Maes, pónganse cómodos porque la noticia de hoy parece sacada del guion de una novela de las malas, pero con plata de verdad de por medio. Resulta que el OIJ le cayó a una banda que se dedicaba a vaciarle las cuentas a la gente con un simple mensajito de texto. Hasta ahí, uno diría "diay, otra más". Pero la vara se pone color de hormiga cuando nos enteramos de que no eran tres maes cualquiera en un garaje: era un clan familiar completo. ¡Qué despiche! Estamos hablando de que hay, de momento, 45 posibles familiares metidos en el brete. ¡Cuarenta y cinco! Ni para el tamal de Navidad se junta tanta gente.
Lo más frustrante de todo es el método, porque uno se imagina a unos hackers rusos y un montón de tecnología, pero no. Estos maes jugaban a la vieja escuela, con pura maña. Iban y compraban tarjetas SIM prepago, de esas que uno consigue en cualquier pulpería. El número viene pegado afuera, visible para cualquiera. Con ese número en mano, se metían a las apps de los bancos y probaban si estaba ligado a una cuenta. Si pegaban, ¡bingo! Inscribían el número a nombre de cualquier pelagatos y listo, tenían la puerta abierta. No necesitaban un súper chunche tecnológico, solo un poquito de paciencia y cero conciencia.
Y aquí es donde el plan maestro se ponía en marcha. No es que te robaban todo de un solo tiro. No, señor. Eran como una gotera, sacando poquitos por días, a veces por meses. Transferían la harina a cuentas de otros familiares, probablemente el primo, la tía, el cuñado... hasta el perro seguro tenía una cuenta a su nombre. El director del OIJ, Randall Zúñiga, confirmó que ya van 15 melones de colones recuperados de solo 10 denuncias, y que hay otras 45 esperando ser procesadas. Hagan números. La plata que movió esta gente es una grosería, todo a punta de mensajitos y aprovechándose de un sistema que, seamos honestos, a veces es más frágil que un cristal.
Ahora, con los allanamientos, ya hay 3 personas detenidas, pero van por 8 y, como les decía, la lista de "posibles imputados" llega a 45. ¡Una pyme familiar del hampa! Y mientras el OIJ hace su brete, uno se queda pensando en la gente afectada. ¡Qué sal! Imagínese usted, matándose por su harina para que de un pronto a otro sus ahorros se vayan al traste porque a una familia entera le pareció una buena idea montar una red de estafas. Es para que a uno se le revuelva el estómago. Esto va más allá del simple robo; es un recordatorio de lo vulnerables que estamos y de lo fácil que es caer.
Esta vara nos deja con un montón de preguntas y un sinsabor terrible. Porque al final, la confianza se quiebra por todos lados. Uno ya no sabe si puede confiar en un simple SMS, en la seguridad de los bancos o, viendo este caso, ¡ni en su propia familia! El nivel de descaro es impresionante. Por eso quiero tirarles la bola a ustedes, que son la gente pensante de este foro. ¿Ustedes qué piensan, maes? ¿Esto es pura falta de malicia de la gente o es que los bancos y las telefónicas nos tienen completamente desprotegidos? ¿A quién le ha llegado un SMS de estos?
Lo más frustrante de todo es el método, porque uno se imagina a unos hackers rusos y un montón de tecnología, pero no. Estos maes jugaban a la vieja escuela, con pura maña. Iban y compraban tarjetas SIM prepago, de esas que uno consigue en cualquier pulpería. El número viene pegado afuera, visible para cualquiera. Con ese número en mano, se metían a las apps de los bancos y probaban si estaba ligado a una cuenta. Si pegaban, ¡bingo! Inscribían el número a nombre de cualquier pelagatos y listo, tenían la puerta abierta. No necesitaban un súper chunche tecnológico, solo un poquito de paciencia y cero conciencia.
Y aquí es donde el plan maestro se ponía en marcha. No es que te robaban todo de un solo tiro. No, señor. Eran como una gotera, sacando poquitos por días, a veces por meses. Transferían la harina a cuentas de otros familiares, probablemente el primo, la tía, el cuñado... hasta el perro seguro tenía una cuenta a su nombre. El director del OIJ, Randall Zúñiga, confirmó que ya van 15 melones de colones recuperados de solo 10 denuncias, y que hay otras 45 esperando ser procesadas. Hagan números. La plata que movió esta gente es una grosería, todo a punta de mensajitos y aprovechándose de un sistema que, seamos honestos, a veces es más frágil que un cristal.
Ahora, con los allanamientos, ya hay 3 personas detenidas, pero van por 8 y, como les decía, la lista de "posibles imputados" llega a 45. ¡Una pyme familiar del hampa! Y mientras el OIJ hace su brete, uno se queda pensando en la gente afectada. ¡Qué sal! Imagínese usted, matándose por su harina para que de un pronto a otro sus ahorros se vayan al traste porque a una familia entera le pareció una buena idea montar una red de estafas. Es para que a uno se le revuelva el estómago. Esto va más allá del simple robo; es un recordatorio de lo vulnerables que estamos y de lo fácil que es caer.
Esta vara nos deja con un montón de preguntas y un sinsabor terrible. Porque al final, la confianza se quiebra por todos lados. Uno ya no sabe si puede confiar en un simple SMS, en la seguridad de los bancos o, viendo este caso, ¡ni en su propia familia! El nivel de descaro es impresionante. Por eso quiero tirarles la bola a ustedes, que son la gente pensante de este foro. ¿Ustedes qué piensan, maes? ¿Esto es pura falta de malicia de la gente o es que los bancos y las telefónicas nos tienen completamente desprotegidos? ¿A quién le ha llegado un SMS de estos?