Maes, en serio que hay días en que uno lee las noticias y se le revuelve el estómago. Hoy es uno de esos días. La vara con el doctor tico-nica, Yerri Estrada, secuestrado por el régimen de Ortega en Nicaragua, acaba de dar un giro que es para sentarse a analizarlo, porque es un despiche de manual. Resulta que, después de semanas de silencio y de que la familia lo diera por desaparecido, la dictadura de Ortega y Murillo tuvo la brillante idea de publicar unas fotos para "demostrar" que el mae está bien. ¿El resultado? Un montaje tan burdo y mal hecho que da entre lástima y cólera.
Lo primero que hay que aplaudir aquí es a la mamá del doctor, Rosa Ruiz. Esta señora es de una pieza. En vez de caer en el jueguito del régimen, salió con los tacos de frente y le dijo al mundo lo que todos pensamos: "Están montando un circo para enseñarme a mi hijo". ¡Tome chichí! Y es que diay, las fotos son un chiste. Ponen al doctor Estrada con su pareja en una mesita, con comida que parece de restaurante, como si estuvieran de vacaciones en un hotel todo incluido y no en El Chipote, uno de los centros de tortura más nefastos del continente. Como bien dice doña Rosa, ni a los peores criminales los tratan así en una cárcel de verdad. Se jalaron una torta monumental si creían que alguien con dos dedos de frente se iba a comer ese cuento.
Es que los detalles matan toda la credibilidad de la dictadura. La misma doña Rosa lo señaló: las fotos tienen fecha del 3 de septiembre, más de una semana antes de que las publicaran. ¿Por qué se esperaron tanto? La respuesta es obvia y ella misma la da: la presión. La Embajada de Costa Rica en Managua ya estaba moviendo cielo y tierra para saber del paradero de Yerri, y la mamá no ha parado un solo segundo de denunciar el secuestro en redes sociales. Parece que a la parejita dictatorial se les hizo un colocho cuando se dieron cuenta de que el doctor también era ciudadano tico. Nunca se imaginaron que esta vara iba a escalar así, y su única salida fue este show patético para intentar lavarse las manos.
Este caso nos enseña varias cosas. Primero, la increíble valentía de una madre que se niega a ser silenciada. Mientras muchos se quebrarían, doña Rosa está usando la única arma que tiene a su disposición: la verdad y la bulla mediática. Segundo, demuestra el nivel de cinismo y desconexión de la realidad que maneja el régimen de Ortega. Creen que la gente es tonta, que con un par de fotos mal montadas van a calmar las aguas. Todo lo contrario. Lo único que lograron fue quedar en ridículo y confirmar que están escondiendo algo. Planean quebrar el espíritu de la gente, pero cuando se topan con alguien como doña Rosa, el plan se les va al traste.
Al final, lo único que queda claro es el mensaje de la mamá: "No voy a parar hasta que lo suelten". Y tiene toda la razón. Este asunto se les convirtió en un "talón de Aquiles", una piedra en el zapato que no se van a poder quitar fácilmente. La presión diplomática de Costa Rica, sumada al escándalo internacional que está armando la familia, es un dolor de cabeza que no tenían en el presupuesto. Ahora la pregunta del millón es qué sigue. La dictadura ya enseñó su mano y fue un bluff terrible. Ahora le toca mover ficha a la diplomacia y a todos los que creemos que un secuestro de Estado es, sencillamente, inaceptable.
Lo primero que hay que aplaudir aquí es a la mamá del doctor, Rosa Ruiz. Esta señora es de una pieza. En vez de caer en el jueguito del régimen, salió con los tacos de frente y le dijo al mundo lo que todos pensamos: "Están montando un circo para enseñarme a mi hijo". ¡Tome chichí! Y es que diay, las fotos son un chiste. Ponen al doctor Estrada con su pareja en una mesita, con comida que parece de restaurante, como si estuvieran de vacaciones en un hotel todo incluido y no en El Chipote, uno de los centros de tortura más nefastos del continente. Como bien dice doña Rosa, ni a los peores criminales los tratan así en una cárcel de verdad. Se jalaron una torta monumental si creían que alguien con dos dedos de frente se iba a comer ese cuento.
Es que los detalles matan toda la credibilidad de la dictadura. La misma doña Rosa lo señaló: las fotos tienen fecha del 3 de septiembre, más de una semana antes de que las publicaran. ¿Por qué se esperaron tanto? La respuesta es obvia y ella misma la da: la presión. La Embajada de Costa Rica en Managua ya estaba moviendo cielo y tierra para saber del paradero de Yerri, y la mamá no ha parado un solo segundo de denunciar el secuestro en redes sociales. Parece que a la parejita dictatorial se les hizo un colocho cuando se dieron cuenta de que el doctor también era ciudadano tico. Nunca se imaginaron que esta vara iba a escalar así, y su única salida fue este show patético para intentar lavarse las manos.
Este caso nos enseña varias cosas. Primero, la increíble valentía de una madre que se niega a ser silenciada. Mientras muchos se quebrarían, doña Rosa está usando la única arma que tiene a su disposición: la verdad y la bulla mediática. Segundo, demuestra el nivel de cinismo y desconexión de la realidad que maneja el régimen de Ortega. Creen que la gente es tonta, que con un par de fotos mal montadas van a calmar las aguas. Todo lo contrario. Lo único que lograron fue quedar en ridículo y confirmar que están escondiendo algo. Planean quebrar el espíritu de la gente, pero cuando se topan con alguien como doña Rosa, el plan se les va al traste.
Al final, lo único que queda claro es el mensaje de la mamá: "No voy a parar hasta que lo suelten". Y tiene toda la razón. Este asunto se les convirtió en un "talón de Aquiles", una piedra en el zapato que no se van a poder quitar fácilmente. La presión diplomática de Costa Rica, sumada al escándalo internacional que está armando la familia, es un dolor de cabeza que no tenían en el presupuesto. Ahora la pregunta del millón es qué sigue. La dictadura ya enseñó su mano y fue un bluff terrible. Ahora le toca mover ficha a la diplomacia y a todos los que creemos que un secuestro de Estado es, sencillamente, inaceptable.