¡Ay, Dios mío, qué panorama! Las estadísticas nos golpean como un balde de agua fría: los casos de personas buscando atención médica por problemas de salud mental han subido como espuma en los últimos cuatro años. Según datos oficiales, estamos hablando de un alza del 44%, ¡una cifra que da mucho en qué pensar!
Para ponerle números a esta realidad que nos afecta a to’os, entre el 2020 y el 2024, la Caja Costarricense del Seguro Social atendió a casi 140 mil personas con diagnósticos de trastornos mentales y del comportamiento. En comparación, en el 2020 eran apenas unas 97 mil. Imagínate la diferencia, ¡es un mundo!
Y claro, surge la gran pregunta: ¿por qué este incremento tan drástico? Lo que más preocupa a los profesionales de la salud es el auge de la ansiedad, la depresión y, lamentablemente, el consumo de sustancias como el alcohol y la cocaína. La cocaína, por ejemplo, ha visto un repunte del 55% en estos cuatro años, pasando de 709 casos a casi mil cien. Esto huele a palo, señores.
El gobierno, bueno, intentando hacer algo, lanzó su primera Feria Nacional de Salud Mental en la Sabana este viernes, día mundial de la salud mental. Se trata de un intento de visibilizar el problema y ofrecer recursos a quienes más lo necesitan. Aunque, siendo honestos, una feria no soluciona todos los problemas, pero al menos es un paso en la dirección correcta, ¿no creen?
Muchos expertos señalan que la pandemia de COVID-19 dejó cicatrices profundas en nuestra sociedad, generando estrés, incertidumbre y aislamiento social. Esto, sumado a factores económicos y laborales precarios, ha creado un caldo de cultivo perfecto para la aparición y agravamiento de trastornos mentales. Además, la presión constante de las redes sociales y la cultura de la comparación tampoco ayudan precisamente.
No podemos ignorar tampoco el estigma que aún existe alrededor de la salud mental en nuestro país. Muchas personas se sienten avergonzadas o temen ser juzgadas si buscan ayuda. Por eso es fundamental hablar abiertamente sobre estos temas y promover una cultura de apoyo y comprensión. Hay que romper con esos tabúes que nos tienen atrapados.
Lo preocupante es que, aunque hay algunos programas de prevención y tratamiento, todavía no son suficientes para cubrir la demanda creciente. Necesitamos invertir más en salud mental, capacitar a más profesionales y garantizar que todas las personas tengan acceso a una atención de calidad, independientemente de sus recursos económicos o ubicación geográfica. Este brete necesita soluciones ya, porque así no vamos a llegar lejos.
En fin, parece que estamos frente a un desafío importante y complejo. Todos tenemos un papel que jugar para mejorar la salud mental de nuestra comunidad. Así que, digámoslo claro: ¿creen que las iniciativas actuales son suficientes para abordar este creciente problema de salud mental en Costa Rica, o necesitamos medidas más urgentes y contundentes?
Para ponerle números a esta realidad que nos afecta a to’os, entre el 2020 y el 2024, la Caja Costarricense del Seguro Social atendió a casi 140 mil personas con diagnósticos de trastornos mentales y del comportamiento. En comparación, en el 2020 eran apenas unas 97 mil. Imagínate la diferencia, ¡es un mundo!
Y claro, surge la gran pregunta: ¿por qué este incremento tan drástico? Lo que más preocupa a los profesionales de la salud es el auge de la ansiedad, la depresión y, lamentablemente, el consumo de sustancias como el alcohol y la cocaína. La cocaína, por ejemplo, ha visto un repunte del 55% en estos cuatro años, pasando de 709 casos a casi mil cien. Esto huele a palo, señores.
El gobierno, bueno, intentando hacer algo, lanzó su primera Feria Nacional de Salud Mental en la Sabana este viernes, día mundial de la salud mental. Se trata de un intento de visibilizar el problema y ofrecer recursos a quienes más lo necesitan. Aunque, siendo honestos, una feria no soluciona todos los problemas, pero al menos es un paso en la dirección correcta, ¿no creen?
Muchos expertos señalan que la pandemia de COVID-19 dejó cicatrices profundas en nuestra sociedad, generando estrés, incertidumbre y aislamiento social. Esto, sumado a factores económicos y laborales precarios, ha creado un caldo de cultivo perfecto para la aparición y agravamiento de trastornos mentales. Además, la presión constante de las redes sociales y la cultura de la comparación tampoco ayudan precisamente.
No podemos ignorar tampoco el estigma que aún existe alrededor de la salud mental en nuestro país. Muchas personas se sienten avergonzadas o temen ser juzgadas si buscan ayuda. Por eso es fundamental hablar abiertamente sobre estos temas y promover una cultura de apoyo y comprensión. Hay que romper con esos tabúes que nos tienen atrapados.
Lo preocupante es que, aunque hay algunos programas de prevención y tratamiento, todavía no son suficientes para cubrir la demanda creciente. Necesitamos invertir más en salud mental, capacitar a más profesionales y garantizar que todas las personas tengan acceso a una atención de calidad, independientemente de sus recursos económicos o ubicación geográfica. Este brete necesita soluciones ya, porque así no vamos a llegar lejos.
En fin, parece que estamos frente a un desafío importante y complejo. Todos tenemos un papel que jugar para mejorar la salud mental de nuestra comunidad. Así que, digámoslo claro: ¿creen que las iniciativas actuales son suficientes para abordar este creciente problema de salud mental en Costa Rica, o necesitamos medidas más urgentes y contundentes?