Mae, la carrera presidencial ni siquiera ha empezado a calentar motores y ya se están tirando con todo, hasta con el chunche de la cocina. El primer round de sombra en la esquina del progresismo tico nos lo acaban de regalar Ariel Robles, del Frente Amplio, y Claudia Dobles, del PAC. Y si esto es un adelanto de lo que nos espera para el 2025, mejor nos vamos sentando y agarramos palco, porque la cosa promete más drama que novela de las nueve.
La vara es que en una entrevista en Extra Radio, a Robles le soltaron la pregunta del millón: ¿su campaña va a ser “antichavista”? Una pregunta con trampa, porque si dice que sí, lo tachan de no tener propuesta, y si dice que no, parece que le está bajando el tono al gobierno. El diputado, que no tiene un pelo de tonto, salió jugando con una finta de crack. Dijo que no, porque una campaña que solo se basa en ir en contra de alguien, el día que gana no sabe qué hacer. Hasta ahí, todo bien. Un análisis político bastante sensato, la verdad. Pero diay, después de la carnita, vino el filazo.
Justo después de aclarar su punto, Robles soltó la frase que encendió la pradera: “Hemos sido oposición de Rodrigo Chaves, posiblemente la más clara y evidente. No una que se bajó de un avión y apareció ahorita hace como 3 días diciendo que ya basta”. ¡Boom! Un misil teledirigido con nombre y apellido: Claudia Dobles. No hay que ser un genio para conectar los puntos. Se refiere, clarísimo, a la ex Primera Dama, que recién aterrizó de sacar títulos en Harvard y el MIT, y cuyo primer acto de campaña fue un video que se hizo viral. Seguro ya lo vieron: ella, con cara de indignación, viendo a Chaves y a Laura Fernández en una pantalla, para luego pararse dramáticamente y soltar un “¡Ya basta!”. Casi que le faltó la capa para salir volando a salvar el país.
Lo que hace Robles con esa frase es mucho más que un simple ataque. Es una jugada maestra para definir el campo de batalla de la legitimidad. Él se está posicionando como la oposición “auténtica”, la que se quedó aquí haciendo el brete duro, la que, en sus propias palabras, se llevó “los disparos” mientras otros estaban, literalmente, en otro país. Está pintando a Dobles como una opositora de ocasión, una figura que llega tarde a la fiesta y quiere ser la protagonista. Es un golpe directo a la narrativa de “salvadora” que ella intenta construir, cuestionando si se puede liderar una lucha en la que no se ha estado presente en el día a día.
Al final, ¿qué nos deja todo esto? Pues un despiche, para variar. El sector que debería presentarse como una alternativa unida al oficialismo empieza la carrera presidencial más fracturado que nunca. Esto no es solo un pleito entre Ariel y Claudia; es el choque de dos visiones. Por un lado, la oposición de trinchera, la que se considera forjada en el barro de la Asamblea Legislativa. Por otro, la oposición que regresa con credenciales académicas de lujo y una imagen fresca, pero que ahora tendrá que defenderse de la acusación de ser una “oposición de aeropuerto”. La pregunta es cuál de las dos narrativas le va a calar más a un electorado que ya está hasta el copete de la politiquería. Y esta vara, maes, apenas comienza.
Ustedes qué dicen, ¿tiene razón Robles en tirar esa piedra para marcar su territorio? ¿O es una jugada sucia que solo debilita a la oposición en general? ¿Pesa más el que se quedó aquí “llevando palo” o el que viene de afuera con nuevas ideas? Los leo en los comentarios.
La vara es que en una entrevista en Extra Radio, a Robles le soltaron la pregunta del millón: ¿su campaña va a ser “antichavista”? Una pregunta con trampa, porque si dice que sí, lo tachan de no tener propuesta, y si dice que no, parece que le está bajando el tono al gobierno. El diputado, que no tiene un pelo de tonto, salió jugando con una finta de crack. Dijo que no, porque una campaña que solo se basa en ir en contra de alguien, el día que gana no sabe qué hacer. Hasta ahí, todo bien. Un análisis político bastante sensato, la verdad. Pero diay, después de la carnita, vino el filazo.
Justo después de aclarar su punto, Robles soltó la frase que encendió la pradera: “Hemos sido oposición de Rodrigo Chaves, posiblemente la más clara y evidente. No una que se bajó de un avión y apareció ahorita hace como 3 días diciendo que ya basta”. ¡Boom! Un misil teledirigido con nombre y apellido: Claudia Dobles. No hay que ser un genio para conectar los puntos. Se refiere, clarísimo, a la ex Primera Dama, que recién aterrizó de sacar títulos en Harvard y el MIT, y cuyo primer acto de campaña fue un video que se hizo viral. Seguro ya lo vieron: ella, con cara de indignación, viendo a Chaves y a Laura Fernández en una pantalla, para luego pararse dramáticamente y soltar un “¡Ya basta!”. Casi que le faltó la capa para salir volando a salvar el país.
Lo que hace Robles con esa frase es mucho más que un simple ataque. Es una jugada maestra para definir el campo de batalla de la legitimidad. Él se está posicionando como la oposición “auténtica”, la que se quedó aquí haciendo el brete duro, la que, en sus propias palabras, se llevó “los disparos” mientras otros estaban, literalmente, en otro país. Está pintando a Dobles como una opositora de ocasión, una figura que llega tarde a la fiesta y quiere ser la protagonista. Es un golpe directo a la narrativa de “salvadora” que ella intenta construir, cuestionando si se puede liderar una lucha en la que no se ha estado presente en el día a día.
Al final, ¿qué nos deja todo esto? Pues un despiche, para variar. El sector que debería presentarse como una alternativa unida al oficialismo empieza la carrera presidencial más fracturado que nunca. Esto no es solo un pleito entre Ariel y Claudia; es el choque de dos visiones. Por un lado, la oposición de trinchera, la que se considera forjada en el barro de la Asamblea Legislativa. Por otro, la oposición que regresa con credenciales académicas de lujo y una imagen fresca, pero que ahora tendrá que defenderse de la acusación de ser una “oposición de aeropuerto”. La pregunta es cuál de las dos narrativas le va a calar más a un electorado que ya está hasta el copete de la politiquería. Y esta vara, maes, apenas comienza.
Ustedes qué dicen, ¿tiene razón Robles en tirar esa piedra para marcar su territorio? ¿O es una jugada sucia que solo debilita a la oposición en general? ¿Pesa más el que se quedó aquí “llevando palo” o el que viene de afuera con nuevas ideas? Los leo en los comentarios.
