Maes, hay que hablar de una vara que pasó ayer en Heredia, porque fue la definición de Costa Rica en una sola imagen. Caía un baldazo que para qué les cuento, de esos que uno ve por la ventana y lo único que provoca es hacerse un café y poner Netflix. La CNE ya había tirado la alerta amarilla y el cielo no daba tregua. Pero diay, como buenos ticos, ¿ustedes creen que eso iba a agüevar la fiesta patria? Para nada. Ver a los güilas de cole, a los pacos, a la gente del OIJ y hasta a los Bomberos, todos empapados pero con una sonrisa de oreja a oreja, pasándose la Antorcha de la Independencia... eso, señores, es la definición de ¡qué nivel!
Y uno a veces se pone a pensar, ¿cuál es la vara con correr bajo la lluvia con una antorcha? Más allá del despiche vial que se arma (seamos honestos), ¿qué significa todo este brete? Y la respuesta es que este ritual es mucho más que un simple desfile. No es solo un chunche con fuego que se pasa de mano en mano. Es un recordatorio de que la libertad no nos llegó por Amazon Prime con entrega al día siguiente. Es la memoria viva de esos maes que hace más de 200 años se la jugaron a puro galope, sin Waze ni nada, para traer el chisme que definiría nuestro futuro. Cada zancada bajo la lluvia es un homenaje a esa carrera original, un acto que nos conecta directamente con el nacimiento de este país.
Para los que no se sabían el cuento completo, esta tradición tiene su historia. Aunque la Antorcha se declaró Símbolo Patrio oficialmente hasta el 2005, la costumbre de traerla recorriendo Centroamérica viene desde 1964. Es un viaje larguísimo que arranca en Guatemala y termina, como debe ser, en la vieja metrópoli, Cartago. Lo más interesante es que no siempre se ha podido hacer; en el pasado, las broncas y conflictos en algunos de los países vecinos impidieron que la llama completara su recorrido. Por eso, el hecho de que hoy siga pasando, que el fuego no se apague en todo ese trecho, es un mensaje demasiado tuanis de unión y paz en una región que a veces se nos olvida lo mucho que compartimos.
Pero volviendo a Heredia, porque esa fue la escena de ayer. La imagen es demasiado carga. No es solo "la institución" corriendo; es verle la cara a la gente. El oficial de la Fuerza Pública con el uniforme de gala todo mojado, el pelo pegado a la frente, pero la cara de orgullo intacta. La estudiante de décimo, probablemente muerta de frío, pero con los ojos iluminados por la llama que lleva en la mano. No es solo "el OIJ", "los Bomberos" o "los estudiantes"; son maes y güilas de nuestros barrios, nuestros vecinos, recordándonos que el país lo construimos todos, todos los días. Es ese ADN tico que sale a flote: el de apuntarse, el de ponerle bonito aunque el cielo se esté cayendo. ¡Pura vida en su máxima expresión!
Al final del día, la Antorcha es más que una tradición que nos genera presas una vez al año. Es un espejo. Ayer, en medio del aguacero en Heredia, ese espejo nos devolvió una imagen increíble: la de un pueblo que, a pesar de los problemas, las críticas y los baldazos (literales y metafóricos), todavía siente un orgullo profundo por su historia y no duda en salir a la calle para celebrarlo. Ese fervor patrio del que tanto se habla no es un chunche que se saca del clóset en setiembre; es esa garra, esa resiliencia que nos caracteriza. Así que, les tiro la pregunta al foro: ¿Cuál es el recuerdo más chiva que tienen de la Antorcha? ¿Les tocó correr con ella en el cole, se quedaron pegados en la presa viéndola pasar, o son de los que dicen que es una pura bulla? ¡Cuenten todo!
Y uno a veces se pone a pensar, ¿cuál es la vara con correr bajo la lluvia con una antorcha? Más allá del despiche vial que se arma (seamos honestos), ¿qué significa todo este brete? Y la respuesta es que este ritual es mucho más que un simple desfile. No es solo un chunche con fuego que se pasa de mano en mano. Es un recordatorio de que la libertad no nos llegó por Amazon Prime con entrega al día siguiente. Es la memoria viva de esos maes que hace más de 200 años se la jugaron a puro galope, sin Waze ni nada, para traer el chisme que definiría nuestro futuro. Cada zancada bajo la lluvia es un homenaje a esa carrera original, un acto que nos conecta directamente con el nacimiento de este país.
Para los que no se sabían el cuento completo, esta tradición tiene su historia. Aunque la Antorcha se declaró Símbolo Patrio oficialmente hasta el 2005, la costumbre de traerla recorriendo Centroamérica viene desde 1964. Es un viaje larguísimo que arranca en Guatemala y termina, como debe ser, en la vieja metrópoli, Cartago. Lo más interesante es que no siempre se ha podido hacer; en el pasado, las broncas y conflictos en algunos de los países vecinos impidieron que la llama completara su recorrido. Por eso, el hecho de que hoy siga pasando, que el fuego no se apague en todo ese trecho, es un mensaje demasiado tuanis de unión y paz en una región que a veces se nos olvida lo mucho que compartimos.
Pero volviendo a Heredia, porque esa fue la escena de ayer. La imagen es demasiado carga. No es solo "la institución" corriendo; es verle la cara a la gente. El oficial de la Fuerza Pública con el uniforme de gala todo mojado, el pelo pegado a la frente, pero la cara de orgullo intacta. La estudiante de décimo, probablemente muerta de frío, pero con los ojos iluminados por la llama que lleva en la mano. No es solo "el OIJ", "los Bomberos" o "los estudiantes"; son maes y güilas de nuestros barrios, nuestros vecinos, recordándonos que el país lo construimos todos, todos los días. Es ese ADN tico que sale a flote: el de apuntarse, el de ponerle bonito aunque el cielo se esté cayendo. ¡Pura vida en su máxima expresión!
Al final del día, la Antorcha es más que una tradición que nos genera presas una vez al año. Es un espejo. Ayer, en medio del aguacero en Heredia, ese espejo nos devolvió una imagen increíble: la de un pueblo que, a pesar de los problemas, las críticas y los baldazos (literales y metafóricos), todavía siente un orgullo profundo por su historia y no duda en salir a la calle para celebrarlo. Ese fervor patrio del que tanto se habla no es un chunche que se saca del clóset en setiembre; es esa garra, esa resiliencia que nos caracteriza. Así que, les tiro la pregunta al foro: ¿Cuál es el recuerdo más chiva que tienen de la Antorcha? ¿Les tocó correr con ella en el cole, se quedaron pegados en la presa viéndola pasar, o son de los que dicen que es una pura bulla? ¡Cuenten todo!
