A ver, maes, sentémonos un toque a hablar de la novela de Taras-La Lima, porque esta vara ya parece guion de película de Cantinflas. Resulta que el presi Chaves se fue a Cartago este 14 de setiembre, muy patriota él, y con el pecho inflado soltó la perla de que “la plata está alcanzando”. Uno oye eso y piensa: ¡qué nivel! ¡Al fin! Pero diay, como siempre en este país, del dicho al hecho hay un despiche de trecho. Mientras el mandatario nos pintaba un panorama a cachete, el MOPT, por la puerta de atrás, confirmaba el chasco: el famoso paso a cuatro niveles se fue al traste. Ahora es de tres. Así, sin vaselina.
La explicación oficial es que se jalaron una torta con el presupuesto. Según el ministro Efraím Zeledón, aparecieron “gastos no contemplados” y costos en la reubicación de servicios que, al parecer, nadie vio venir. ¡Qué sal! Uno se pregunta en qué planeta viven los que planifican estos bretes. El cuarto nivel, ese que iba a ser la salvada para conectar Cartago con El Guarco directamente, ahora queda en el limbo por lo menos unos 15 años. O sea, nos vendieron la idea de un mega proyecto futurista y a la hora de la verdad le metieron un recorte que lo deja cojo antes de nacer. Es como comprar un rompecabezas y que al final le falte la pieza más importante.
Y aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. No es solo un capricho de querer cuatro pisos en lugar de tres. El Lanamme, que son los cargas en estos temas y rara vez se equivocan, ya pegaron el grito al cielo. Advirtieron que quitar ese nivel es, básicamente, programar un colapso vial a mediano plazo. La infraestructura, así recortada, no aguanta el crecimiento de la flotilla vehicular que ya se sabe que viene. En palabras sencillas: el remedio va a ser peor que la enfermedad y las presas que se van a armar en La Lima van a hacer que las actuales parezcan un paseo por el parque. ¡Qué torta monumental!
Para rematar, está el baile de las fechas de entrega. Este proyecto ha tenido más fechas de inauguración que un puesto de chinamos en Zapote. Primero, que estaría listo en el primer trimestre de 2025. Luego, que mejor para el 31 de octubre. Después, que aguantemos hasta diciembre. Y ahora, el último chisme es que si bien nos va, el chunche estará terminado en los primeros meses de 2026. El mismo presidente admite que el diseño venía mal parido desde administraciones anteriores, pero la pregunta es, ¿por qué celebrar un avance cuando lo que se está avanzando es una versión mutilada y tardía del plan original?
Entonces, el panorama para los cartagos, y para cualquiera que tenga que pasar por ahí, es agridulce tirando a amargo. Por un lado, se ve movimiento y cemento, pero por otro, sabemos que es una solución a medias, un paño tibio para una herida que necesitaba cirugía mayor. La frase “la plata está alcanzando” suena hueca cuando vemos que alcanzó, sí, pero para un proyecto más pequeño, menos funcional y con una fecha de expiración casi que de fábrica. Los cartagineses, otra vez, quedamos salados, esperando una obra que resuelva de verdad y no que solo maquille el problema por unos años.
Al final, ¿nos están dando una solución real o solo están pateando la bola para que esta mega presa le explote en la cara al próximo gobierno? ¿Ustedes qué dicen?
La explicación oficial es que se jalaron una torta con el presupuesto. Según el ministro Efraím Zeledón, aparecieron “gastos no contemplados” y costos en la reubicación de servicios que, al parecer, nadie vio venir. ¡Qué sal! Uno se pregunta en qué planeta viven los que planifican estos bretes. El cuarto nivel, ese que iba a ser la salvada para conectar Cartago con El Guarco directamente, ahora queda en el limbo por lo menos unos 15 años. O sea, nos vendieron la idea de un mega proyecto futurista y a la hora de la verdad le metieron un recorte que lo deja cojo antes de nacer. Es como comprar un rompecabezas y que al final le falte la pieza más importante.
Y aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. No es solo un capricho de querer cuatro pisos en lugar de tres. El Lanamme, que son los cargas en estos temas y rara vez se equivocan, ya pegaron el grito al cielo. Advirtieron que quitar ese nivel es, básicamente, programar un colapso vial a mediano plazo. La infraestructura, así recortada, no aguanta el crecimiento de la flotilla vehicular que ya se sabe que viene. En palabras sencillas: el remedio va a ser peor que la enfermedad y las presas que se van a armar en La Lima van a hacer que las actuales parezcan un paseo por el parque. ¡Qué torta monumental!
Para rematar, está el baile de las fechas de entrega. Este proyecto ha tenido más fechas de inauguración que un puesto de chinamos en Zapote. Primero, que estaría listo en el primer trimestre de 2025. Luego, que mejor para el 31 de octubre. Después, que aguantemos hasta diciembre. Y ahora, el último chisme es que si bien nos va, el chunche estará terminado en los primeros meses de 2026. El mismo presidente admite que el diseño venía mal parido desde administraciones anteriores, pero la pregunta es, ¿por qué celebrar un avance cuando lo que se está avanzando es una versión mutilada y tardía del plan original?
Entonces, el panorama para los cartagos, y para cualquiera que tenga que pasar por ahí, es agridulce tirando a amargo. Por un lado, se ve movimiento y cemento, pero por otro, sabemos que es una solución a medias, un paño tibio para una herida que necesitaba cirugía mayor. La frase “la plata está alcanzando” suena hueca cuando vemos que alcanzó, sí, pero para un proyecto más pequeño, menos funcional y con una fecha de expiración casi que de fábrica. Los cartagineses, otra vez, quedamos salados, esperando una obra que resuelva de verdad y no que solo maquille el problema por unos años.
Al final, ¿nos están dando una solución real o solo están pateando la bola para que esta mega presa le explote en la cara al próximo gobierno? ¿Ustedes qué dicen?