Maes, ¿saben esas noticias que uno lee y piensa "ya era hora"? Bueno, esta es una de esas. Si alguna vez han aterrizado en el Daniel Oduber en temporada alta, sabrán que a veces se siente como jugar "tetris humano" para poder salir de ahí. El gentío, las filas, ese calorcito guanacasteco que pega rico en la playa pero no tanto cuando uno está atrapado haciendo una presa para pasar por migración... Diay, parece que esos días de caos controlado podrían tener los días contados. ¡Y qué chiva que así sea!
Resulta que el MOPT por fin se puso las pilas y este viernes soltó la bomba en el Sicop: se publicó la licitación para meterle una ampliación masiva a nuestra puerta de entrada a la pampa. Y no estamos hablando de una manita de gato. La vara es seria: son 20.000 metros cuadrados nuevos de terminal. Para que se hagan una idea, eso es como sumarle casi tres canchas de fútbol al aeropuerto. La inversión es de ₡3.000 millones. Sí, es un platal, pero si se traduce en una mejor experiencia para los turistas y para nosotros, y en más trabajito para la gente de la zona, ¡bienvenida sea la inversión!
Pero vamos a lo que de verdad importa: ¿qué significa todo este brete en la práctica? Aquí viene la parte que es ¡qué nivel! El nuevo espacio va a permitir parquear cuatro aviones comerciales grandes al mismo tiempo. Se acabó (en teoría) eso de que los aviones tengan que esperar en el aire o hacer malabares en la pista. Y para los que se mueven en otro nivel, la capacidad para vuelos privados sube a 15 naves. ¡Quince! Casi que se podría organizar una cumbre del G20 ahí sin que nadie se estorbe. Esto es clave, porque Liberia se ha posicionado como el destino preferido para un turismo con más poder adquisitivo, y tener un aeropuerto que responda a esa demanda es simplemente jugar bien las cartas.
Ahora, de nada sirve tener un aeropuerto a cachete si llegar o salir de ahí sigue siendo un dolor de cabeza, ¿verdad? Y parece que alguien en el MOPT pensó en eso. El plan no es solo arreglar el chunche por dentro; también le van a entrar con todo a la Ruta 21. Ese tramo de 20 kilómetros entre Liberia y Comunidad, el que pasa justo al frente del aeropuerto y que en hora pico es un pegadero, lo van a ampliar a cuatro carriles. ¡Cuatro! Esto sí que cambia las reglas del juego. Significa menos presas, más seguridad y una conexión mucho más fluida, no solo para los turistas, sino para todos los que vivimos y nos movemos por Guanacaste.
La verdad, el proyecto sobre el papel suena increíble. Una terminal más grande, más eficiente, con capacidad para más vuelos y una carretera de acceso decente. Es el combo completo. Pero, como buenos ticos, siempre nos queda esa espinita de escepticismo. Ahora la pregunta del millón es: ¿se ejecutará bien y a tiempo? Ya conocemos la historia con los grandes proyectos en este país, que a veces empiezan con mucha bulla y terminan en un veremos. Ojalá que esta vez la historia sea diferente y que en unos años podamos decir "¡qué carga cómo quedó el aeropuerto!". Ustedes qué dicen, maes, ¿le tienen fe a este proyecto o creen que nos van a quedar debiendo? ¿Y qué otra cosa creen que le urge a Liberia para consolidarse como una terminal de primer mundo?
Resulta que el MOPT por fin se puso las pilas y este viernes soltó la bomba en el Sicop: se publicó la licitación para meterle una ampliación masiva a nuestra puerta de entrada a la pampa. Y no estamos hablando de una manita de gato. La vara es seria: son 20.000 metros cuadrados nuevos de terminal. Para que se hagan una idea, eso es como sumarle casi tres canchas de fútbol al aeropuerto. La inversión es de ₡3.000 millones. Sí, es un platal, pero si se traduce en una mejor experiencia para los turistas y para nosotros, y en más trabajito para la gente de la zona, ¡bienvenida sea la inversión!
Pero vamos a lo que de verdad importa: ¿qué significa todo este brete en la práctica? Aquí viene la parte que es ¡qué nivel! El nuevo espacio va a permitir parquear cuatro aviones comerciales grandes al mismo tiempo. Se acabó (en teoría) eso de que los aviones tengan que esperar en el aire o hacer malabares en la pista. Y para los que se mueven en otro nivel, la capacidad para vuelos privados sube a 15 naves. ¡Quince! Casi que se podría organizar una cumbre del G20 ahí sin que nadie se estorbe. Esto es clave, porque Liberia se ha posicionado como el destino preferido para un turismo con más poder adquisitivo, y tener un aeropuerto que responda a esa demanda es simplemente jugar bien las cartas.
Ahora, de nada sirve tener un aeropuerto a cachete si llegar o salir de ahí sigue siendo un dolor de cabeza, ¿verdad? Y parece que alguien en el MOPT pensó en eso. El plan no es solo arreglar el chunche por dentro; también le van a entrar con todo a la Ruta 21. Ese tramo de 20 kilómetros entre Liberia y Comunidad, el que pasa justo al frente del aeropuerto y que en hora pico es un pegadero, lo van a ampliar a cuatro carriles. ¡Cuatro! Esto sí que cambia las reglas del juego. Significa menos presas, más seguridad y una conexión mucho más fluida, no solo para los turistas, sino para todos los que vivimos y nos movemos por Guanacaste.
La verdad, el proyecto sobre el papel suena increíble. Una terminal más grande, más eficiente, con capacidad para más vuelos y una carretera de acceso decente. Es el combo completo. Pero, como buenos ticos, siempre nos queda esa espinita de escepticismo. Ahora la pregunta del millón es: ¿se ejecutará bien y a tiempo? Ya conocemos la historia con los grandes proyectos en este país, que a veces empiezan con mucha bulla y terminan en un veremos. Ojalá que esta vez la historia sea diferente y que en unos años podamos decir "¡qué carga cómo quedó el aeropuerto!". Ustedes qué dicen, maes, ¿le tienen fe a este proyecto o creen que nos van a quedar debiendo? ¿Y qué otra cosa creen que le urge a Liberia para consolidarse como una terminal de primer mundo?