Maes, a veces entre tanta noticia que nos agüeva y nos recuerda todo lo que falta por hacer, sale una de esas que de verdad le calienta a uno el corazón. Y la de hoy viene con olor a cafecito de Cartago. Este viernes, 520 personas, que forman 168 familias que de verdad la han pulseado duro, por fin recibieron las llaves de su propia casa en el Condominio Residencial Vertical Cristal. ¡Qué nivel de noticia para empezar el fin de semana!
Y es que no estamos hablando de cuatro paredes y ya. La vara va mucho más allá. Para estas familias, que estaban catalogadas en condición de extrema necesidad, esto es un borrón y cuenta nueva. Es dejar de preocuparse por si el techo aguanta el baldazo o si el lugar es seguro para los chiquitos. Ahora tienen un chante digno, pero también acceso a todo el paquete: escuelas y colegios cerca, servicios de salud a la mano y, súper importante, más oportunidades de encontrar un buen brete sin tener que cruzar medio país. Es pasar de sobrevivir a empezar a vivir, y eso, maes, no tiene precio.
Obviamente, un proyecto de esta magnitud no nace de un repollo. Detrás de esta buena nueva hay una inversión de más de ¢6.600 millones del Banco Hipotecario de la Vivienda (BANHVI), que se la jugó para que esto fuera una realidad. Es un ejemplo de libro de cómo deberían funcionar las cosas: el Estado, a través del BANHVI y el Ministerio de Vivienda, pone la plata y la visión; y empresas como Constructora Mar Azul S.A. y Grupo Mutual se encargan de que la construcción quede a cachete. Al final, los que ganan son los que más lo necesitan.
Si nos ponemos a ver los detalles, el condominio está pensado para crear comunidad de verdad. Son 14 torres de tres pisos, con áreas de juegos para los güilas, caseta de seguridad y hasta parqueo. Me imagino la emoción de esas familias llegando con todos sus chunches, armando los cuartos y sintiendo por primera vez esa paz de estar en un lugar propio y seguro. Además, la construcción de todo esto generó unos 570 empleos directos e indirectos. O sea, no solo se le dio casa a la gente, sino que también se movió la economía de la zona. ¡Un gane por todo lado!
Al final, como dijo la gente de Grupo Mutual, entregar estas llaves en pleno mes de la patria tiene un simbolismo demasiado chiva. Nos recuerda que el verdadero progreso de un país se mide en el bienestar de su gente. El Condominio Cristal es más que cemento y varilla; es una señal de esperanza y un modelo a seguir. Ahora la pregunta del millón queda en el aire para todos nosotros en el foro: ¿Creen que este es el camino correcto para empezar a ganarle la guerra al déficit de vivienda en Costa Rica? ¿O es solo una curita para una herida mucho más grande? ¡Ahí se los dejo para que se manden!
Y es que no estamos hablando de cuatro paredes y ya. La vara va mucho más allá. Para estas familias, que estaban catalogadas en condición de extrema necesidad, esto es un borrón y cuenta nueva. Es dejar de preocuparse por si el techo aguanta el baldazo o si el lugar es seguro para los chiquitos. Ahora tienen un chante digno, pero también acceso a todo el paquete: escuelas y colegios cerca, servicios de salud a la mano y, súper importante, más oportunidades de encontrar un buen brete sin tener que cruzar medio país. Es pasar de sobrevivir a empezar a vivir, y eso, maes, no tiene precio.
Obviamente, un proyecto de esta magnitud no nace de un repollo. Detrás de esta buena nueva hay una inversión de más de ¢6.600 millones del Banco Hipotecario de la Vivienda (BANHVI), que se la jugó para que esto fuera una realidad. Es un ejemplo de libro de cómo deberían funcionar las cosas: el Estado, a través del BANHVI y el Ministerio de Vivienda, pone la plata y la visión; y empresas como Constructora Mar Azul S.A. y Grupo Mutual se encargan de que la construcción quede a cachete. Al final, los que ganan son los que más lo necesitan.
Si nos ponemos a ver los detalles, el condominio está pensado para crear comunidad de verdad. Son 14 torres de tres pisos, con áreas de juegos para los güilas, caseta de seguridad y hasta parqueo. Me imagino la emoción de esas familias llegando con todos sus chunches, armando los cuartos y sintiendo por primera vez esa paz de estar en un lugar propio y seguro. Además, la construcción de todo esto generó unos 570 empleos directos e indirectos. O sea, no solo se le dio casa a la gente, sino que también se movió la economía de la zona. ¡Un gane por todo lado!
Al final, como dijo la gente de Grupo Mutual, entregar estas llaves en pleno mes de la patria tiene un simbolismo demasiado chiva. Nos recuerda que el verdadero progreso de un país se mide en el bienestar de su gente. El Condominio Cristal es más que cemento y varilla; es una señal de esperanza y un modelo a seguir. Ahora la pregunta del millón queda en el aire para todos nosotros en el foro: ¿Creen que este es el camino correcto para empezar a ganarle la guerra al déficit de vivienda en Costa Rica? ¿O es solo una curita para una herida mucho más grande? ¡Ahí se los dejo para que se manden!