Mae, hay que ponerle atención a esta vara, porque parece sacada de una película, pero de esas donde los malos no son tan brillantes como creen. ¿Se acuerdan de aquel robo millonario de un camión lleno de cigarros en Tibás? Diay, el chisme es que el OIJ acaba de pescar a otro de los presuntos cerebritos detrás del golpe. El asunto es que, entre más detalles salen a la luz, uno no sabe si aplaudir el brete de los judiciales o preguntarse cómo es que a estos maes se les ocurrió un plan tan grande para terminar cometiendo errores de principiante. ¡Qué torta!
Vamos a recapitular el despiche para los que andan perdidos. En febrero, un grupo de tipos se mandó a lo grande: interceptaron un camión repartidor en Tibás y se lo llevaron con todo y un cargamento de cigarros valorado en 55 melones. ¡Cincuenta y cinco! Uno se imagina una operación de alto calibre, con planificación milimétrica y una estrategia de escape a prueba de balas. Y por un momento, casi lo logran. El camión, o el chunche que quedó de él, apareció tiempo después hecho leña en Atenas, completamente quemado. La jugada clásica para borrar evidencia. Hasta ahí, uno diría que la tenían clara, ¿verdad?
Pero aquí es donde la película se pone buena y el guion empieza a hacer aguas. Resulta que el OIJ no se quedó de brazos cruzados y, tras meses de seguimiento, le cayeron esta semana a un sujeto de apellido Morera. Y aquí viene lo mejor: en el allanamiento, ¿qué encontraron? Tres celulares y, agárrense, ¡la misma ropa que supuestamente usó el día del asalto! Mae, hay que ser bien salado (o bien confiado) para guardar un suvenir así de un brete de 55 millones. Es como si el mae quisiera tener un recuerdito para contarle a los nietos. Con esa jugada, prácticamente le puso un lazo de regalo al paquete de pruebas que el OIJ le venía armando.
Y la cosa no para ahí. Este no es el primer involucrado que cae. Ya en mayo habían detenido a otro de los supuestos socios, que por cierto, está guardado en prisión preventiva. Esto demuestra dos cosas: primero, que el OIJ ha estado tejiendo fino y no ha soltado el caso; y segundo, que el plan maestro de estos señores se fue al traste por completo. Lo que empezó como un golpe millonario que los iba a hacer ricos, se está convirtiendo en un desfile de sospechosos camino al Ministerio Público. La vara es que cuando uno de los eslabones de la cadena se rompe, el resto empieza a caer como un dominó.
Ahora Morera está a las órdenes de la Fiscalía para que le definan su situación, pero con un compinche ya en preventiva y las pruebas que encontraron, el panorama no pinta nada bien para él. Esto me deja pensando, maes. Por un lado, se necesita coraje y cierta planificación para robarse un camión con un cargamento tan valioso. Pero por otro, ¿de qué sirve todo eso si después guardas la evidencia en tu propia casa? Es una contradicción que no logro entender. Así que les tiro la pregunta al foro: ¿Ustedes qué creen? ¿Estamos ante una banda de criminales que simplemente tuvo mala suerte, o desde el principio eran un grupo de improvisados a los que el plan les quedó demasiado grande?
Vamos a recapitular el despiche para los que andan perdidos. En febrero, un grupo de tipos se mandó a lo grande: interceptaron un camión repartidor en Tibás y se lo llevaron con todo y un cargamento de cigarros valorado en 55 melones. ¡Cincuenta y cinco! Uno se imagina una operación de alto calibre, con planificación milimétrica y una estrategia de escape a prueba de balas. Y por un momento, casi lo logran. El camión, o el chunche que quedó de él, apareció tiempo después hecho leña en Atenas, completamente quemado. La jugada clásica para borrar evidencia. Hasta ahí, uno diría que la tenían clara, ¿verdad?
Pero aquí es donde la película se pone buena y el guion empieza a hacer aguas. Resulta que el OIJ no se quedó de brazos cruzados y, tras meses de seguimiento, le cayeron esta semana a un sujeto de apellido Morera. Y aquí viene lo mejor: en el allanamiento, ¿qué encontraron? Tres celulares y, agárrense, ¡la misma ropa que supuestamente usó el día del asalto! Mae, hay que ser bien salado (o bien confiado) para guardar un suvenir así de un brete de 55 millones. Es como si el mae quisiera tener un recuerdito para contarle a los nietos. Con esa jugada, prácticamente le puso un lazo de regalo al paquete de pruebas que el OIJ le venía armando.
Y la cosa no para ahí. Este no es el primer involucrado que cae. Ya en mayo habían detenido a otro de los supuestos socios, que por cierto, está guardado en prisión preventiva. Esto demuestra dos cosas: primero, que el OIJ ha estado tejiendo fino y no ha soltado el caso; y segundo, que el plan maestro de estos señores se fue al traste por completo. Lo que empezó como un golpe millonario que los iba a hacer ricos, se está convirtiendo en un desfile de sospechosos camino al Ministerio Público. La vara es que cuando uno de los eslabones de la cadena se rompe, el resto empieza a caer como un dominó.
Ahora Morera está a las órdenes de la Fiscalía para que le definan su situación, pero con un compinche ya en preventiva y las pruebas que encontraron, el panorama no pinta nada bien para él. Esto me deja pensando, maes. Por un lado, se necesita coraje y cierta planificación para robarse un camión con un cargamento tan valioso. Pero por otro, ¿de qué sirve todo eso si después guardas la evidencia en tu propia casa? Es una contradicción que no logro entender. Así que les tiro la pregunta al foro: ¿Ustedes qué creen? ¿Estamos ante una banda de criminales que simplemente tuvo mala suerte, o desde el principio eran un grupo de improvisados a los que el plan les quedó demasiado grande?
