Maes, ojo al cristo porque la cosa está seria. A veces uno anda navegando por Internet y se topa con anuncios que prometen la octava maravilla del mundo, ¿verdad? Pues diay, el Ministerio de Salud acaba de jalar el freno de mano y nos está advirtiendo sobre uno de esos "productos milagro" que es un puro cuento chino. Se llama Otoryx, unas supuestas tabletas para mejorar la audición, y la bronca es que se están vendiendo aquí como si nada, cuando en realidad son más ilegales que un viernes feriado en media pandemia. ¡Qué torta que la gente se aproveche así de la necesidad de otros!
Para que entiendan la vara: este chunche, Otoryx, no tiene registro sanitario. Y si algo nos enseñaron en la escuela es que sin ese bendito papelito del Ministerio, un producto de estos no es más que un misterio en una caja. Según la publicidad que le hacen en un montón de páginas web todas sospechosas, las pastillas son una mezcla de eucalipto, romero, Ginkgo biloba y un poco de vitaminas. Suena casi como el té que te haría la abuela para la gripe, pero lo venden como la solución mágica para problemas de audición. El problema es que, al no estar registrado, nadie en Costa Rica ha verificado si de verdad contiene eso, si las dosis son seguras o si, en el peor de los casos, trae algún contaminante que te pueda dejar peor de lo que estabas.
Aquí es donde la cosa se pone fea. Que un producto no tenga registro sanitario es el equivalente a comprarle el almuerzo a un desconocido en un callejón oscuro. No tenés la más mínima idea de cómo se fabricó, dónde se almacenó, ni qué carajos tiene adentro. El Ministerio de Salud es clarísimo en esto: su uso podría causar desde reacciones alérgicas hasta interacciones peligrosas con otros medicamentos que sí estás tomando por recomendación de un doctor. Es un despiche anunciado. Prometen una cura, pero lo único garantizado es el riesgo, porque nadie responde si algo sale mal. Estás completamente a ciegas, confiando en una página web que mañana podría desaparecer sin dejar rastro.
Y esta es una jugada clásica que vemos una y otra vez. Se aprovechan de la etiqueta "100% natural" para generar una falsa sensación de seguridad. Mucha gente piensa "si es de plantitas, no puede ser malo", pero se les olvida que el veneno también viene de las plantas. El peligro de estos productos ilegales es doble: no solo te pueden hacer daño directamente, sino que también pueden hacer que una persona abandone o retrase un tratamiento médico real y efectivo por perseguir una solución mágica. La Ley General de Salud es súper estricta con esto y prohíbe de cabo a rabo la venta de cualquier vara sin registro. Los que se dedican a este brete se exponen a que les cierren el local, a multas gigantes y hasta a broncas penales.
Así que, en resumen, el mensaje del Ministerio es simple y al grano: si ven por ahí el famoso Otoryx, ni se les ocurra comprarlo, y mucho menos consumirlo. Si por salado ya cayeron y tienen un frasco en la casa, lo más responsable es llevar ese chereque al Área Rectora de Salud más cercana para que ellos se encarguen. Y la recomendación de siempre, maes: desconfíen de todo lo que suena demasiado bueno para ser verdad. Antes de meterse cualquier cosa al cuerpo, revisen que tenga registro sanitario en la página oficial de registrelo.go.cr. No cuesta nada y te puede salvar de un problemón. Si han visto dónde lo venden, pueden denunciarlo al correo [email protected].
Maes, y ahora la pregunta del millón para debatir aquí en el foro: ¿Por qué creen que la gente sigue cayendo en estas trampas? ¿Es por pura desesperación, falta de información, o simplemente porque el cuento que venden es demasiado bueno para no querer creerlo?
Para que entiendan la vara: este chunche, Otoryx, no tiene registro sanitario. Y si algo nos enseñaron en la escuela es que sin ese bendito papelito del Ministerio, un producto de estos no es más que un misterio en una caja. Según la publicidad que le hacen en un montón de páginas web todas sospechosas, las pastillas son una mezcla de eucalipto, romero, Ginkgo biloba y un poco de vitaminas. Suena casi como el té que te haría la abuela para la gripe, pero lo venden como la solución mágica para problemas de audición. El problema es que, al no estar registrado, nadie en Costa Rica ha verificado si de verdad contiene eso, si las dosis son seguras o si, en el peor de los casos, trae algún contaminante que te pueda dejar peor de lo que estabas.
Aquí es donde la cosa se pone fea. Que un producto no tenga registro sanitario es el equivalente a comprarle el almuerzo a un desconocido en un callejón oscuro. No tenés la más mínima idea de cómo se fabricó, dónde se almacenó, ni qué carajos tiene adentro. El Ministerio de Salud es clarísimo en esto: su uso podría causar desde reacciones alérgicas hasta interacciones peligrosas con otros medicamentos que sí estás tomando por recomendación de un doctor. Es un despiche anunciado. Prometen una cura, pero lo único garantizado es el riesgo, porque nadie responde si algo sale mal. Estás completamente a ciegas, confiando en una página web que mañana podría desaparecer sin dejar rastro.
Y esta es una jugada clásica que vemos una y otra vez. Se aprovechan de la etiqueta "100% natural" para generar una falsa sensación de seguridad. Mucha gente piensa "si es de plantitas, no puede ser malo", pero se les olvida que el veneno también viene de las plantas. El peligro de estos productos ilegales es doble: no solo te pueden hacer daño directamente, sino que también pueden hacer que una persona abandone o retrase un tratamiento médico real y efectivo por perseguir una solución mágica. La Ley General de Salud es súper estricta con esto y prohíbe de cabo a rabo la venta de cualquier vara sin registro. Los que se dedican a este brete se exponen a que les cierren el local, a multas gigantes y hasta a broncas penales.
Así que, en resumen, el mensaje del Ministerio es simple y al grano: si ven por ahí el famoso Otoryx, ni se les ocurra comprarlo, y mucho menos consumirlo. Si por salado ya cayeron y tienen un frasco en la casa, lo más responsable es llevar ese chereque al Área Rectora de Salud más cercana para que ellos se encarguen. Y la recomendación de siempre, maes: desconfíen de todo lo que suena demasiado bueno para ser verdad. Antes de meterse cualquier cosa al cuerpo, revisen que tenga registro sanitario en la página oficial de registrelo.go.cr. No cuesta nada y te puede salvar de un problemón. Si han visto dónde lo venden, pueden denunciarlo al correo [email protected].
Maes, y ahora la pregunta del millón para debatir aquí en el foro: ¿Por qué creen que la gente sigue cayendo en estas trampas? ¿Es por pura desesperación, falta de información, o simplemente porque el cuento que venden es demasiado bueno para no querer creerlo?