Maes, si le están metiendo duro al gym y andan buscando ese “secreto mágico” para ponerse como la Roca, pongan atención porque el Ministerio de Salud acaba de soltar una bomba. Resulta que anda circulando una tanda de productos, dizque para potenciar la fuerza y los músculos, que en realidad son más peligrosos que un mono con cuchillo. ¡Qué torta! Estamos hablando de sustancias con nombres de villano de ciencia ficción como Ostarine, Testolone, Ibuta y Stenabol. Y para ponerle la cereza al pastel, se están vendiendo bajo marcas como Lawless Labs, que, como su nombre en inglés lo indica, operan sin ley y, más importante aún, sin un bendito registro sanitario en el país. O sea, los están vendiendo por la libre como si fueran confites, y el riesgo es altísimo.
Pero vamos al grano, ¿qué es esta vara tan peligrosa? El Ostarine y el Testolone son lo que los nerds llaman SARM (moduladores selectivos de los receptores androgénicos). En español tico: son unos chunches que intentan imitar lo que hacen los esteroides anabólicos, pero sin serlo del todo. Un “quiero y no puedo” químico que promete el cielo y te puede entregar el infierno. La lista de “premios” que uno se puede ganar por consumirlos es para que se le pare el pelo a cualquiera: ataques al corazón, derrames cerebrales, psicosis, alucinaciones y daño al hígado tan severo que lo puede dejar a uno haciendo fila para un trasplante. Y por si fuera poco, también pueden causar disfunción sexual, infertilidad y hasta reducción del tamaño testicular. Un despiche total para su cuerpo y su futuro. Los otros dos, Ibuta y Stenabol, no se quedan atrás y también le hacen un colocho al metabolismo con consecuencias nefastas.
Ahora, la parte que debería hacerle más ruido a cualquier persona con dos dedos de frente: ninguno de estos productos tiene registro sanitario en Costa Rica. ¿Y eso qué significa? No es que se les olvidó llenar un papel en el ministerio. Significa que nadie, pero NADIE, garantiza qué carajos trae esa pastilla que usted se está metiendo. No hay control de calidad, no se sabe si lo fabricaron en un laboratorio de punta o en el garaje de un mae. No hay certeza de su composición real ni de cómo lo guardaron o transportaron. Básicamente, comprar eso es jugar a la ruleta rusa con su salud. Toda garantía de seguridad, calidad o eficacia simplemente se fue al traste. Y ojo, porque la Ley General de Salud es clarísima: vender, importar o usar estos productos sin registro es ilegal y los responsables se exponen a que les cierren el local y a broncas penales.
Diay, ¿y entonces qué hacemos? El Ministerio de Salud dio recomendaciones bastante lógicas, pero que vale la pena repasar con malicia indígena. Primero y más obvio: si ve productos con esos nombres o de la marca Lawless Labs, huya y no mire atrás. No los compre, no los venda, no los acepte ni regalados. Segundo, si por salado usted ya tiene uno de estos venenos en casa, no lo tire a la basura ni se lo pase al compa del gym que “sí aguanta”. Lo correcto es llevarlo al Área Rectora de Salud más cercana para que se deshagan de él de forma segura. Es mejor pasar la pena un minuto que pasar meses en el hospital. Y para el futuro, antes de comprar cualquier suplemento, sobre todo si lo ve en una página de Instagram medio sospechosa, tómese dos minutos y verifique si tiene registro sanitario en la página oficial: registrelo.go.cr.
Al final del día, esta vara no es para asustar a la gente que se esfuerza en el gimnasio por estar saludable. Es todo lo contrario: es una herramienta para que no boten ese esfuerzo a la basura por culpa de unos irresponsables que venden veneno disfrazado de progreso. Ponerse en forma y buscar una mejor versión de uno mismo está a cachete, pero siempre tiene que ser con la salud como prioridad número uno. Creer en soluciones mágicas y atajos casi siempre termina mal, y en este caso, el costo puede ser altísimo. Ponerse mamado está tuanis, pero terminar en una cama de hospital o con el hígado hecho un colador, diay, como que no es negocio.
Y ustedes, maes, ¿qué opinan de todo este asunto? ¿Han visto esta marca Lawless Labs o varas parecidas vendiéndose en gyms o en redes sociales? ¿Conocen a alguien que se haya jalado una torta con estos productos “milagrosos”? Cuenten sus experiencias en el foro.
Pero vamos al grano, ¿qué es esta vara tan peligrosa? El Ostarine y el Testolone son lo que los nerds llaman SARM (moduladores selectivos de los receptores androgénicos). En español tico: son unos chunches que intentan imitar lo que hacen los esteroides anabólicos, pero sin serlo del todo. Un “quiero y no puedo” químico que promete el cielo y te puede entregar el infierno. La lista de “premios” que uno se puede ganar por consumirlos es para que se le pare el pelo a cualquiera: ataques al corazón, derrames cerebrales, psicosis, alucinaciones y daño al hígado tan severo que lo puede dejar a uno haciendo fila para un trasplante. Y por si fuera poco, también pueden causar disfunción sexual, infertilidad y hasta reducción del tamaño testicular. Un despiche total para su cuerpo y su futuro. Los otros dos, Ibuta y Stenabol, no se quedan atrás y también le hacen un colocho al metabolismo con consecuencias nefastas.
Ahora, la parte que debería hacerle más ruido a cualquier persona con dos dedos de frente: ninguno de estos productos tiene registro sanitario en Costa Rica. ¿Y eso qué significa? No es que se les olvidó llenar un papel en el ministerio. Significa que nadie, pero NADIE, garantiza qué carajos trae esa pastilla que usted se está metiendo. No hay control de calidad, no se sabe si lo fabricaron en un laboratorio de punta o en el garaje de un mae. No hay certeza de su composición real ni de cómo lo guardaron o transportaron. Básicamente, comprar eso es jugar a la ruleta rusa con su salud. Toda garantía de seguridad, calidad o eficacia simplemente se fue al traste. Y ojo, porque la Ley General de Salud es clarísima: vender, importar o usar estos productos sin registro es ilegal y los responsables se exponen a que les cierren el local y a broncas penales.
Diay, ¿y entonces qué hacemos? El Ministerio de Salud dio recomendaciones bastante lógicas, pero que vale la pena repasar con malicia indígena. Primero y más obvio: si ve productos con esos nombres o de la marca Lawless Labs, huya y no mire atrás. No los compre, no los venda, no los acepte ni regalados. Segundo, si por salado usted ya tiene uno de estos venenos en casa, no lo tire a la basura ni se lo pase al compa del gym que “sí aguanta”. Lo correcto es llevarlo al Área Rectora de Salud más cercana para que se deshagan de él de forma segura. Es mejor pasar la pena un minuto que pasar meses en el hospital. Y para el futuro, antes de comprar cualquier suplemento, sobre todo si lo ve en una página de Instagram medio sospechosa, tómese dos minutos y verifique si tiene registro sanitario en la página oficial: registrelo.go.cr.
Al final del día, esta vara no es para asustar a la gente que se esfuerza en el gimnasio por estar saludable. Es todo lo contrario: es una herramienta para que no boten ese esfuerzo a la basura por culpa de unos irresponsables que venden veneno disfrazado de progreso. Ponerse en forma y buscar una mejor versión de uno mismo está a cachete, pero siempre tiene que ser con la salud como prioridad número uno. Creer en soluciones mágicas y atajos casi siempre termina mal, y en este caso, el costo puede ser altísimo. Ponerse mamado está tuanis, pero terminar en una cama de hospital o con el hígado hecho un colador, diay, como que no es negocio.
Y ustedes, maes, ¿qué opinan de todo este asunto? ¿Han visto esta marca Lawless Labs o varas parecidas vendiéndose en gyms o en redes sociales? ¿Conocen a alguien que se haya jalado una torta con estos productos “milagrosos”? Cuenten sus experiencias en el foro.