Maes, no sé ustedes, pero a mí esta vara del Tajo Comag ya me tiene con una fatiga crónica. Es el cuento de nunca acabar, el clásico partido de ping-pong burocrático donde la pelota es la responsabilidad y los jugadores son la Municipalidad de San José y el Ministerio de Salud. Por un lado, tenés a Salud, con toda la razón del mundo, pegando el grito al cielo porque aquello es un botadero ilegal que atenta contra la salud de todo Pavas. Por el otro, tenés a la Muni de Chepe sacando un comunicado que es, básicamente, un checklist de “cosas que hemos hecho que evidentemente no han solucionado nada”. ¿El resultado? Un despiche monumental que sigue creciendo, literal y figurativamente, mientras ellos se tiran la bola.
Leí con calma el comunicado de la Muni y, diay, es para sentarse a llorar o a reír, depende del día. Enumeran un montón de “acciones”: que si reuniones “interinstitucionales”, que si pusieron rótulos… ¡Rótulos, mae! Como si un letrero de “Prohibido botar basura” fuera a detener al personaje del camión que va decidido a deshacerse de una tonelada de escombros. Luego hablan de “coordinación”, “gestiones” y “notificaciones ambientales”. Pura paja. Mucho verbo y pocos resultados concretos. Es el manual perfecto del “hicimos que hicimos, pero en realidad no pasó nada”. La vara es que mientras ellos hacen el brete de oficina y redactan comunicados bonitos, el tajo sigue acumulando basura y el riesgo ambiental aumenta.
Pero la joya de la corona, la cereza que adorna este pastel de ineptitud, es la excusa para no poner cámaras de seguridad. Agárrense fuerte: dicen que la instalación “no es viable porque no existe la posibilidad de enlazar inalámbricamente esa zona con el Centro de Monitoreo”. ¡QUÉ TORTA! De verdad, leí esa línea tres veces para asegurarme de que no estaba alucinando. Estamos en 2025. Tenemos internet satelital, redes 5G hasta para pedir un casado por Uber Eats, y la municipalidad de la capital de Costa Rica no puede conectar un bendito chunche de una cámara a su sistema. Mae, esa excusa no se la cree ni el más inocente. Suena al pretexto más barato para no invertir o, peor aún, a una incompetencia técnica que asusta.
Y al final, ¿quiénes pagan los platos rotos de este circo? Obviamente, la gente de Pavas. Los vecinos que tienen que aguantarse el humo de las quemas ilegales, los malos olores, la contaminación de las nacientes y el riesgo constante para su salud. Ellos son los que están atrapados en medio del fuego cruzado institucional. Mientras la ministra Munive saca órdenes sanitarias y la Muni responde con comunicados que parecen escritos por una IA, los vecinos son los que viven el problema en carne propia, día tras día. ¡Qué sal! Tener que depender de instituciones que actúan más como rivales que como servidores públicos, pasándose la papa caliente en lugar de unirse para apagar el incendio.
Al final del día, esta vara del Tajo Comag es el retrato perfecto de la burocracia que nos tiene frenados. No parece ser un problema de falta de soluciones, sino de falta de voluntad y de alguien que asuma la responsabilidad de una vez por todas. Ya basta de comunicados, de reuniones para planificar la próxima reunión y de excusas que insultan nuestra inteligencia. Se necesita acción real, maquinaria pesada y decisiones firmes. La pregunta que les dejo, maes, es: ¿Hasta cuándo vamos a seguir aceptando pretextos tan absurdos como “no hay señal de Wi-Fi” para problemas tan graves? ¿Quién tiene que jalarse la torta más grande para que por fin alguien se ponga las pilas y haga algo de verdad?
Leí con calma el comunicado de la Muni y, diay, es para sentarse a llorar o a reír, depende del día. Enumeran un montón de “acciones”: que si reuniones “interinstitucionales”, que si pusieron rótulos… ¡Rótulos, mae! Como si un letrero de “Prohibido botar basura” fuera a detener al personaje del camión que va decidido a deshacerse de una tonelada de escombros. Luego hablan de “coordinación”, “gestiones” y “notificaciones ambientales”. Pura paja. Mucho verbo y pocos resultados concretos. Es el manual perfecto del “hicimos que hicimos, pero en realidad no pasó nada”. La vara es que mientras ellos hacen el brete de oficina y redactan comunicados bonitos, el tajo sigue acumulando basura y el riesgo ambiental aumenta.
Pero la joya de la corona, la cereza que adorna este pastel de ineptitud, es la excusa para no poner cámaras de seguridad. Agárrense fuerte: dicen que la instalación “no es viable porque no existe la posibilidad de enlazar inalámbricamente esa zona con el Centro de Monitoreo”. ¡QUÉ TORTA! De verdad, leí esa línea tres veces para asegurarme de que no estaba alucinando. Estamos en 2025. Tenemos internet satelital, redes 5G hasta para pedir un casado por Uber Eats, y la municipalidad de la capital de Costa Rica no puede conectar un bendito chunche de una cámara a su sistema. Mae, esa excusa no se la cree ni el más inocente. Suena al pretexto más barato para no invertir o, peor aún, a una incompetencia técnica que asusta.
Y al final, ¿quiénes pagan los platos rotos de este circo? Obviamente, la gente de Pavas. Los vecinos que tienen que aguantarse el humo de las quemas ilegales, los malos olores, la contaminación de las nacientes y el riesgo constante para su salud. Ellos son los que están atrapados en medio del fuego cruzado institucional. Mientras la ministra Munive saca órdenes sanitarias y la Muni responde con comunicados que parecen escritos por una IA, los vecinos son los que viven el problema en carne propia, día tras día. ¡Qué sal! Tener que depender de instituciones que actúan más como rivales que como servidores públicos, pasándose la papa caliente en lugar de unirse para apagar el incendio.
Al final del día, esta vara del Tajo Comag es el retrato perfecto de la burocracia que nos tiene frenados. No parece ser un problema de falta de soluciones, sino de falta de voluntad y de alguien que asuma la responsabilidad de una vez por todas. Ya basta de comunicados, de reuniones para planificar la próxima reunión y de excusas que insultan nuestra inteligencia. Se necesita acción real, maquinaria pesada y decisiones firmes. La pregunta que les dejo, maes, es: ¿Hasta cuándo vamos a seguir aceptando pretextos tan absurdos como “no hay señal de Wi-Fi” para problemas tan graves? ¿Quién tiene que jalarse la torta más grande para que por fin alguien se ponga las pilas y haga algo de verdad?