Maes, cada año la novela con el Fondo Especial para la Educación Superior (FEES) tiene un nuevo capítulo, y el del 2026 ya empezó con drama. Resulta que el Consejo Nacional de Rectores (Conare) acaba de anunciar cómo se va a repartir la plata entre las cinco universidades públicas. Suena a un trámite más, pero vieran el despiche que se armó por debajo, especialmente en los pasillos de la Universidad de Costa Rica, que siente que le metieron un buen recorte con disfraz de “equidad”.
Vamos al grano para entender la vara: ¿quién se llevó el pedazo más grande del queque? Como es de esperarse, la UCR sigue siendo la mamá de los tomates en presupuesto, quedándose con casi la mitad de todo el fondo (un 49,88%). Aunque suene a un montón de plata —y lo es, son más de 296 mil millones de colones—, en la práctica es un bajonazo comparado con el año pasado. La segunda al bate es la UNA, que también ve una leve disminución en su tajada con un 20,83%. Del otro lado de la acera, el TEC, la UNED y la UTN recibieron un “pellizquito” más, con la idea de nivelar la cancha.
El discurso oficial de Conare suena, en papel, a cachete. Hablan de una “distribución más justa y equitativa”, de reforzar becas, de meterle más a carreras STEM que tienen buen brete y de impulsar la investigación en todo el país. La intención, dicen, es que la educación superior de calidad no sea solo un chunche de la capital, sino que llegue a todas las regiones. Nadie en su sano juicio podría estar en contra de eso. El problema, como siempre, está en la letra menuda y en los números que no cuadran para todos.
Aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. El aumento total del FEES para 2026 fue de un 1%, que para empezar, ya suena a poco. Pero de ese aumento, la UCR, con sus más de 44,000 estudiantes, esperaba recibir una suma específica basada en su tamaño. En cambio, les dieron menos de la mitad de lo que calcularon. El rector, Carlos Araya, no se anduvo por las ramas y dijo que el acuerdo “perjudica seriamente” a la U. En buen tico: siente que se jalaron una torta con ellos y que la decisión los deja sin margen para crecer y atender sus propias necesidades. Básicamente, les están diciendo que se socaran la faja mientras ven cómo parte de "su" aumento se redistribuye.
Diay, al final del día, parece que la cobija no alcanza para todos, y la estrategia fue quitársela un poco al más grande para tapar a los demás. Conare defiende que es un acto de solidaridad y visión país para fortalecer el sistema en su conjunto. La UCR, por su parte, argumenta que su tamaño y su matrícula masiva justifican cada colón y que este recorte, aunque porcentualmente pequeño, representa miles de millones que impactan directamente su operación. La pregunta del millón para nosotros en el foro es: ¿Tiene razón la UCR en sentirse salada con esta repartición, o es un ajuste necesario y valiente para que las otras U públicas también crezcan? ¿Es una repartición más justa o simplemente le están quitando a un santo para vestir a otro? ¡Abro debate, maes!
Vamos al grano para entender la vara: ¿quién se llevó el pedazo más grande del queque? Como es de esperarse, la UCR sigue siendo la mamá de los tomates en presupuesto, quedándose con casi la mitad de todo el fondo (un 49,88%). Aunque suene a un montón de plata —y lo es, son más de 296 mil millones de colones—, en la práctica es un bajonazo comparado con el año pasado. La segunda al bate es la UNA, que también ve una leve disminución en su tajada con un 20,83%. Del otro lado de la acera, el TEC, la UNED y la UTN recibieron un “pellizquito” más, con la idea de nivelar la cancha.
El discurso oficial de Conare suena, en papel, a cachete. Hablan de una “distribución más justa y equitativa”, de reforzar becas, de meterle más a carreras STEM que tienen buen brete y de impulsar la investigación en todo el país. La intención, dicen, es que la educación superior de calidad no sea solo un chunche de la capital, sino que llegue a todas las regiones. Nadie en su sano juicio podría estar en contra de eso. El problema, como siempre, está en la letra menuda y en los números que no cuadran para todos.
Aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. El aumento total del FEES para 2026 fue de un 1%, que para empezar, ya suena a poco. Pero de ese aumento, la UCR, con sus más de 44,000 estudiantes, esperaba recibir una suma específica basada en su tamaño. En cambio, les dieron menos de la mitad de lo que calcularon. El rector, Carlos Araya, no se anduvo por las ramas y dijo que el acuerdo “perjudica seriamente” a la U. En buen tico: siente que se jalaron una torta con ellos y que la decisión los deja sin margen para crecer y atender sus propias necesidades. Básicamente, les están diciendo que se socaran la faja mientras ven cómo parte de "su" aumento se redistribuye.
Diay, al final del día, parece que la cobija no alcanza para todos, y la estrategia fue quitársela un poco al más grande para tapar a los demás. Conare defiende que es un acto de solidaridad y visión país para fortalecer el sistema en su conjunto. La UCR, por su parte, argumenta que su tamaño y su matrícula masiva justifican cada colón y que este recorte, aunque porcentualmente pequeño, representa miles de millones que impactan directamente su operación. La pregunta del millón para nosotros en el foro es: ¿Tiene razón la UCR en sentirse salada con esta repartición, o es un ajuste necesario y valiente para que las otras U públicas también crezcan? ¿Es una repartición más justa o simplemente le están quitando a un santo para vestir a otro? ¡Abro debate, maes!