Maes, agarren silla porque el novelón de esta semana está bueno. Resulta que la Contraloría General de la República, esa gente que uno se imagina con viseras verdes y calculadoras gigantes, le acaba de tirar un baldazo de agua fría a los genios del Ministerio de Hacienda. ¿Se acuerdan de todos esos discursos sobre la economía robusta y las finanzas sanas? Bueno, parece que los números con los que nos han estado haciendo el cuento no estaban tan bien maquillados como creíamos. La Contra acaba de publicar un informe que, en buen tico, dice que las cuentas del Estado son un despiche monumental y que la realidad económica que nos pintan es más ficción que otra cosa.
Aquí es donde la vara se pone fea y uno no sabe si reír o llorar. El informe de la Contraloría es una lista de mercado de tortas contables. Habla de “diferencias, omisiones y situaciones de incertidumbre”. Traducido: hay un desorden de proporciones épicas. Imagínense esta joya: encontraron más de 3,500 terrenos de escuelas y coles que el Ministerio de Educación Pública (MEP) ni siquiera se había molestado en inscribir a su nombre. O sea, miles de propiedades del Estado flotando en un limbo legal. Pero esperen, que hay más. Hay activos mal clasificados por todo lado, carreteras que no se contabilizan desde el 2015 (¿diay, es que se evaporaron?) y, para rematar, revaluaciones de activos por ¢5,7 BILLONES (con B de ¡bestialidad!) que no tienen ni un solo papelito de respaldo técnico. Es como si yo dijera que mi choza vale mil millones de dólares solo porque se me ocurrió.
Pero la cereza del pastel, el punto que de verdad debería preocuparnos a todos, es el enredo con la Caja. Mae, esto ya es personal. Según la Contraloría, hay un desfase de ¢3,2 billones en las cifras de la deuda del Estado con la Caja Costarricense de Seguro Social. ¡¢3,2 billones! No estamos hablando de un error de redondeo, estamos hablando de una cantidad de plata que podría cambiarle la cara a nuestro sistema de salud. Esta es la plata de nuestras pensiones, de nuestros hospitales, de los EBAIS que a veces se caen a pedazos. Que exista tal nivel de inconsistencia en una cuenta tan sagrada como la de la Caja no es solo jalarse una torta, es una falta de respeto para cada uno de los que pagamos el seguro mes a mes con nuestro brete.
Y ahora, la mejor parte: la respuesta del ministro. Cuando DIARIO EXTRA le preguntó al jerarca de Hacienda, Rudolf Lücke, sobre este desmadre, su defensa fue, básicamente, quitarse el tiro. Aclaró que el informe habla de “estados financieros consolidados”, lo que significa que son los datos de todo el Gobierno y que, por lo tanto, no es bronca solo de Hacienda llevar ese control. O sea, el mae que está al mando de la billetera del país nos dice que él no es el único responsable de que la billetera esté llena de cuentas de cobro falsas y billetes de Monopolio. Es una jugada clásica de lavarse las manos, de diluir la responsabilidad hasta que no sea de nadie. Una excusa que, francamente, insulta la inteligencia de la gente.
Al final del día, esta vara va más allá de un simple informe técnico o un pleito entre instituciones. Esto se trata de la credibilidad del país. ¿Cómo podemos tomar decisiones importantes sobre impuestos, inversión pública o recortes si ni siquiera el propio Gobierno sabe con certeza cuánta plata tiene, cuánto debe o qué chunches le pertenecen? Este desorden no solo genera desconfianza, sino que abre la puerta a cualquier cantidad de irregularidades. La transparencia no es una opción, es una obligación, y lo que la Contraloría acaba de revelar es que estamos navegando a ciegas con un capitán que dice que el hueco en el casco no es solo problema de él. Así que, les pregunto a ustedes, maes:
¿Creen que la excusa del ministro es válida o es simplemente la típica jugada política de “yo no fui”? ¿Qué tan grave ven este despiche para la confianza en la administración actual?
Aquí es donde la vara se pone fea y uno no sabe si reír o llorar. El informe de la Contraloría es una lista de mercado de tortas contables. Habla de “diferencias, omisiones y situaciones de incertidumbre”. Traducido: hay un desorden de proporciones épicas. Imagínense esta joya: encontraron más de 3,500 terrenos de escuelas y coles que el Ministerio de Educación Pública (MEP) ni siquiera se había molestado en inscribir a su nombre. O sea, miles de propiedades del Estado flotando en un limbo legal. Pero esperen, que hay más. Hay activos mal clasificados por todo lado, carreteras que no se contabilizan desde el 2015 (¿diay, es que se evaporaron?) y, para rematar, revaluaciones de activos por ¢5,7 BILLONES (con B de ¡bestialidad!) que no tienen ni un solo papelito de respaldo técnico. Es como si yo dijera que mi choza vale mil millones de dólares solo porque se me ocurrió.
Pero la cereza del pastel, el punto que de verdad debería preocuparnos a todos, es el enredo con la Caja. Mae, esto ya es personal. Según la Contraloría, hay un desfase de ¢3,2 billones en las cifras de la deuda del Estado con la Caja Costarricense de Seguro Social. ¡¢3,2 billones! No estamos hablando de un error de redondeo, estamos hablando de una cantidad de plata que podría cambiarle la cara a nuestro sistema de salud. Esta es la plata de nuestras pensiones, de nuestros hospitales, de los EBAIS que a veces se caen a pedazos. Que exista tal nivel de inconsistencia en una cuenta tan sagrada como la de la Caja no es solo jalarse una torta, es una falta de respeto para cada uno de los que pagamos el seguro mes a mes con nuestro brete.
Y ahora, la mejor parte: la respuesta del ministro. Cuando DIARIO EXTRA le preguntó al jerarca de Hacienda, Rudolf Lücke, sobre este desmadre, su defensa fue, básicamente, quitarse el tiro. Aclaró que el informe habla de “estados financieros consolidados”, lo que significa que son los datos de todo el Gobierno y que, por lo tanto, no es bronca solo de Hacienda llevar ese control. O sea, el mae que está al mando de la billetera del país nos dice que él no es el único responsable de que la billetera esté llena de cuentas de cobro falsas y billetes de Monopolio. Es una jugada clásica de lavarse las manos, de diluir la responsabilidad hasta que no sea de nadie. Una excusa que, francamente, insulta la inteligencia de la gente.
Al final del día, esta vara va más allá de un simple informe técnico o un pleito entre instituciones. Esto se trata de la credibilidad del país. ¿Cómo podemos tomar decisiones importantes sobre impuestos, inversión pública o recortes si ni siquiera el propio Gobierno sabe con certeza cuánta plata tiene, cuánto debe o qué chunches le pertenecen? Este desorden no solo genera desconfianza, sino que abre la puerta a cualquier cantidad de irregularidades. La transparencia no es una opción, es una obligación, y lo que la Contraloría acaba de revelar es que estamos navegando a ciegas con un capitán que dice que el hueco en el casco no es solo problema de él. Así que, les pregunto a ustedes, maes:
¿Creen que la excusa del ministro es válida o es simplemente la típica jugada política de “yo no fui”? ¿Qué tan grave ven este despiche para la confianza en la administración actual?
