Mae, a veces uno lee una noticia y se le revuelve el estómago, pero lo de anoche en Limón es otro nivel de impotencia. No es solo un titular más en la sección de Sucesos, es un baldazo de agua fría que nos recuerda que esta ola de violencia no respeta nombres, familias ni cargos. La Defensora de los Habitantes, Angie Cruickshank, la persona cuyo brete es, irónicamente, velar por la seguridad y los derechos de todos nosotros, hoy llora a un familiar directo. Su primo, Jermaine Cruickshank, fue asesinado a sangre fría. ¡Qué despiche más grande! La frase que ella misma posteó en sus redes lo resume todo: “Hoy la violencia llegó a nuestras vidas”. Y cuando le llega a ella, nos llega a todos.
La vara es que los detalles son de película de terror, pero de las que pasan aquí, en nuestra Costa Rica. Jermaine estaba en un bar en el barrio Siglo XXI, un lugar que debería ser para socializar, para tomarse algo después del brete, qué sé yo. De la nada, entra un sujeto armado y, sin mediar palabra, le dispara a matar. Directo a la cabeza y la espalda. Murió ahí mismo. Uno se pone a pensar en la escena, en el caos, en la gente corriendo, y se da cuenta de que la supuesta “pura vida” a veces pende de un hilo muy, muy delgado. Ahora el OIJ tiene la tarea titánica de armar este rompecabezas, de encontrar al responsable, pero, seamos honestos, eso no le va a devolver el papá a dos chiquitos.
Y aquí la tragedia se pone todavía más densa. Jermaine no era un desconocido. Era hijo del exdiputado y expresidente de la Asamblea Legislativa, Eduardo Cruickshank, quien falleció hace relativamente poco, en marzo. Mae, ¡qué sal! Esa familia apenas está procesando un duelo y ahora les cae encima esta torta monumental. Esto demuestra que la violencia en Limón, y en el país en general, se ha vuelto un cáncer tan agresivo que ya no distingue. No importa si tu papá fue una figura política importante o si tu prima es la Defensora. Para las balas, todos somos iguales. Se nos olvida que detrás de los apellidos y los cargos hay familias, hay tías, primos, hijos… gente de carne y hueso que sufre como cualquiera.
Pero lo que de verdad me parte el alma, y creo que a cualquiera con dos dedos de frente, es pensar en los hijos que dejó. Dos güilas. Uno que acaba de cumplir 15 años y otro de apenas 9. ¿Cómo le explica uno a un chiquito de 9 años que a su papá lo mataron en un bar? ¿Qué futuro le estamos dejando a esa generación que crece viendo estas varas como el pan de cada día? Las estadísticas de homicidios son números fríos en un papel, pero cada número es un Jermaine Cruickshank, una familia destrozada y dos hijos que van a crecer con un hueco imposible de llenar. Esa es la verdadera cara de la inseguridad que nos está ahogando: las vidas que se apagan y las que quedan marcadas para siempre.
Diay, al final, uno se queda con un sentimiento de frustración que no le cabe en el pecho. Si la violencia puede tocar de forma tan directa a la familia de la mismísima Defensora de los Habitantes, ¿qué nos queda al resto de los mortales? Ya esto dejó de ser un problema “de Limón” o “de ciertos barrios”. Es una emergencia nacional que nos está reventando en la cara. Por eso abro el debate aquí en el foro, más allá de la tristeza y el pésame para la familia Cruickshank: ¿Qué carajos hacemos? ¿Es solo un tema de meter más policías a la calle o la raíz del problema es mucho más profunda? ¿Cómo se reconstruye un país donde una noticia así ya casi ni sorprende?
La vara es que los detalles son de película de terror, pero de las que pasan aquí, en nuestra Costa Rica. Jermaine estaba en un bar en el barrio Siglo XXI, un lugar que debería ser para socializar, para tomarse algo después del brete, qué sé yo. De la nada, entra un sujeto armado y, sin mediar palabra, le dispara a matar. Directo a la cabeza y la espalda. Murió ahí mismo. Uno se pone a pensar en la escena, en el caos, en la gente corriendo, y se da cuenta de que la supuesta “pura vida” a veces pende de un hilo muy, muy delgado. Ahora el OIJ tiene la tarea titánica de armar este rompecabezas, de encontrar al responsable, pero, seamos honestos, eso no le va a devolver el papá a dos chiquitos.
Y aquí la tragedia se pone todavía más densa. Jermaine no era un desconocido. Era hijo del exdiputado y expresidente de la Asamblea Legislativa, Eduardo Cruickshank, quien falleció hace relativamente poco, en marzo. Mae, ¡qué sal! Esa familia apenas está procesando un duelo y ahora les cae encima esta torta monumental. Esto demuestra que la violencia en Limón, y en el país en general, se ha vuelto un cáncer tan agresivo que ya no distingue. No importa si tu papá fue una figura política importante o si tu prima es la Defensora. Para las balas, todos somos iguales. Se nos olvida que detrás de los apellidos y los cargos hay familias, hay tías, primos, hijos… gente de carne y hueso que sufre como cualquiera.
Pero lo que de verdad me parte el alma, y creo que a cualquiera con dos dedos de frente, es pensar en los hijos que dejó. Dos güilas. Uno que acaba de cumplir 15 años y otro de apenas 9. ¿Cómo le explica uno a un chiquito de 9 años que a su papá lo mataron en un bar? ¿Qué futuro le estamos dejando a esa generación que crece viendo estas varas como el pan de cada día? Las estadísticas de homicidios son números fríos en un papel, pero cada número es un Jermaine Cruickshank, una familia destrozada y dos hijos que van a crecer con un hueco imposible de llenar. Esa es la verdadera cara de la inseguridad que nos está ahogando: las vidas que se apagan y las que quedan marcadas para siempre.
Diay, al final, uno se queda con un sentimiento de frustración que no le cabe en el pecho. Si la violencia puede tocar de forma tan directa a la familia de la mismísima Defensora de los Habitantes, ¿qué nos queda al resto de los mortales? Ya esto dejó de ser un problema “de Limón” o “de ciertos barrios”. Es una emergencia nacional que nos está reventando en la cara. Por eso abro el debate aquí en el foro, más allá de la tristeza y el pésame para la familia Cruickshank: ¿Qué carajos hacemos? ¿Es solo un tema de meter más policías a la calle o la raíz del problema es mucho más profunda? ¿Cómo se reconstruye un país donde una noticia así ya casi ni sorprende?