto tiempo fuera del brete.
En fin, esta victoria judicial es un respiro para la institucionalidad costarricense, pero también plantea preguntas importantes. ¿Cómo evitar que decisiones políticas arbitrarias afecten la gestión de instituciones clave como el Banco Nacional? ¿Estamos realmente aprendiendo de nuestros errores, o seguiremos cometiendo las mismas cargas una y otra vez? Maes, díganme ustedes: ¿creen que este fallo marca un punto de inflexión en la defensa de la institucionalidad en Costa Rica o es solo un parche temporal?