Diay maes, ¿se acuerdan del novelón de la Caja con la adjudicación de un montón de EBAIS? Aquel despiche que tenía a los sindicatos pegando el grito al cielo y a media Costa Rica preguntándose qué iba a pasar con su seguro. Bueno, parece que ese capítulo ya tiene un ganador claro, y su nombre es Marta Esquivel. El Tribunal Contencioso Administrativo acaba de dar un manotazo en la mesa y dijo: "aquí no ha pasado nada, el proceso sigue". Con esto, le dieron luz verde a la adjudicación a cooperativas y una asociación, y de paso, le dieron un espaldarazo gigante a la exjefa de la Caja.
Como era de esperarse, doña Marta no se quedó callada. Salió a celebrar el fallo como si fuera un gol de la Sele en el último minuto. Y la verdad, para ella, probablemente lo es. En sus propias palabras, la resolución demuestra que durante su gestión no se jalaron ninguna torta. Dijo que quedó clarísimo que no hubo justificación para alegar daños a la plata pública ni los famosos sobreprecios de los que tanto hablaban los sindicatos. Para Esquivel, esto es más que una victoria legal; es una reivindicación personal. Se le nota en el tono, sacando pecho y sintiéndose a cachete con una decisión que, según ella, confirma que iba por el camino correcto para "proteger el derecho a la salud".
Pero seamos honestos, esta vara va mucho más allá de un simple fallo judicial sobre un contrato. Esto es política pura y dura. Esquivel no perdió ni un segundo en convertir su victoria legal en capital político. Soltó frases que son dinamita pura en el ambiente actual, como "la verdad siempre encuentra su camino" y "aunque trataron de callarme, aquí sigo". ¡Tome chichí! Es un mensaje directo, sin escalas, para todos los que la criticaron y la señalaron durante su paso, a veces turbulento, por la presidencia de la CCSS. Está dejando claro que no solo no se va a ningún lado, sino que piensa seguir dando la pelea con más fuerza. Y con este gane en el bolsillo, tiene municiones de sobra.
Mientras Esquivel celebra, del otro lado de la acera la cosa no está tan tuanis. Los sindicatos, que fueron los que pusieron el freno de mano legal, se quedaron viendo para el ciprés. Su principal argumento era que el proceso estaba mal hecho, que era un mal negocio para la Caja y, por ende, para todos nosotros. Pero el Tribunal les dijo que no, que sus argumentos no tenían el peso suficiente. La resolución básicamente dice que lo más importante es garantizar que la gente siga teniendo su EBAIS funcionando, y que el proceso de adjudicación fue técnica y financieramente sólido. Esto deja a los grupos sindicales en una posición bastante incómoda y sin mucho margen para seguir peleando por esta vía.
Al final del día, lo que nos queda a los asegurados es una mezcla de alivio y duda. Por un lado, ¡qué chiva! que se garantice la continuidad de los servicios y que miles de personas no se queden sin su atención médica básica. Eso es lo primordial. Pero por otro, esta saga nos recuerda que la Caja es un campo de batalla político constante. La victoria de Esquivel es la derrota de otros, y en medio quedamos nosotros, esperando que las decisiones que se tomen, sean de quien sean, realmente se traduzcan en un mejor servicio de salud y no solo en puntos para el próximo round electoral. La cortina de la mentira, como dice Esquivel, quizás se esté cayendo, pero el show político, ese, parece que apenas comienza.
Como era de esperarse, doña Marta no se quedó callada. Salió a celebrar el fallo como si fuera un gol de la Sele en el último minuto. Y la verdad, para ella, probablemente lo es. En sus propias palabras, la resolución demuestra que durante su gestión no se jalaron ninguna torta. Dijo que quedó clarísimo que no hubo justificación para alegar daños a la plata pública ni los famosos sobreprecios de los que tanto hablaban los sindicatos. Para Esquivel, esto es más que una victoria legal; es una reivindicación personal. Se le nota en el tono, sacando pecho y sintiéndose a cachete con una decisión que, según ella, confirma que iba por el camino correcto para "proteger el derecho a la salud".
Pero seamos honestos, esta vara va mucho más allá de un simple fallo judicial sobre un contrato. Esto es política pura y dura. Esquivel no perdió ni un segundo en convertir su victoria legal en capital político. Soltó frases que son dinamita pura en el ambiente actual, como "la verdad siempre encuentra su camino" y "aunque trataron de callarme, aquí sigo". ¡Tome chichí! Es un mensaje directo, sin escalas, para todos los que la criticaron y la señalaron durante su paso, a veces turbulento, por la presidencia de la CCSS. Está dejando claro que no solo no se va a ningún lado, sino que piensa seguir dando la pelea con más fuerza. Y con este gane en el bolsillo, tiene municiones de sobra.
Mientras Esquivel celebra, del otro lado de la acera la cosa no está tan tuanis. Los sindicatos, que fueron los que pusieron el freno de mano legal, se quedaron viendo para el ciprés. Su principal argumento era que el proceso estaba mal hecho, que era un mal negocio para la Caja y, por ende, para todos nosotros. Pero el Tribunal les dijo que no, que sus argumentos no tenían el peso suficiente. La resolución básicamente dice que lo más importante es garantizar que la gente siga teniendo su EBAIS funcionando, y que el proceso de adjudicación fue técnica y financieramente sólido. Esto deja a los grupos sindicales en una posición bastante incómoda y sin mucho margen para seguir peleando por esta vía.
Al final del día, lo que nos queda a los asegurados es una mezcla de alivio y duda. Por un lado, ¡qué chiva! que se garantice la continuidad de los servicios y que miles de personas no se queden sin su atención médica básica. Eso es lo primordial. Pero por otro, esta saga nos recuerda que la Caja es un campo de batalla político constante. La victoria de Esquivel es la derrota de otros, y en medio quedamos nosotros, esperando que las decisiones que se tomen, sean de quien sean, realmente se traduzcan en un mejor servicio de salud y no solo en puntos para el próximo round electoral. La cortina de la mentira, como dice Esquivel, quizás se esté cayendo, pero el show político, ese, parece que apenas comienza.