A ver, seamos honestos: ver la General Cañas convertida en un río caudaloso ya ni siquiera sorprende, es casi una tradición de temporada de lluvias. Pero la vara del sábado 16 de agosto, por Belén, ya pasó de castaño a oscuro. Los videos que todos vimos en redes no eran de una inundación normalita, ¡eso era un despiche en toda regla! Carros casi flotando, la carretera hecha un lodazal y un presón del tamaño de Guanacaste. Lo peor es que esta novela la venimos viendo desde hace años y uno se pregunta, ¿diay, es que nadie va a hacer nada?
Para entender el churuco, hablé con gente que sabe, de esos cargas del Lanamme de la UCR. Un ingeniero de ahí, Roberto Villalobos, me explicó la situación con peras y manzanas. Resulta que el problema tiene nombre y apellido: Quebrada Seca. El agua de esa quebrada pasa por debajo de la pista a través de dos alcantarillas. El detalle es que esas alcantarillas son de cuando mi abuela iba a la escuela, diseñadas hace 40 o 50 años. En ese entonces, Heredia era puro cafetal. Hoy, es puro cemento. Más techos, más calles, menos tierra que absorba... simple: el agua baja más rápido y con más fuerza. ¡Y esas pobres alcantarillas simplemente no dan la talla!
Pero aquí es donde la cosa se pone peor, porque nos toca a todos jalar parejo. La matemática del desastre es sencilla: tenés una alcantarilla que ya de por sí está pidiendo cacao, y encima de eso, le sumamos el "ingrediente secreto" tico: la basura. Desde una botella plástica hasta un chunche más grande. Cualquier cochinada que la gente tira al río termina atorada en la entrada de la alcantarilla. Es como ponerle un tapón a un desagüe. El agua se acumula, sube y ¡pum!, tenés una piscina olímpica en media autopista. Salados los que se quedaron pegados ahí, porque el agua no perdona y el desorden que queda después es una torta monumental.
Y uno pensaría, "¡qué fácil la solución! ¡Hagan esas alcantarillas más grandes y listo!". Y sí, esa es la solución técnica obvia. Pero, como todo en este país, la vara tiene su maña. El mismo ingeniero del Lanamme advierte que si simplemente se amplían esas alcantarillas, podríamos estar "desvistiendo un santo para vestir otro". ¿Por qué? Porque toda esa agua que hoy se queda estancada en la pista pasaría de un solo tiro río abajo, y podría terminar inundando otras zonas en Belén que actualmente no sufren tanto. Es decir, solo estaríamos moviendo el problema de lugar. Se necesita un plan integral, no un parche.
Al final, quedamos en las mismas. Por un lado, una infraestructura que se quedó en el pasado y no responde a la realidad actual. Le preguntamos al Conavi si tienen planes para cambiar este desastre, si está contemplado en la famosa ampliación, y diay... la respuesta es el silencio administrativo de siempre. Y por el otro, una falta de conciencia ciudadana que agrava todo. Mientras los de arriba se deciden a hacer su brete, a nosotros nos toca una parte: dejar de tratar los ríos como si fueran basureros móviles. Así que, abro el debate en el foro: Mae, ¿qué creen ustedes que pesa más en este despiche: la torta de planificación del gobierno o que como sociedad somos muy cochinos? ¿O es un empate técnico? ¡Los leo!
Para entender el churuco, hablé con gente que sabe, de esos cargas del Lanamme de la UCR. Un ingeniero de ahí, Roberto Villalobos, me explicó la situación con peras y manzanas. Resulta que el problema tiene nombre y apellido: Quebrada Seca. El agua de esa quebrada pasa por debajo de la pista a través de dos alcantarillas. El detalle es que esas alcantarillas son de cuando mi abuela iba a la escuela, diseñadas hace 40 o 50 años. En ese entonces, Heredia era puro cafetal. Hoy, es puro cemento. Más techos, más calles, menos tierra que absorba... simple: el agua baja más rápido y con más fuerza. ¡Y esas pobres alcantarillas simplemente no dan la talla!
Pero aquí es donde la cosa se pone peor, porque nos toca a todos jalar parejo. La matemática del desastre es sencilla: tenés una alcantarilla que ya de por sí está pidiendo cacao, y encima de eso, le sumamos el "ingrediente secreto" tico: la basura. Desde una botella plástica hasta un chunche más grande. Cualquier cochinada que la gente tira al río termina atorada en la entrada de la alcantarilla. Es como ponerle un tapón a un desagüe. El agua se acumula, sube y ¡pum!, tenés una piscina olímpica en media autopista. Salados los que se quedaron pegados ahí, porque el agua no perdona y el desorden que queda después es una torta monumental.
Y uno pensaría, "¡qué fácil la solución! ¡Hagan esas alcantarillas más grandes y listo!". Y sí, esa es la solución técnica obvia. Pero, como todo en este país, la vara tiene su maña. El mismo ingeniero del Lanamme advierte que si simplemente se amplían esas alcantarillas, podríamos estar "desvistiendo un santo para vestir otro". ¿Por qué? Porque toda esa agua que hoy se queda estancada en la pista pasaría de un solo tiro río abajo, y podría terminar inundando otras zonas en Belén que actualmente no sufren tanto. Es decir, solo estaríamos moviendo el problema de lugar. Se necesita un plan integral, no un parche.
Al final, quedamos en las mismas. Por un lado, una infraestructura que se quedó en el pasado y no responde a la realidad actual. Le preguntamos al Conavi si tienen planes para cambiar este desastre, si está contemplado en la famosa ampliación, y diay... la respuesta es el silencio administrativo de siempre. Y por el otro, una falta de conciencia ciudadana que agrava todo. Mientras los de arriba se deciden a hacer su brete, a nosotros nos toca una parte: dejar de tratar los ríos como si fueran basureros móviles. Así que, abro el debate en el foro: Mae, ¿qué creen ustedes que pesa más en este despiche: la torta de planificación del gobierno o que como sociedad somos muy cochinos? ¿O es un empate técnico? ¡Los leo!