Maes, agárrense de la silla porque la última vara que está pasando en Cuesta de Moras es para hacer un especial de comedia y drama al mismo tiempo. Resulta que el Plenario Legislativo está más pegado que chicle en suela de zapato por el bendito proyecto de las jornadas 4x3. La oposición, como es su brete, le metió una avalancha de más de 5,000 mociones para entrabar la discusión, y diay, lo lograron. El avance es tan lento que parece una procesión de Semana Santa. ¡Qué despiche se tienen montado!
En medio de este caos, donde ya varios diputados están pidiendo quitarle la "vía rápida" al proyecto para poder discutir otras cosas urgentes, sale la jefa del oficialismo, doña Pilar Cisneros, con una propuesta que suena a ciencia ficción. La idea de ella es simple en el papel, pero una locura en la práctica: votar una moción por minuto. Así como lo oyen. Según su matemática de servilleta, si trabajan a doble jornada y le meten turbo al botón de votación, se fuman todas las mociones (las de fondo y las de revisión) en tan solo cinco semanas. Un minuto por moción, sin que nadie pueda ni respirar para debatir. Básicamente, convertir el Plenario en una línea de ensamblaje de votos.
Claro, la propuesta suena lindísima si uno la ve desde un Excel, pero diay, la vida real le dio un sopapo de realidad a doña Pilar. El primero en poner el freno de mano fue el propio presidente de la Asamblea, Rodrigo Arias. Con la paciencia que a veces lo caracteriza, le explicó que su plan era, en sus propias palabras, "casi imposible". Arias le recordó que no todos están a favor del proyecto y que los diputados tienen mañas y recursos reglamentarios, como esperarse hasta el último segundo para votar, que harían que ese minuto mágico se convierta en tres, cuatro o quién sabe cuántos. La democracia, por suerte o por desgracia, no funciona con un cronómetro de cocina.
Mientras tanto, el resto de fracciones ven el espectáculo con una mezcla de frustración y asombro. El Frente Amplio ya había pedido de nuevo que se cancelara la vía rápida, una moción que necesita 38 votos y que ya una vez se fue al traste. Otros, como el PUSC y el PLN, andan viendo si arman una comisión especial solo para esa vara, a ver si sacan el tema del Plenario y lo dejan de usar como tapón de botella. Lo más revelador es que el directorio legislativo acordó analizar todas las propuestas... menos la de doña Pilar. Un mensaje bastante claro de que su "solución" de un minuto por moción no se la creyó nadie.
Al final del día, la realidad es terca. De más de 2,500 mociones de fondo, apenas han logrado votar poco más de 300, y todas han sido rechazadas. La votación mecánica, una por una, sigue su paso de tortuga, y el país sigue esperando que se discutan otros proyectos importantes. La vara es que este entrabamiento ya no se trata solo de las jornadas 4x3; se convirtió en un símbolo de la parálisis legislativa. Entonces, maes, les pregunto a ustedes: ¿La idea de Pilar era una genialidad incomprendida para romper el filibusterismo o simplemente una ocurrencia que demuestra lo desconectados que están de la realidad del Plenario? ¿Cómo salimos de este enredo?
En medio de este caos, donde ya varios diputados están pidiendo quitarle la "vía rápida" al proyecto para poder discutir otras cosas urgentes, sale la jefa del oficialismo, doña Pilar Cisneros, con una propuesta que suena a ciencia ficción. La idea de ella es simple en el papel, pero una locura en la práctica: votar una moción por minuto. Así como lo oyen. Según su matemática de servilleta, si trabajan a doble jornada y le meten turbo al botón de votación, se fuman todas las mociones (las de fondo y las de revisión) en tan solo cinco semanas. Un minuto por moción, sin que nadie pueda ni respirar para debatir. Básicamente, convertir el Plenario en una línea de ensamblaje de votos.
Claro, la propuesta suena lindísima si uno la ve desde un Excel, pero diay, la vida real le dio un sopapo de realidad a doña Pilar. El primero en poner el freno de mano fue el propio presidente de la Asamblea, Rodrigo Arias. Con la paciencia que a veces lo caracteriza, le explicó que su plan era, en sus propias palabras, "casi imposible". Arias le recordó que no todos están a favor del proyecto y que los diputados tienen mañas y recursos reglamentarios, como esperarse hasta el último segundo para votar, que harían que ese minuto mágico se convierta en tres, cuatro o quién sabe cuántos. La democracia, por suerte o por desgracia, no funciona con un cronómetro de cocina.
Mientras tanto, el resto de fracciones ven el espectáculo con una mezcla de frustración y asombro. El Frente Amplio ya había pedido de nuevo que se cancelara la vía rápida, una moción que necesita 38 votos y que ya una vez se fue al traste. Otros, como el PUSC y el PLN, andan viendo si arman una comisión especial solo para esa vara, a ver si sacan el tema del Plenario y lo dejan de usar como tapón de botella. Lo más revelador es que el directorio legislativo acordó analizar todas las propuestas... menos la de doña Pilar. Un mensaje bastante claro de que su "solución" de un minuto por moción no se la creyó nadie.
Al final del día, la realidad es terca. De más de 2,500 mociones de fondo, apenas han logrado votar poco más de 300, y todas han sido rechazadas. La votación mecánica, una por una, sigue su paso de tortuga, y el país sigue esperando que se discutan otros proyectos importantes. La vara es que este entrabamiento ya no se trata solo de las jornadas 4x3; se convirtió en un símbolo de la parálisis legislativa. Entonces, maes, les pregunto a ustedes: ¿La idea de Pilar era una genialidad incomprendida para romper el filibusterismo o simplemente una ocurrencia que demuestra lo desconectados que están de la realidad del Plenario? ¿Cómo salimos de este enredo?