Maes, arranquemos con un escenario que le pone los pelos de punta a cualquiera: imagínense que se levantan un día, van a pagar el recibo de la luz o a comprar el pinto para la mamá, y ¡pum! La cuenta del banco está más seca que el verano en Guanacaste. Ni un cinco. Eso, pero a escala de pesadilla, es lo que le está pasando a Juan Bautista, el mae mejor conocido como "Juambacaminando", ese activista que muchos siguen por sus denuncias ambientales. La vara es que después de apuntar sus cañones contra un proyecto turístico en Playa Panamá por supuestos daños al ambiente, le congelaron las cuentas. Así, de un día para otro, dejándolo a él y a su mamá, que es una adulta mayor, viendo para el ciprés. ¡Qué despiche!
Ahora, aquí es donde el arroz se empieza a poner con mango. El abogado que lo está defendiendo es Edgardo Araya, una figura bastante conocida que, además de ser un zorro viejo en temas ambientales, es candidato a diputado por el Frente Amplio. Araya salió a explicar la jugada legal y, para los que no somos abogados, la vara suena a chino. Él lo llama una "medida cautelar ante causa", que en tico significa algo así como un "embargo por si acaso". Es una figura que existe en la ley, sí, pero que está pensada para cuando hay riesgo de que el demandado se vaya del país o esconda la plata. La pregunta que flota en el aire es: ¿de verdad pensaban que Juamba, un mae que vive de su activismo, se iba a fugar en un jet privado? Suena a que le están tirando con una bazuca a una hormiga.
Lo más tuanis de la explicación de Araya (dentro de lo feo del asunto) es que no se anda por las ramas. El mae lo calificó de "legal, pero para nada usual, injusto y desproporcionado". Esa es la frase clave aquí. Es como decir: "Sí, la ley tiene este portillo, pero lo están usando para una torta". Según Araya, esto es una herramienta de presión, el clásico manual de las grandes empresas para ahogar al mensajero. La historia es larga en este país: si una voz te incomoda, en lugar de debatirle, le metes una demanda por difamación o, como en este caso, le tocas la billetera para que tenga que gastar su tiempo y energía en defenderse en lugar de seguir con su lucha. ¡Qué torta que nuestro sistema judicial se preste para estas jugadas!
Y para rematar el pastel, el detalle más absurdo de todos: a Juan Bautista ni siquiera le han notificado oficialmente de ninguna demanda. O sea, le congelaron hasta el último colón de su sustento y el de su mamá, y el mae ni siquiera ha recibido un papel que le diga "usted está demandado por esto y esto". Se tuvo que enterar por el banco. Diay, ¿cómo se defiende uno de algo que ni siquiera sabe que existe formalmente? Es como que te metan un gol y el árbitro te diga que el partido empieza mañana. La indefensión es total y, según el mismo activista, ese es el detalle que vuelve toda esta vara aún más grave y preocupante.
Al final, este caso va mucho más allá de "Juambacaminando" y un hotel. Esto nos pone a todos a pensar. Se trata de un pulso entre el poder económico y la libertad de un ciudadano para denunciar lo que considera incorrecto. La táctica, según Araya, es clara: convertir en delincuente a la persona que resulta incómoda para que se ocupe en su defensa y no en la lucha que lidera. Es enredarte en un brete legal tan asfixiante que al final dejes la lucha botada por puro cansancio. La pregunta del millón aquí, maes, es: ¿Estamos viendo un caso aislado o la nueva normalidad para callar a cualquiera que le sea incómodo al poder? ¿Es legítima defensa de una empresa o un portillo legal para el matonismo judicial? Abro el debate en el foro...
Ahora, aquí es donde el arroz se empieza a poner con mango. El abogado que lo está defendiendo es Edgardo Araya, una figura bastante conocida que, además de ser un zorro viejo en temas ambientales, es candidato a diputado por el Frente Amplio. Araya salió a explicar la jugada legal y, para los que no somos abogados, la vara suena a chino. Él lo llama una "medida cautelar ante causa", que en tico significa algo así como un "embargo por si acaso". Es una figura que existe en la ley, sí, pero que está pensada para cuando hay riesgo de que el demandado se vaya del país o esconda la plata. La pregunta que flota en el aire es: ¿de verdad pensaban que Juamba, un mae que vive de su activismo, se iba a fugar en un jet privado? Suena a que le están tirando con una bazuca a una hormiga.
Lo más tuanis de la explicación de Araya (dentro de lo feo del asunto) es que no se anda por las ramas. El mae lo calificó de "legal, pero para nada usual, injusto y desproporcionado". Esa es la frase clave aquí. Es como decir: "Sí, la ley tiene este portillo, pero lo están usando para una torta". Según Araya, esto es una herramienta de presión, el clásico manual de las grandes empresas para ahogar al mensajero. La historia es larga en este país: si una voz te incomoda, en lugar de debatirle, le metes una demanda por difamación o, como en este caso, le tocas la billetera para que tenga que gastar su tiempo y energía en defenderse en lugar de seguir con su lucha. ¡Qué torta que nuestro sistema judicial se preste para estas jugadas!
Y para rematar el pastel, el detalle más absurdo de todos: a Juan Bautista ni siquiera le han notificado oficialmente de ninguna demanda. O sea, le congelaron hasta el último colón de su sustento y el de su mamá, y el mae ni siquiera ha recibido un papel que le diga "usted está demandado por esto y esto". Se tuvo que enterar por el banco. Diay, ¿cómo se defiende uno de algo que ni siquiera sabe que existe formalmente? Es como que te metan un gol y el árbitro te diga que el partido empieza mañana. La indefensión es total y, según el mismo activista, ese es el detalle que vuelve toda esta vara aún más grave y preocupante.
Al final, este caso va mucho más allá de "Juambacaminando" y un hotel. Esto nos pone a todos a pensar. Se trata de un pulso entre el poder económico y la libertad de un ciudadano para denunciar lo que considera incorrecto. La táctica, según Araya, es clara: convertir en delincuente a la persona que resulta incómoda para que se ocupe en su defensa y no en la lucha que lidera. Es enredarte en un brete legal tan asfixiante que al final dejes la lucha botada por puro cansancio. La pregunta del millón aquí, maes, es: ¿Estamos viendo un caso aislado o la nueva normalidad para callar a cualquiera que le sea incómodo al poder? ¿Es legítima defensa de una empresa o un portillo legal para el matonismo judicial? Abro el debate en el foro...