Maes, pónganse cómodos porque el capítulo más reciente de nuestro drama político nacional está mejor que cualquier novela. ¿Se acuerdan de aquel nombramiento en el Inder que olía más raro que pescado en carreta? Bueno, pues la vara se acaba de poner seria. La Sala IV, esa que a veces parece la única adulta en la habitación, le acaba de poner un estate quieto en toda regla al presidente Rodrigo Chaves y le ordenó que deje de jugar al misterioso y responda como se debe sobre todo ese enredo.
Para los que andan perdidos, va el resumen: Casa Presidencial nombra a un señor, Juan Ignacio Rodríguez, como jefazo del Instituto de Desarrollo Rural (Inder). Todo muy normal, hasta que salta la liebre de que el susodicho está siendo investigado por presuntas llamadas con gente metida en un caso judicial. ¡Qué torta! O sea, no es cualquier cosa. Ante semejante bronca, el diputado del Frente Amplio, Antonio Ortega, hizo lo que se supone que debe hacer un diputado: pedir cuentas. Mandó una serie de preguntas al Ejecutivo para ver qué sabían, si investigaron al mae antes de darle el puestazo y, en general, entender cómo fue que se jalaron semejante torta.
Aquí es donde la cosa se pone casi cómica, si no fuera porque es nuestro gobierno. Según cuenta el mismo Ortega, las respuestas que recibió de Presidencia fueron un chiste. Un "sí" por aquí, un "no" por allá. Respuestas más secas que un verano en Guanacaste. Como si estuvieran hablando de si querían el café con azúcar o sin azúcar. Diay, mae, evidentemente eso no es una respuesta aceptable cuando se trata de la integridad de las instituciones. Cansado del jueguito, el diputado hizo lo que se tenía que hacer: le metió un recurso de amparo para que un juez los obligara a hablar claro. Y, ¡sorpresa!, la Sala IV le dio toda la razón.
Pero el punto más filoso del reclamo de Ortega, y el que debería preocuparnos a todos, es este: el diputado cuestiona para qué diablos sirven la DIS y la UIE. Según su lógica, que tiene bastante sentido, es increíble que estas agencias de inteligencia se usen, presuntamente, para "espiar a contrincantes y funcionar como policía política del presidente", pero que no sirvan para hacer el brete básico de investigar los antecedentes de alguien a quien le van a dar un cargo de altísimo nivel. Básicamente, la acusación es que hay recursos para la rencilla política, pero no para proteger al Estado de posibles filtraciones del crimen organizado. Si eso es cierto, no es una torta, es un despiche monumental que deja la puerta abierta a cualquier cosa.
Al final, el señor Rodríguez ya ni siquiera está en el puesto; el mismo Chaves le pidió la renuncia cuando el escándalo se hizo insostenible, lo que hace que todo sea aún más absurdo. ¿Por qué la evasiva entonces? ¿Qué es lo que no quieren que se sepa? Ahora, con la orden de la Sala Constitucional en la mesa, al Presidente no le queda más que sentarse a redactar una respuesta formal y completa. Ya no valen los monosílabos. La pregunta del millón es si las respuestas realmente aclararán algo o si seremos testigos de otra obra maestra de la cantinflada política. Porque una cosa es que te obliguen a hablar, y otra muy distinta es que decidas decir la verdad.
Ahora les paso la bola a ustedes, maes. Con este manotazo de la Sala IV, ¿creen que Presidencia por fin va a soltar la sopa y dar explicaciones transparentes? ¿O nos van a salir con otro chorizo intragable para salir del paso? Y más a fondo, ¿qué dice todo este despiche sobre cómo se investiga (o no se investiga) a la gente que ponen en los puestos más importantes del país? ¡Los leo en los comentarios!
Para los que andan perdidos, va el resumen: Casa Presidencial nombra a un señor, Juan Ignacio Rodríguez, como jefazo del Instituto de Desarrollo Rural (Inder). Todo muy normal, hasta que salta la liebre de que el susodicho está siendo investigado por presuntas llamadas con gente metida en un caso judicial. ¡Qué torta! O sea, no es cualquier cosa. Ante semejante bronca, el diputado del Frente Amplio, Antonio Ortega, hizo lo que se supone que debe hacer un diputado: pedir cuentas. Mandó una serie de preguntas al Ejecutivo para ver qué sabían, si investigaron al mae antes de darle el puestazo y, en general, entender cómo fue que se jalaron semejante torta.
Aquí es donde la cosa se pone casi cómica, si no fuera porque es nuestro gobierno. Según cuenta el mismo Ortega, las respuestas que recibió de Presidencia fueron un chiste. Un "sí" por aquí, un "no" por allá. Respuestas más secas que un verano en Guanacaste. Como si estuvieran hablando de si querían el café con azúcar o sin azúcar. Diay, mae, evidentemente eso no es una respuesta aceptable cuando se trata de la integridad de las instituciones. Cansado del jueguito, el diputado hizo lo que se tenía que hacer: le metió un recurso de amparo para que un juez los obligara a hablar claro. Y, ¡sorpresa!, la Sala IV le dio toda la razón.
Pero el punto más filoso del reclamo de Ortega, y el que debería preocuparnos a todos, es este: el diputado cuestiona para qué diablos sirven la DIS y la UIE. Según su lógica, que tiene bastante sentido, es increíble que estas agencias de inteligencia se usen, presuntamente, para "espiar a contrincantes y funcionar como policía política del presidente", pero que no sirvan para hacer el brete básico de investigar los antecedentes de alguien a quien le van a dar un cargo de altísimo nivel. Básicamente, la acusación es que hay recursos para la rencilla política, pero no para proteger al Estado de posibles filtraciones del crimen organizado. Si eso es cierto, no es una torta, es un despiche monumental que deja la puerta abierta a cualquier cosa.
Al final, el señor Rodríguez ya ni siquiera está en el puesto; el mismo Chaves le pidió la renuncia cuando el escándalo se hizo insostenible, lo que hace que todo sea aún más absurdo. ¿Por qué la evasiva entonces? ¿Qué es lo que no quieren que se sepa? Ahora, con la orden de la Sala Constitucional en la mesa, al Presidente no le queda más que sentarse a redactar una respuesta formal y completa. Ya no valen los monosílabos. La pregunta del millón es si las respuestas realmente aclararán algo o si seremos testigos de otra obra maestra de la cantinflada política. Porque una cosa es que te obliguen a hablar, y otra muy distinta es que decidas decir la verdad.
Ahora les paso la bola a ustedes, maes. Con este manotazo de la Sala IV, ¿creen que Presidencia por fin va a soltar la sopa y dar explicaciones transparentes? ¿O nos van a salir con otro chorizo intragable para salir del paso? Y más a fondo, ¿qué dice todo este despiche sobre cómo se investiga (o no se investiga) a la gente que ponen en los puestos más importantes del país? ¡Los leo en los comentarios!