Maes, en serio, a veces ver la política tica es mejor que cualquier serie de Netflix. Y el capítulo más reciente de la novela liberacionista está para alquilar balcón. ¡Qué despiche el que se tienen montado en el PLN! Si uno pensaba que después de las últimas elecciones iban a intentar, por lo menos, aparentar que son un frente unido, diay, parece que la orden fue “sálvese quien pueda”. La vara es que el candidato presidencial, Álvaro Ramos, salió con los tacos de frente, dispuesto a marcar una línea en la arena, pero parece que la arena era movediza y ahora tiene el barro hasta el cuello.
El chispero más reciente lo encendió con Franggi Nicolás. Ramos, en un intento de proyectar renovación, básicamente dijo que no la apoyaría para una diputación. El detalle cómico es que, según la propia Franggi, ¡nadie le había pedido apoyo! Ella salió en redes a decir, por enésima vez, que no tiene ninguna intención de volver a Cuesta de Moras. “He dicho hasta la saciedad que no tengo ninguna aspiración”, publicó. O sea, imaginen la escena: usted está tranquilo en su casa y de pronto su vecino sale a gritarle a todo el barrio: “¡No pienso invitar a fulanito a mi fiesta!”, y usted ni sabía que había fiesta. Es una jugada extraña de Ramos, que parece más enfocada en atacar al papá, Francisco Nicolás, que a ella. Un dos por uno en pleitos familiares que solo alimenta el incendio.
Pero la cosa no para ahí, porque esto no es un simple malentendido. Es una estrategia deliberada de Ramos de distanciarse de TODA la vieja guardia. Ya se la cantó a Roberto Thompson, a Antonio Álvarez Desanti y a otros pesos pesados del partido. A Álvarez Desanti le hizo el desplante público de decir que no aceptaría plata suya para la campaña. ¡Auch! Como era de esperarse, Desanti no se quedó callado y le mandó a decir que “le quedó un poco grande la camisa de candidato”. Y así, mae, se tiran filazos por los medios y en redes sociales, mientras el electorado los ve como si estuviera viendo un mal reality show. La pregunta es si este intento de “purga” es una movida audaz o si Ramos se está aislando tanto que al final se va a quedar solo con su discurso.
Seamos honestos, el PLN necesitaba un sacudón. El partido lleva años dependiendo de los mismos apellidos y las mismas estructuras que ya huelen a guardado. La intención de Ramos de romper con eso es, en teoría, lo que un candidato moderno debería hacer. El problema es el *cómo*. En lugar de una transición negociada o una renovación paulatina, su método parece ser el de la dinamita. Está volando todos los puentes al mismo tiempo, y en política, sobre todo en un partido tan tradicional como el PLN, eso es un riesgo enorme. Le puede salir muy bien si logra conectar con un votante harto de lo de siempre, pero también le puede salir muy mal si la estructura interna, esa que pone los votos y mueve gente, decide “serrucharle el piso”. Y por cómo pintan las cosas, los serruchos ya están bien afilados.
Al final, todo se resume en una encrucijada monumental. O Ramos es un estratega brillante que está jugando ajedrez en 4D, aguantando los golpes ahora para cosechar los frutos en 2026 con un partido renovado a su imagen y semejanza... o se está jalando una torta de dimensiones históricas, alienando a todo el mundo y garantizando otra derrota liberacionista. El brete que tiene por delante para unificar a ese familión disfuncional es titánico. Y mientras ellos se sacan los trapos sucios al sol, los demás partidos deben estar comiendo palomitas y tomando notas.
La pregunta del millón, foreros: ¿es esta una movida maestra de Ramos para limpiar la casa o el principio del fin para el PLN en 2026? ¿Creen que logre imponerse o la vieja guardia terminará pasándole la factura? ¡Los leo!
El chispero más reciente lo encendió con Franggi Nicolás. Ramos, en un intento de proyectar renovación, básicamente dijo que no la apoyaría para una diputación. El detalle cómico es que, según la propia Franggi, ¡nadie le había pedido apoyo! Ella salió en redes a decir, por enésima vez, que no tiene ninguna intención de volver a Cuesta de Moras. “He dicho hasta la saciedad que no tengo ninguna aspiración”, publicó. O sea, imaginen la escena: usted está tranquilo en su casa y de pronto su vecino sale a gritarle a todo el barrio: “¡No pienso invitar a fulanito a mi fiesta!”, y usted ni sabía que había fiesta. Es una jugada extraña de Ramos, que parece más enfocada en atacar al papá, Francisco Nicolás, que a ella. Un dos por uno en pleitos familiares que solo alimenta el incendio.
Pero la cosa no para ahí, porque esto no es un simple malentendido. Es una estrategia deliberada de Ramos de distanciarse de TODA la vieja guardia. Ya se la cantó a Roberto Thompson, a Antonio Álvarez Desanti y a otros pesos pesados del partido. A Álvarez Desanti le hizo el desplante público de decir que no aceptaría plata suya para la campaña. ¡Auch! Como era de esperarse, Desanti no se quedó callado y le mandó a decir que “le quedó un poco grande la camisa de candidato”. Y así, mae, se tiran filazos por los medios y en redes sociales, mientras el electorado los ve como si estuviera viendo un mal reality show. La pregunta es si este intento de “purga” es una movida audaz o si Ramos se está aislando tanto que al final se va a quedar solo con su discurso.
Seamos honestos, el PLN necesitaba un sacudón. El partido lleva años dependiendo de los mismos apellidos y las mismas estructuras que ya huelen a guardado. La intención de Ramos de romper con eso es, en teoría, lo que un candidato moderno debería hacer. El problema es el *cómo*. En lugar de una transición negociada o una renovación paulatina, su método parece ser el de la dinamita. Está volando todos los puentes al mismo tiempo, y en política, sobre todo en un partido tan tradicional como el PLN, eso es un riesgo enorme. Le puede salir muy bien si logra conectar con un votante harto de lo de siempre, pero también le puede salir muy mal si la estructura interna, esa que pone los votos y mueve gente, decide “serrucharle el piso”. Y por cómo pintan las cosas, los serruchos ya están bien afilados.
Al final, todo se resume en una encrucijada monumental. O Ramos es un estratega brillante que está jugando ajedrez en 4D, aguantando los golpes ahora para cosechar los frutos en 2026 con un partido renovado a su imagen y semejanza... o se está jalando una torta de dimensiones históricas, alienando a todo el mundo y garantizando otra derrota liberacionista. El brete que tiene por delante para unificar a ese familión disfuncional es titánico. Y mientras ellos se sacan los trapos sucios al sol, los demás partidos deben estar comiendo palomitas y tomando notas.
La pregunta del millón, foreros: ¿es esta una movida maestra de Ramos para limpiar la casa o el principio del fin para el PLN en 2026? ¿Creen que logre imponerse o la vieja guardia terminará pasándole la factura? ¡Los leo!
