Mae, a veces uno lee noticias que lo dejan pensando si estamos viendo la Asamblea Legislativa o un nuevo capítulo de un novelón. La vara es que el pleito por la famosa “Ruta del Arroz” acaba de subir de nivel, y esta vez la gente de la Cámara Nacional de Agricultura y Agroindustria (CNAA) salió con los tacos de frente contra los diputados oficialistas. Y con toda la razón del mundo, si me preguntan a mí. El sector arrocero del país está pasando por una crisis de las bravas, una de esas que amenaza con mandar todo al traste, y la respuesta que reciben es, para ponerlo en buen tico, una hablada de más.
El despiche se armó, en serio, por unas declaraciones que se mandaron la diputada Pilar Cisneros y su compañero Alexander Barrantes. Resulta que, en medio de la crisis que tiene a miles de familias productoras con el Jesús en la boca, a los diputados se les ocurrió la brillante idea de sugerirles que "busquen alternativas". ¡Así como lo leen! Básicamente les dijeron: “Diay, si el brete de toda su vida ya no funciona por una política que nosotros impulsamos, pues salado, siembren otra cosa”. Con esa frase, se jalaron una torta de antología. Es como decirle a un programador que se quedó sin trabajo que se ponga a hacer repostería de un día para otro, ignorando años de inversión, conocimiento y, sobre todo, el impacto en la seguridad alimentaria del país.
Obviamente, la gente del agro pegó el grito al cielo. La CNAA sacó un comunicado durísimo, calificando las expresiones de “irrespetuosas, desconectadas de la realidad y ofensivas”. Y es que no es para menos. Estamos hablando de la gente que se faja en el campo para que uno tenga el gallo pinto en la mesa todas las mañanas. La Cámara fue clara: en lugar de asumir la responsabilidad por las decisiones políticas que están desmantelando la producción nacional, le están echando la culpa al productor. ¡Qué torta! Es un clásico “lavemos las manos” que ya hemos visto demasiadas veces en la política tica, y la verdad, ya cansa.
Pero más allá del dimes y diretes, aquí hay un problema de fondo que no se resuelve con disculpas. La “Ruta del Arroz”, que en el papel sonaba muy liberal y pro-mercado, en la práctica ha significado que el arroz importado, muchas veces más barato por subsidios en otros países, está ahogando al productor nacional. Por eso la CNAA está urgiendo que se apruebe el proyecto de ley N.° 24.211. Este chunche busca crear un fondo de apoyo para los arroceros, un salvavidas para que el sector no se hunda del todo. El problema es que el proyecto también tiene sus trabas en la Asamblea, con mociones que lo están atrasando. O sea, el plan de rescate está pegado mientras la crisis sigue creciendo.
Al final del día, la vara es sencilla: ¿queremos seguir produciendo nuestro propio arroz o vamos a depender 100% de lo que nos quieran vender de afuera? Los productores no están pidiendo que les regalen nada, están pidiendo reglas claras y apoyo para competir. Lo que menos necesitan son comentarios que suenan a menosprecio desde una curul. El agro, como dice la CNAA, exige respeto y soluciones, no insultos. Este arroz ya se está quemando y parece que algunos en Cuesta de Moras todavía no sienten el humo.
El despiche se armó, en serio, por unas declaraciones que se mandaron la diputada Pilar Cisneros y su compañero Alexander Barrantes. Resulta que, en medio de la crisis que tiene a miles de familias productoras con el Jesús en la boca, a los diputados se les ocurrió la brillante idea de sugerirles que "busquen alternativas". ¡Así como lo leen! Básicamente les dijeron: “Diay, si el brete de toda su vida ya no funciona por una política que nosotros impulsamos, pues salado, siembren otra cosa”. Con esa frase, se jalaron una torta de antología. Es como decirle a un programador que se quedó sin trabajo que se ponga a hacer repostería de un día para otro, ignorando años de inversión, conocimiento y, sobre todo, el impacto en la seguridad alimentaria del país.
Obviamente, la gente del agro pegó el grito al cielo. La CNAA sacó un comunicado durísimo, calificando las expresiones de “irrespetuosas, desconectadas de la realidad y ofensivas”. Y es que no es para menos. Estamos hablando de la gente que se faja en el campo para que uno tenga el gallo pinto en la mesa todas las mañanas. La Cámara fue clara: en lugar de asumir la responsabilidad por las decisiones políticas que están desmantelando la producción nacional, le están echando la culpa al productor. ¡Qué torta! Es un clásico “lavemos las manos” que ya hemos visto demasiadas veces en la política tica, y la verdad, ya cansa.
Pero más allá del dimes y diretes, aquí hay un problema de fondo que no se resuelve con disculpas. La “Ruta del Arroz”, que en el papel sonaba muy liberal y pro-mercado, en la práctica ha significado que el arroz importado, muchas veces más barato por subsidios en otros países, está ahogando al productor nacional. Por eso la CNAA está urgiendo que se apruebe el proyecto de ley N.° 24.211. Este chunche busca crear un fondo de apoyo para los arroceros, un salvavidas para que el sector no se hunda del todo. El problema es que el proyecto también tiene sus trabas en la Asamblea, con mociones que lo están atrasando. O sea, el plan de rescate está pegado mientras la crisis sigue creciendo.
Al final del día, la vara es sencilla: ¿queremos seguir produciendo nuestro propio arroz o vamos a depender 100% de lo que nos quieran vender de afuera? Los productores no están pidiendo que les regalen nada, están pidiendo reglas claras y apoyo para competir. Lo que menos necesitan son comentarios que suenan a menosprecio desde una curul. El agro, como dice la CNAA, exige respeto y soluciones, no insultos. Este arroz ya se está quemando y parece que algunos en Cuesta de Moras todavía no sienten el humo.