Mae, hay historias que en Costa Rica ya parecen un chiste que se cuenta solo. La del tren llegando al centro de Paraíso de Cartago es una de esas. Es el cuento del "ya casi", de la promesa eterna que se hereda de un gobierno a otro como si fuera un chunche viejo que nadie quiere, pero que tampoco se atreven a botar. La vara es que donde hoy solo se ve un camino descuidado y un poco de zacate, debería estar la estación. En ese mismo punto, hace más de una década, se quemó la estación original, una joya patrimonial de 1888. A veces parece que el humo de aquel incendio nunca se disipó y dejó todo el proyecto en una nebulosa de pura hablada.
Vamos a lo que nos duele: la plata. Porque, como siempre, el problema termina siendo de plata o de cómo se maneja. Resulta que para el presupuesto del 2025, había ¢1.900 millones listos para terminar el brete. ¡Imagínense! La luz al final del túnel. Pero, en un giro de guion digno de novela, el Ministerio de Hacienda, con Nogui Acosta al frente en ese momento, decidió no soltar ni un cinco. ¿La excusa? Que el Incofer "carecía de capacidad operativa". O sea, en buen tico: le dijeron al Incofer que para qué querían la plata si igual no iban a saber qué hacer con ella. Un despiche total que dejó a todo el mundo con cara de pregunta y al proyecto, otra vez, en el limbo.
Como es de esperarse, en Paraíso la paciencia ya se mide en micras. El alcalde, Michaell Álvarez, que ya debe estar hasta la coronilla, no se ha guardado nada. El mae ha sido clarísimo: esto no es un problema de capacidad, es de pura y llana falta de voluntad política. La frustración es tal, que hasta le tiró una filosa al presi Chaves, invitándolo irónicamente a que llegara en tren a Paraíso durante su gira por Cartago. Un recordatorio elegante, pero directo, de la deuda que tienen con el cantón. Porque, como dice el mismo alcalde, no es una terquedad, es una necesidad para la gente que se mueve todos los días a la capital a pulsearla.
Mientras tanto, la muni de Paraíso sí está haciendo su parte del brete. Inauguraron hace poco un bulevar bien montado que conectaría directo con la futura (y todavía imaginaria) estación. Es como poner una alfombra roja para una visita que no se sabe si algún día va a llegar. Para que el tren entre al centro del cantón, solo faltan unos 2.5 kilómetros de vía que hay que revivir de entre el lastre y la maleza. Ahora hay otro presupuesto extraordinario de ¢1.200 millones dando vueltas en la Contraloría, pero con el historial que tiene esta vara, muchos paraiseños ya ni se ilusionan. La esperanza, como dicen, es lo último que se pierde, pero en Paraíso ya la andan buscando con lupa.
Al final, la historia del tren a Paraíso es un reflejo de tantas otras en el país. Proyectos necesarios que se quedan pegados en la burocracia, en pleitos políticos y en una ineficiencia que desespera. Los vecinos siguen esperando, viendo cómo pasa el tiempo y las promesas se las lleva el viento, mientras los baches de la calle donde debería estar la línea del tren se hacen cada vez más grandes. El alcalde lo resumió perfecto: "Ya va a salir este Gobierno y todavía seguimos esperando". Así, sin anestesia. Es la crónica de una espera que ya se hizo demasiado larga.
Diay, foreros, ¿ustedes qué creen? ¿Será que el problema es pura falta de capacidad del Incofer como dijo Hacienda, o es simplemente que a los de arriba no les da la gana de cumplir con Paraíso? ¿Llegará el tren algún día o seguirá siendo un fantasma sobre rieles imaginarios?
Vamos a lo que nos duele: la plata. Porque, como siempre, el problema termina siendo de plata o de cómo se maneja. Resulta que para el presupuesto del 2025, había ¢1.900 millones listos para terminar el brete. ¡Imagínense! La luz al final del túnel. Pero, en un giro de guion digno de novela, el Ministerio de Hacienda, con Nogui Acosta al frente en ese momento, decidió no soltar ni un cinco. ¿La excusa? Que el Incofer "carecía de capacidad operativa". O sea, en buen tico: le dijeron al Incofer que para qué querían la plata si igual no iban a saber qué hacer con ella. Un despiche total que dejó a todo el mundo con cara de pregunta y al proyecto, otra vez, en el limbo.
Como es de esperarse, en Paraíso la paciencia ya se mide en micras. El alcalde, Michaell Álvarez, que ya debe estar hasta la coronilla, no se ha guardado nada. El mae ha sido clarísimo: esto no es un problema de capacidad, es de pura y llana falta de voluntad política. La frustración es tal, que hasta le tiró una filosa al presi Chaves, invitándolo irónicamente a que llegara en tren a Paraíso durante su gira por Cartago. Un recordatorio elegante, pero directo, de la deuda que tienen con el cantón. Porque, como dice el mismo alcalde, no es una terquedad, es una necesidad para la gente que se mueve todos los días a la capital a pulsearla.
Mientras tanto, la muni de Paraíso sí está haciendo su parte del brete. Inauguraron hace poco un bulevar bien montado que conectaría directo con la futura (y todavía imaginaria) estación. Es como poner una alfombra roja para una visita que no se sabe si algún día va a llegar. Para que el tren entre al centro del cantón, solo faltan unos 2.5 kilómetros de vía que hay que revivir de entre el lastre y la maleza. Ahora hay otro presupuesto extraordinario de ¢1.200 millones dando vueltas en la Contraloría, pero con el historial que tiene esta vara, muchos paraiseños ya ni se ilusionan. La esperanza, como dicen, es lo último que se pierde, pero en Paraíso ya la andan buscando con lupa.
Al final, la historia del tren a Paraíso es un reflejo de tantas otras en el país. Proyectos necesarios que se quedan pegados en la burocracia, en pleitos políticos y en una ineficiencia que desespera. Los vecinos siguen esperando, viendo cómo pasa el tiempo y las promesas se las lleva el viento, mientras los baches de la calle donde debería estar la línea del tren se hacen cada vez más grandes. El alcalde lo resumió perfecto: "Ya va a salir este Gobierno y todavía seguimos esperando". Así, sin anestesia. Es la crónica de una espera que ya se hizo demasiado larga.
Diay, foreros, ¿ustedes qué creen? ¿Será que el problema es pura falta de capacidad del Incofer como dijo Hacienda, o es simplemente que a los de arriba no les da la gana de cumplir con Paraíso? ¿Llegará el tren algún día o seguirá siendo un fantasma sobre rieles imaginarios?
