¡Ay, Dios mío! Otro día, otra avalancha de noticias sobre accidentes de tráfico en este país. Parece que la cosa no mejora, y si vamos viendo, hasta empeora. La Sugese está echándole bombas a la administración, diciendo que no se han tomado cartas en el asunto, y vaya razón tienen. Las cifras hablan por sí solas: 4.790 incidentes el año pasado y ahora, entre enero y agosto, ¡ya van 30.117! ¡Una locura!
Tomás Soley, el superintendente de Valores y Seguros, lo dejó claro: la accidentabilidad sigue disparada. Y la explicación es sencilla, aunque poco alentadora. Según él, no se ha hecho nada “extraordinario” desde el gobierno para cambiar el panorama. Es decir, seguimos rodando con el mismo parche, esperando milagros mientras los carros chocan y las familias sufren. Ya me imagino las primas del seguro automático en el 2026… ¡a subir, qué torta!
Y ni hablar de las consecuencias económicas. Ese aumento del 10,15% en las primas del SOA va a afectar directo al bolsillo de todos los conductores. Porque a final de cuentas, quién paga la factura si no nosotros, los que nos esforzamos por cumplir las leyes de tránsito. Pero parece que las leyes sirven para adornar, porque nadie las hace cumplir como debería. Uno espera ver más control, ¿no?
Soley mencionó algunas soluciones que podrían implementarse, como cámaras para multas y verificación de señales. Suena bien en teoría, pero en la práctica… ¿cuándo vamos a ver eso funcionando de verdad? Además, reconoce que faltan oficiales de Tránsito, ¡y cuánto! Recién sumaron 58 a mitad de año, llegando a casi 700. Pero esos mismos oficiales pasan la mayor parte del tiempo atendiendo accidentes, en lugar de prevenir que ocurran.
La Sugese insiste en que se desarrollen medidas preventivas, enfocándose en los puntos críticos donde ocurren la mayoría de los accidentes. Claro, como si fuera fácil identificar esos puntos y luego hacer algo al respecto. Se necesita inversión, planificación y, sobre todo, voluntad política. Porque esto no es solo un problema de infraestructura; es un problema de cultura vial, de conciencia ciudadana, y ahí es donde realmente hay que meterle mano. El brete es grande, vamos.
Lo que más preocupa es que esto refleja una falta de compromiso generalizado. No es solo culpa del Gobierno; también es responsabilidad de los conductores, de los peatones, de todos. Pero cuando el Estado no da el ejemplo, cuando no invierte en seguridad vial, ¿qué esperas? Que la gente se haga cargo por su cuenta? ¡Claro que no! Esto requiere de una intervención seria y coordinada.
Y hablando de ejemplos, recordemos aquel discurso grandilocuente del Presidente Chaves prometiendo revolucionar la seguridad vial. ¡Qué chivato sonaba entonces! Ahora, a casi dos años, vemos que la realidad es bien distinta. Se gastaron billetes en anuncios publicitarios, pero la accidentabilidad sigue en niveles alarmantes. Parece que le dieron más importancia a la imagen que a solucionar el problema de fondo, chunches.
En fin, parece que estamos condenados a repetir la misma historia año tras año. Accidentes, lamentaciones, promesas incumplidas… ¿Será posible revertir esta espiral negativa? ¿O seguiremos siendo el país de Latinoamérica con más muertes por accidentes de tráfico? Dígame usted, ¿cree que las autoridades realmente tomarán medidas concretas para mejorar la seguridad vial, o seguiremos viendo las calles llenas de ambulancias y coches abollados?
Tomás Soley, el superintendente de Valores y Seguros, lo dejó claro: la accidentabilidad sigue disparada. Y la explicación es sencilla, aunque poco alentadora. Según él, no se ha hecho nada “extraordinario” desde el gobierno para cambiar el panorama. Es decir, seguimos rodando con el mismo parche, esperando milagros mientras los carros chocan y las familias sufren. Ya me imagino las primas del seguro automático en el 2026… ¡a subir, qué torta!
Y ni hablar de las consecuencias económicas. Ese aumento del 10,15% en las primas del SOA va a afectar directo al bolsillo de todos los conductores. Porque a final de cuentas, quién paga la factura si no nosotros, los que nos esforzamos por cumplir las leyes de tránsito. Pero parece que las leyes sirven para adornar, porque nadie las hace cumplir como debería. Uno espera ver más control, ¿no?
Soley mencionó algunas soluciones que podrían implementarse, como cámaras para multas y verificación de señales. Suena bien en teoría, pero en la práctica… ¿cuándo vamos a ver eso funcionando de verdad? Además, reconoce que faltan oficiales de Tránsito, ¡y cuánto! Recién sumaron 58 a mitad de año, llegando a casi 700. Pero esos mismos oficiales pasan la mayor parte del tiempo atendiendo accidentes, en lugar de prevenir que ocurran.
La Sugese insiste en que se desarrollen medidas preventivas, enfocándose en los puntos críticos donde ocurren la mayoría de los accidentes. Claro, como si fuera fácil identificar esos puntos y luego hacer algo al respecto. Se necesita inversión, planificación y, sobre todo, voluntad política. Porque esto no es solo un problema de infraestructura; es un problema de cultura vial, de conciencia ciudadana, y ahí es donde realmente hay que meterle mano. El brete es grande, vamos.
Lo que más preocupa es que esto refleja una falta de compromiso generalizado. No es solo culpa del Gobierno; también es responsabilidad de los conductores, de los peatones, de todos. Pero cuando el Estado no da el ejemplo, cuando no invierte en seguridad vial, ¿qué esperas? Que la gente se haga cargo por su cuenta? ¡Claro que no! Esto requiere de una intervención seria y coordinada.
Y hablando de ejemplos, recordemos aquel discurso grandilocuente del Presidente Chaves prometiendo revolucionar la seguridad vial. ¡Qué chivato sonaba entonces! Ahora, a casi dos años, vemos que la realidad es bien distinta. Se gastaron billetes en anuncios publicitarios, pero la accidentabilidad sigue en niveles alarmantes. Parece que le dieron más importancia a la imagen que a solucionar el problema de fondo, chunches.
En fin, parece que estamos condenados a repetir la misma historia año tras año. Accidentes, lamentaciones, promesas incumplidas… ¿Será posible revertir esta espiral negativa? ¿O seguiremos siendo el país de Latinoamérica con más muertes por accidentes de tráfico? Dígame usted, ¿cree que las autoridades realmente tomarán medidas concretas para mejorar la seguridad vial, o seguiremos viendo las calles llenas de ambulancias y coches abollados?