Maes, agárrense porque esta vara es de no creer. A veces, la realidad supera cualquier meme, y la noticia de hoy es la prueba. Resulta que la Caja Costarricense de Seguro Social, nuestra venerable institución, está a punto de enfrentar una crisis sanitaria por un chunche que usamos todos los días: el papel higiénico. Sí, leyeron bien. El proveedor, una empresa llamada Prolim, le acaba de decir a la Caja: "diay, si no me paga, no hay papelito". Y uno podría reírse, si no fuera porque esto es apenas la punta de un iceberg que amenaza con hundir el barco completo. ¡Qué torta más monumental!
Vamos a desenredar este nudo. Según Prolim, todo el despiche se debe a que la Caja no les ha pagado. ¿La razón? El famoso y ahora infame sistema nuevo ERP-SAP. Aparentemente, este sistema que venía a modernizar y optimizar la gestión, lo que ha hecho es trabar la carreta. Prolim lo explica con una lógica de pulpería que hasta un niño entiende: si no me entra plata por la mercadería que ya entregué, no tengo harina para sacar más de la bodega y llevársela. Es así de simple. Se les afectó el flujo de caja y, como cualquier negocio en este país que vive del día a día, tuvieron que jalar el freno de mano. No es mala voluntad, es supervivencia. La ironía es que un sistema millonario, pensado para hacer todo más eficiente, está provocando que la institución se quede sin lo más básico.
Pero aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. El sindicato Undeca ya pegó el grito al cielo, y con toda la razón. Aclaran que esto no es un caso aislado ni un problemita del baño del Hospital México. ¡Para nada! Esto es un síntoma de un mal mucho más profundo. La falta de pago a Prolim es solo una ficha de dominó en una fila que ya se está cayendo. Hablamos de la misma crisis que ha provocado una cadena gravísima de cancelación de cirugías, falta de medicamentos esenciales, una parálisis total en las compras y, ahora, el desabastecimiento de insumos. La vara con el sistema SAP no es un simple error técnico; se está convirtiendo en una emergencia de salud pública que nos afecta a todos.
Lo más frustrante de todo es que esto se veía venir. La Cámara Costarricense de la Salud ya lo había advertido: si no le pagan a los proveedores, el sistema colapsa. No hace falta ser un genio para saberlo. Y ahora Undeca exige lo que parece obvio: auditar ese bendito contrato del ERP-SAP, detener lo que llaman un "despilfarro de recursos" en un sistema que solo ha traído caos, y lo más urgente, reactivar los pagos para que los hospitales no se queden vacíos. Uno se pregunta, ¿quién se jaló la torta de aprobar e implementar un sistema tan crítico sin las pruebas y el soporte adecuados? ¿En qué cabeza cabe que la modernización signifique poner en jaque la operación entera de la CCSS?
Al final, este no es un artículo sobre papel higiénico. Es sobre cómo una decisión administrativa, probablemente tomada en una sala de juntas con aire acondicionado y café gourmet, termina afectando al tico de a pie que necesita una operación, al diabético que ocupa su insulina o, simplemente, a cualquier paciente que merece un mínimo de dignidad en un centro de salud. Pasamos de la promesa de eficiencia tecnológica a la cruda realidad de un posible colapso logístico. La situación es tan grave que ya ni siquiera se puede decir que tenemos mala suerte; esto va más allá de estar salado. Esto huele a negligencia.
Así que, maes, les dejo la pregunta abierta para que la destrocemos en el foro: Más allá del despiche con el papel, ¿quién creen ustedes que paga los platos rotos por esta torta monumental del sistema SAP? ¿Es pura incompetencia de la Junta Directiva, un contrato mal negociado, o simplemente la crónica de un desastre anunciado del que nadie se quiso hacer responsable?
Vamos a desenredar este nudo. Según Prolim, todo el despiche se debe a que la Caja no les ha pagado. ¿La razón? El famoso y ahora infame sistema nuevo ERP-SAP. Aparentemente, este sistema que venía a modernizar y optimizar la gestión, lo que ha hecho es trabar la carreta. Prolim lo explica con una lógica de pulpería que hasta un niño entiende: si no me entra plata por la mercadería que ya entregué, no tengo harina para sacar más de la bodega y llevársela. Es así de simple. Se les afectó el flujo de caja y, como cualquier negocio en este país que vive del día a día, tuvieron que jalar el freno de mano. No es mala voluntad, es supervivencia. La ironía es que un sistema millonario, pensado para hacer todo más eficiente, está provocando que la institución se quede sin lo más básico.
Pero aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. El sindicato Undeca ya pegó el grito al cielo, y con toda la razón. Aclaran que esto no es un caso aislado ni un problemita del baño del Hospital México. ¡Para nada! Esto es un síntoma de un mal mucho más profundo. La falta de pago a Prolim es solo una ficha de dominó en una fila que ya se está cayendo. Hablamos de la misma crisis que ha provocado una cadena gravísima de cancelación de cirugías, falta de medicamentos esenciales, una parálisis total en las compras y, ahora, el desabastecimiento de insumos. La vara con el sistema SAP no es un simple error técnico; se está convirtiendo en una emergencia de salud pública que nos afecta a todos.
Lo más frustrante de todo es que esto se veía venir. La Cámara Costarricense de la Salud ya lo había advertido: si no le pagan a los proveedores, el sistema colapsa. No hace falta ser un genio para saberlo. Y ahora Undeca exige lo que parece obvio: auditar ese bendito contrato del ERP-SAP, detener lo que llaman un "despilfarro de recursos" en un sistema que solo ha traído caos, y lo más urgente, reactivar los pagos para que los hospitales no se queden vacíos. Uno se pregunta, ¿quién se jaló la torta de aprobar e implementar un sistema tan crítico sin las pruebas y el soporte adecuados? ¿En qué cabeza cabe que la modernización signifique poner en jaque la operación entera de la CCSS?
Al final, este no es un artículo sobre papel higiénico. Es sobre cómo una decisión administrativa, probablemente tomada en una sala de juntas con aire acondicionado y café gourmet, termina afectando al tico de a pie que necesita una operación, al diabético que ocupa su insulina o, simplemente, a cualquier paciente que merece un mínimo de dignidad en un centro de salud. Pasamos de la promesa de eficiencia tecnológica a la cruda realidad de un posible colapso logístico. La situación es tan grave que ya ni siquiera se puede decir que tenemos mala suerte; esto va más allá de estar salado. Esto huele a negligencia.
Así que, maes, les dejo la pregunta abierta para que la destrocemos en el foro: Más allá del despiche con el papel, ¿quién creen ustedes que paga los platos rotos por esta torta monumental del sistema SAP? ¿Es pura incompetencia de la Junta Directiva, un contrato mal negociado, o simplemente la crónica de un desastre anunciado del que nadie se quiso hacer responsable?