Mae, hay broncas y broncas, y luego está esta. El Partido Pueblo Soberano, el mismo que está impulsando a Laura Fernández para la presidencia, se acaba de jalar una torta de las grandes. Y no es cualquier torta, es una de esas que huelen a demanda millonaria y a pleito público. Resulta que a la reconocida cantante nacional Aurelia Trejos no le hizo la más mínima gracia enterarse de que usaron su emblemática interpretación de "Bandera" en un evento político. ¿El problema? Nadie, pero absolutamente nadie, le pidió permiso. Ni a ella, ni a la familia del legendario Dionisio Cabal, el mae que compuso esa pieza que todos hemos cantado alguna vez con el corazón en la mano.
Diay, ¿y cómo se destapó el asunto? Como casi todo hoy en día: por redes sociales. La vara es que el pasado 28 de julio, en medio de la euforia de oficializar la precandidatura de Fernández, a alguien se le ocurrió la brillante idea de poner un pedacito de la canción. Todo quedó grabado y subido a las redes del partido. Salado. Una publicación de Erika Henchoz en Facebook fue la que prendió la mecha. De ahí en adelante, el teléfono de Aurelia no paró de sonar. Gente llamando, mandando mensajes, todos asumiendo que ella estaba apoyando al partido. Imagínense el colerón. Según la demanda, Trejos tuvo que salir a aclarar que ella no tiene nada que ver con esa gente y que su apoyo no lo tienen ni en sueños.
Y es que aquí es donde el chunche se pone más serio. "Bandera" no es cualquier canción para poner de fondo mientras se comen gallitos. Es una pieza que forma parte del ADN musical de Costa Rica, un himno no oficial que el grupo Cantares convirtió en leyenda. La demanda, presentada por el abogado Walter Brenes, argumenta que esto va más allá de una simple violación de derechos de autor. Es un agravio moral. Sostienen que las ideas del Partido Pueblo Soberano son el agua y el aceite con los valores que siempre defendieron tanto Dionisio Cabal como el grupo. Es decir, no solo usaron el brete de ellos sin permiso, sino que lo asociaron a una ideología que, según los demandantes, choca de frente con el espíritu de la obra.
Como en toda bronca que se respete, aquí la vara viene con números, y no son para nada pequeños. Los demandantes están pidiendo la módica suma de ₡60 millones de colones. El desglose es claro: ₡25 millones por los daños patrimoniales (lo que dejaron de percibir), otros ₡25 melones por el daño moral a la imagen y memoria de Dionisio Cabal (que en paz descanse y ojalá no se esté revolcando en la tumba), y ₡10 millones para Aurelia Trejos por el perjuicio que le causaron. Pero no solo quieren la plata; quieren asegurarse de que esto no vuelva a pasar. Están pidiendo una orden judicial para que el partido no pueda volver a tocar ni una sola nota de Cabal o Trejos en sus eventos, nunca más. ¡Pa' que aprendan!
Al final, este despiche deja una lección clarísima: en política, como en la vida, a veces por querer sonar muy patriota se puede terminar con una demanda millonaria encima. El uso no autorizado del trabajo de un artista para fines políticos es caminar sobre hielo delgado, y parece que en Pueblo Soberano no midieron la temperatura. Ahora la pelota está en la cancha de los tribunales. Aquí la pregunta va más allá de la plata y de quién tiene la razón legal: ¿se vale que un partido político agarre una canción que es de todos para "jalar agua para su molino" sin preguntar? ¿O el que la pone en un acto público no está para tantos detalles? ¡Los leo!
Diay, ¿y cómo se destapó el asunto? Como casi todo hoy en día: por redes sociales. La vara es que el pasado 28 de julio, en medio de la euforia de oficializar la precandidatura de Fernández, a alguien se le ocurrió la brillante idea de poner un pedacito de la canción. Todo quedó grabado y subido a las redes del partido. Salado. Una publicación de Erika Henchoz en Facebook fue la que prendió la mecha. De ahí en adelante, el teléfono de Aurelia no paró de sonar. Gente llamando, mandando mensajes, todos asumiendo que ella estaba apoyando al partido. Imagínense el colerón. Según la demanda, Trejos tuvo que salir a aclarar que ella no tiene nada que ver con esa gente y que su apoyo no lo tienen ni en sueños.
Y es que aquí es donde el chunche se pone más serio. "Bandera" no es cualquier canción para poner de fondo mientras se comen gallitos. Es una pieza que forma parte del ADN musical de Costa Rica, un himno no oficial que el grupo Cantares convirtió en leyenda. La demanda, presentada por el abogado Walter Brenes, argumenta que esto va más allá de una simple violación de derechos de autor. Es un agravio moral. Sostienen que las ideas del Partido Pueblo Soberano son el agua y el aceite con los valores que siempre defendieron tanto Dionisio Cabal como el grupo. Es decir, no solo usaron el brete de ellos sin permiso, sino que lo asociaron a una ideología que, según los demandantes, choca de frente con el espíritu de la obra.
Como en toda bronca que se respete, aquí la vara viene con números, y no son para nada pequeños. Los demandantes están pidiendo la módica suma de ₡60 millones de colones. El desglose es claro: ₡25 millones por los daños patrimoniales (lo que dejaron de percibir), otros ₡25 melones por el daño moral a la imagen y memoria de Dionisio Cabal (que en paz descanse y ojalá no se esté revolcando en la tumba), y ₡10 millones para Aurelia Trejos por el perjuicio que le causaron. Pero no solo quieren la plata; quieren asegurarse de que esto no vuelva a pasar. Están pidiendo una orden judicial para que el partido no pueda volver a tocar ni una sola nota de Cabal o Trejos en sus eventos, nunca más. ¡Pa' que aprendan!
Al final, este despiche deja una lección clarísima: en política, como en la vida, a veces por querer sonar muy patriota se puede terminar con una demanda millonaria encima. El uso no autorizado del trabajo de un artista para fines políticos es caminar sobre hielo delgado, y parece que en Pueblo Soberano no midieron la temperatura. Ahora la pelota está en la cancha de los tribunales. Aquí la pregunta va más allá de la plata y de quién tiene la razón legal: ¿se vale que un partido político agarre una canción que es de todos para "jalar agua para su molino" sin preguntar? ¿O el que la pone en un acto público no está para tantos detalles? ¡Los leo!
