Diay, maes, a todos nos ha pasado. Uno está ahí, tranquilo, scrolleando en el cel, matando el tiempo en el brete, y de repente, ¡pum! Cae un mensaje de un compa, un primo o hasta la tía que solo escribe para mandar cadenas de Piolín. Pero esta vez es diferente. El mensaje dice algo como: “Mae, ¿todo bien? Pura vida. Vieras que estoy vendiendo unos dólares que me sobraron de un viaje, ¡súper baratos!”. Y uno, con el tipo de cambio como está, casi que se le iluminan los ojos. Pero párenle el carro un toquecito. No, no se pegó la lotería ni su compa se volvió filántropo de la noche a la mañana. Lo más seguro es que le estén tratando de meter el dedo en la boca con una estafa que se está volviendo un verdadero dolor de cabeza. ¡Qué torta!
Vamos a desmenuzar la vara, porque el truco es tan simple que por eso mismo es peligroso. Los estafadores no le están escribiendo desde un número desconocido en Nigeria. No, señor. El genio del mal detrás de esto primero le hackea el WhatsApp a alguien de su lista de contactos. Una vez que tienen control de la cuenta, empiezan a pescar. Le mandan el mismo mensaje a todos los contactos de la víctima, ofreciendo el oro y el moro: dólares a ₡500, a ₡480, o cualquier precio ridículamente bajo que haga sonar las alarmas de “oportunidad”. El gancho, por supuesto, es la confianza. Uno ve el mensaje de un conocido y baja la guardia. Piensa “diay, si es fulanito, todo bien”. Y es ahí donde se jala la torta y les hace el SINPE Móvil de su vida.
Y no crean que esto es un caso aislado. El asunto ya escaló a tal nivel que el propio Organismo de Investigación Judicial (OIJ) tuvo que salir a confirmar que la cosa va en serio. Según le contaron a la gente de Diario Extra, la Sección de Estafas ya está hasta el cuello de denuncias y está coordinando el brete con la gente de Cibercrimen para ver cómo le ponen un alto a este despiche. El OIJ lo deja clarísimo: sí, los casos existen, están en trámite y son un problema real. Porque no es solo el hecho de que a uno le roben la plata, que ya de por sí es una sal, sino que están usando el nombre y la confianza de nuestros amigos y familiares para hacerlo. Es una jugada sucia por donde se le vea.
Ahora, la pregunta del millón: ¿cómo no caer en esta trampa? Maes, la respuesta es tan vieja como el “no coma cuento”. Primero que todo, usemos la cabeza. Si una oferta parece demasiado buena para ser verdad, probablemente no lo sea. Nadie en su sano juicio va a venderle miles de dólares por debajo del precio del mercado solo porque sí. Segundo, y esto es clave: verifique. ¿Le llegó un mensaje así de su mejor amigo? ¡Perfecto! Antes de mover un solo colón, levante el bendito teléfono y lo llama. Una llamada de 30 segundos le puede ahorrar miles de colones y un disgusto monumental. No se fíe de un simple mensaje de texto, y mucho menos si le empiezan a meter presión para que haga la transferencia “ya mismo”.
En resumen, la creatividad de los cacos no descansa, y ahora su nuevo campo de juego son nuestros chats de confianza. La moraleja de esta historia es que en la era digital, la desconfianza es nuestra mejor herramienta de seguridad. No se regale, no se crea cualquier cuento chino, y por amor a lo que más quiera, dude hasta de su propia sombra cuando le ofrezcan un negocio redondo por WhatsApp. Cuidemos nuestra plata y, de paso, ayudemos a nuestros compas a no ser el vehículo para la próxima estafa. La situación es un enredo, pero si nos ponemos vivos, podemos evitar que más gente se vaya al traste por culpa de unos cuantos vivazos.
Y ahora, para el foro: Maes, ¿a alguno de ustedes o a alguien que conozcan ya les ha caído este mensaje? ¿Cómo reaccionaron o qué fue lo que les pareció más sospechoso de la “oferta”? ¡Cuenten para estar todos prevenidos!
Vamos a desmenuzar la vara, porque el truco es tan simple que por eso mismo es peligroso. Los estafadores no le están escribiendo desde un número desconocido en Nigeria. No, señor. El genio del mal detrás de esto primero le hackea el WhatsApp a alguien de su lista de contactos. Una vez que tienen control de la cuenta, empiezan a pescar. Le mandan el mismo mensaje a todos los contactos de la víctima, ofreciendo el oro y el moro: dólares a ₡500, a ₡480, o cualquier precio ridículamente bajo que haga sonar las alarmas de “oportunidad”. El gancho, por supuesto, es la confianza. Uno ve el mensaje de un conocido y baja la guardia. Piensa “diay, si es fulanito, todo bien”. Y es ahí donde se jala la torta y les hace el SINPE Móvil de su vida.
Y no crean que esto es un caso aislado. El asunto ya escaló a tal nivel que el propio Organismo de Investigación Judicial (OIJ) tuvo que salir a confirmar que la cosa va en serio. Según le contaron a la gente de Diario Extra, la Sección de Estafas ya está hasta el cuello de denuncias y está coordinando el brete con la gente de Cibercrimen para ver cómo le ponen un alto a este despiche. El OIJ lo deja clarísimo: sí, los casos existen, están en trámite y son un problema real. Porque no es solo el hecho de que a uno le roben la plata, que ya de por sí es una sal, sino que están usando el nombre y la confianza de nuestros amigos y familiares para hacerlo. Es una jugada sucia por donde se le vea.
Ahora, la pregunta del millón: ¿cómo no caer en esta trampa? Maes, la respuesta es tan vieja como el “no coma cuento”. Primero que todo, usemos la cabeza. Si una oferta parece demasiado buena para ser verdad, probablemente no lo sea. Nadie en su sano juicio va a venderle miles de dólares por debajo del precio del mercado solo porque sí. Segundo, y esto es clave: verifique. ¿Le llegó un mensaje así de su mejor amigo? ¡Perfecto! Antes de mover un solo colón, levante el bendito teléfono y lo llama. Una llamada de 30 segundos le puede ahorrar miles de colones y un disgusto monumental. No se fíe de un simple mensaje de texto, y mucho menos si le empiezan a meter presión para que haga la transferencia “ya mismo”.
En resumen, la creatividad de los cacos no descansa, y ahora su nuevo campo de juego son nuestros chats de confianza. La moraleja de esta historia es que en la era digital, la desconfianza es nuestra mejor herramienta de seguridad. No se regale, no se crea cualquier cuento chino, y por amor a lo que más quiera, dude hasta de su propia sombra cuando le ofrezcan un negocio redondo por WhatsApp. Cuidemos nuestra plata y, de paso, ayudemos a nuestros compas a no ser el vehículo para la próxima estafa. La situación es un enredo, pero si nos ponemos vivos, podemos evitar que más gente se vaya al traste por culpa de unos cuantos vivazos.
Y ahora, para el foro: Maes, ¿a alguno de ustedes o a alguien que conozcan ya les ha caído este mensaje? ¿Cómo reaccionaron o qué fue lo que les pareció más sospechoso de la “oferta”? ¡Cuenten para estar todos prevenidos!
