Maes, levante la mano el que no se ha quedado pegado en alguna de las famosas rotondas de la Ruta 32, especialmente en Pococí. Esas parideras de presas que parecen diseñadas por el enemigo tienen los días contados. O bueno, eso es lo que nos prometen. El MOPT por fin se puso las pilas y ya soltó la noticia: van a volar cuatro de esas rotondas para poner, en su lugar, unos señores pasos a desnivel. La vara suena tuanis, ¿verdad? Se trata de los cruces en La Trocha, Calle 1, Jiménez y el de Siquirres. El único detallito es que para ver esta maravilla hecha realidad, vamos a tener que armarnos de una paciencia nivel monje tibetano, porque las obras estarían listas, con suerte, entre diciembre de 2026 y febrero de 2027.
Vamos al grano, porque aquí el diablo está en los detalles y en la tramitología. El MOPT ya tiró el cartel de licitación, y el cronograma es, digamos, “ambicioso”. Las empresas tienen hasta finales de este mes para mandar sus ofertas. De ahí, el CONAVI se toma tres meses para decidir quién se gana el brete. Pero esperen, que la novela apenas empieza. Después de eso viene el posible periodo de apelaciones, que ya sabemos que en este país puede ser eterno, y luego falta el visto bueno final de la Contraloría. Si todos los santos se alinean y no se jala una torta nadie en el camino, las primeras máquinas empezarían a mover tierra a mediados del próximo año, 2025. Así que sí, el plan está sobre la mesa, pero el camino para llegar a la primera palada de cemento es más largo que una semana sin quincena.
Ahora, hablemos de plata. Esta movida para modernizar la ruta al Caribe no es barata. La inversión anunciada es de ¢7.349 millones, un platal que, si se usa bien, podría cambiarle la cara a ese trayecto. Esta iniciativa no salió de la nada, maes. Fue el propio presi, Rodrigo Chaves, quien soltó la bomba en su última gira por Limón. La idea, según dijo, es mejorar la seguridad y, sobre todo, que el tráfico por fin fluya como tiene que ser en una de las arterias más importantes del país. Pensemos que por ahí se mueve una cantidad salvaje de mercancía desde y hacia los puertos del Caribe, así que agilizar ese paso es clave para la economía. Dejar de depender de esas rotondas que son un dolor de cabeza y tener pasos a desnivel modernos es, sin duda, un paso en la dirección correcta.
En el papel, la idea es un queque. ¿Quién no va a querer que quiten esas presas? El asunto, y aquí es donde entra el escepticismo tico que todos llevamos dentro, es el historial que tenemos con las obras públicas. Estamos curados de espanto. ¿Cuántos proyectos hemos visto que se anuncian con bombos y platillos y terminan en un despiche de plazos, sobreprecios y excusas? La promesa del 2027 suena bien, pero de aquí a allá pueden pasar mil varas. Que si la empresa adjudicada tiene problemas, que si el clima no colabora, que si aparecen imprevistos… la lista es larga. Ojalá esta vez la historia sea diferente y el cronograma se cumpla con la precisión de un reloj suizo, pero es imposible no tener esa espinita de la duda.
En fin, por ahora la noticia es positiva y hay que darle el beneficio de la duda al gobierno y a las instituciones a cargo. La intención de eliminar esos cuellos de botella es, a cachete, una de las mejores varas que le podrían pasar a la Ruta 32. Significaría menos tiempo perdido en presas, más seguridad para los choferes y un impulso para toda la logística del país. Así que, por ahora, celebremos con cautela. Celebremos el plan, la plata destinada y el inicio del proceso. Ya habrá tiempo de ver si el brete avanza como debe ser o si todo se va al traste. Pero bueno, quiero saber qué piensan ustedes. ¿Le tienen fe a este cronograma del MOPT? ¿Creen que para el 2027 de verdad vamos a estar pasando por esos pasos a desnivel sin pegas, o esto se va a convertir en otro chunche a medio palo por años? ¡Los leo!
Vamos al grano, porque aquí el diablo está en los detalles y en la tramitología. El MOPT ya tiró el cartel de licitación, y el cronograma es, digamos, “ambicioso”. Las empresas tienen hasta finales de este mes para mandar sus ofertas. De ahí, el CONAVI se toma tres meses para decidir quién se gana el brete. Pero esperen, que la novela apenas empieza. Después de eso viene el posible periodo de apelaciones, que ya sabemos que en este país puede ser eterno, y luego falta el visto bueno final de la Contraloría. Si todos los santos se alinean y no se jala una torta nadie en el camino, las primeras máquinas empezarían a mover tierra a mediados del próximo año, 2025. Así que sí, el plan está sobre la mesa, pero el camino para llegar a la primera palada de cemento es más largo que una semana sin quincena.
Ahora, hablemos de plata. Esta movida para modernizar la ruta al Caribe no es barata. La inversión anunciada es de ¢7.349 millones, un platal que, si se usa bien, podría cambiarle la cara a ese trayecto. Esta iniciativa no salió de la nada, maes. Fue el propio presi, Rodrigo Chaves, quien soltó la bomba en su última gira por Limón. La idea, según dijo, es mejorar la seguridad y, sobre todo, que el tráfico por fin fluya como tiene que ser en una de las arterias más importantes del país. Pensemos que por ahí se mueve una cantidad salvaje de mercancía desde y hacia los puertos del Caribe, así que agilizar ese paso es clave para la economía. Dejar de depender de esas rotondas que son un dolor de cabeza y tener pasos a desnivel modernos es, sin duda, un paso en la dirección correcta.
En el papel, la idea es un queque. ¿Quién no va a querer que quiten esas presas? El asunto, y aquí es donde entra el escepticismo tico que todos llevamos dentro, es el historial que tenemos con las obras públicas. Estamos curados de espanto. ¿Cuántos proyectos hemos visto que se anuncian con bombos y platillos y terminan en un despiche de plazos, sobreprecios y excusas? La promesa del 2027 suena bien, pero de aquí a allá pueden pasar mil varas. Que si la empresa adjudicada tiene problemas, que si el clima no colabora, que si aparecen imprevistos… la lista es larga. Ojalá esta vez la historia sea diferente y el cronograma se cumpla con la precisión de un reloj suizo, pero es imposible no tener esa espinita de la duda.
En fin, por ahora la noticia es positiva y hay que darle el beneficio de la duda al gobierno y a las instituciones a cargo. La intención de eliminar esos cuellos de botella es, a cachete, una de las mejores varas que le podrían pasar a la Ruta 32. Significaría menos tiempo perdido en presas, más seguridad para los choferes y un impulso para toda la logística del país. Así que, por ahora, celebremos con cautela. Celebremos el plan, la plata destinada y el inicio del proceso. Ya habrá tiempo de ver si el brete avanza como debe ser o si todo se va al traste. Pero bueno, quiero saber qué piensan ustedes. ¿Le tienen fe a este cronograma del MOPT? ¿Creen que para el 2027 de verdad vamos a estar pasando por esos pasos a desnivel sin pegas, o esto se va a convertir en otro chunche a medio palo por años? ¡Los leo!