Maes, ¿ya vieron la última encuesta de la UCR sobre la carrera presidencial? La vara está para sentarse a analizarla con calma y un café bien chorreado, porque el resultado es un enredo de los buenos. Es como si el país entero le estuviera diciendo al partido de gobierno: "Todo bien con el DJ, pero esa canción que puso no nos cuadra para nada". El presidente Rodrigo Chaves todavía tiene su fanaticada, con un 52% de aprobación que ya muchos quisieran. Pero a la hora de los quiubos, ese cariño no se transfiere. No es un virus que se pega, y su candidata, Laura Fernández, lo está sintiendo en carne propia.
Diay, es que los números no mienten. Mientras Chaves flota con una mayoría que lo respalda, Fernández apenas marca un 12% en intención de voto. Para el partido oficialista, Pueblo Soberano, esto tiene que ser un despiche de los buenos. Llevan meses vendiendo la idea de que ella es la "continuidad", la heredera del trono, la que va a seguir con el "brete" del Presi. Pero la gente no está comprando ese cuento. Es más, la encuesta revela algo todavía más loco: un 7% de los encuestados dice que votaría por el mismísimo Chaves, ¡a pesar de que legalmente no puede reelegirse! Es como el ex que no se supera; lo quieren a él y a nadie más.
Pero aquí viene la parte que pone a sudar frío a cualquier jefe de campaña, sin importar el color político: la verdadera ganadora de esta encuesta es doña Indecisión. Un masivo 57% de los electores anda en la luna, sin tener la más mínima idea de por quién marcar la papeleta. ¡Más de la mitad del país! Esto significa que la campaña ni siquiera ha empezado de verdad. Los discursos, las promesas y las caras en los postes todavía no le mueven la aguja a la mayoría. Este 57% es el verdadero poder, un gigante dormido que va a decidir quién se sienta en Zapote, y por ahora, nadie tiene la fórmula para despertarlo a su favor.
Mientras tanto, ¿qué pasa con los demás? Pues, tampoco es que estén tirando cohetes. Álvaro Ramos, de Liberación Nacional, se asoma con un tímido 6%, y Ariel Robles, del Frente Amplio, le sigue con un 5%. Son números que, en cualquier otro escenario, serían para preocuparse, pero en este mar de indecisión, al menos los mantiene en el mapa. Lo que queda claro es que el panorama está totalmente abierto. Ningún candidato, ni siquiera la oficialista con todo el aparato del gobierno detrás, ha logrado encender la chispa. La gente sigue evaluando, esperando, o quizás, simplemente está harta de la misma politiquería de siempre.
En resumen, la estrategia de Laura Fernández de presentarse como el "clon" político del presidente se está jalando una torta monumental. El "rodriguismo", si es que podemos llamarlo así, parece ser una vara tan personal e intransferible como la huella digital. No es un movimiento, es el show de un solo hombre. Chaves puede tener la aprobación por las nubes, pero ese capital político no se puede endosar en un cheque para su sucesora. La campaña se le está poniendo cuesta arriba al oficialismo, y con un 57% del electorado viendo para otro lado, el juego está lejos, lejísimos, de estar definido.
La pregunta del millón, maes: ¿Es que el tico apoya a la persona y no al partido? ¿O es que simplemente la candidata no está conectando? ¿Se le fue al traste el plan al oficialismo de heredar el trono? Los leo.
Diay, es que los números no mienten. Mientras Chaves flota con una mayoría que lo respalda, Fernández apenas marca un 12% en intención de voto. Para el partido oficialista, Pueblo Soberano, esto tiene que ser un despiche de los buenos. Llevan meses vendiendo la idea de que ella es la "continuidad", la heredera del trono, la que va a seguir con el "brete" del Presi. Pero la gente no está comprando ese cuento. Es más, la encuesta revela algo todavía más loco: un 7% de los encuestados dice que votaría por el mismísimo Chaves, ¡a pesar de que legalmente no puede reelegirse! Es como el ex que no se supera; lo quieren a él y a nadie más.
Pero aquí viene la parte que pone a sudar frío a cualquier jefe de campaña, sin importar el color político: la verdadera ganadora de esta encuesta es doña Indecisión. Un masivo 57% de los electores anda en la luna, sin tener la más mínima idea de por quién marcar la papeleta. ¡Más de la mitad del país! Esto significa que la campaña ni siquiera ha empezado de verdad. Los discursos, las promesas y las caras en los postes todavía no le mueven la aguja a la mayoría. Este 57% es el verdadero poder, un gigante dormido que va a decidir quién se sienta en Zapote, y por ahora, nadie tiene la fórmula para despertarlo a su favor.
Mientras tanto, ¿qué pasa con los demás? Pues, tampoco es que estén tirando cohetes. Álvaro Ramos, de Liberación Nacional, se asoma con un tímido 6%, y Ariel Robles, del Frente Amplio, le sigue con un 5%. Son números que, en cualquier otro escenario, serían para preocuparse, pero en este mar de indecisión, al menos los mantiene en el mapa. Lo que queda claro es que el panorama está totalmente abierto. Ningún candidato, ni siquiera la oficialista con todo el aparato del gobierno detrás, ha logrado encender la chispa. La gente sigue evaluando, esperando, o quizás, simplemente está harta de la misma politiquería de siempre.
En resumen, la estrategia de Laura Fernández de presentarse como el "clon" político del presidente se está jalando una torta monumental. El "rodriguismo", si es que podemos llamarlo así, parece ser una vara tan personal e intransferible como la huella digital. No es un movimiento, es el show de un solo hombre. Chaves puede tener la aprobación por las nubes, pero ese capital político no se puede endosar en un cheque para su sucesora. La campaña se le está poniendo cuesta arriba al oficialismo, y con un 57% del electorado viendo para otro lado, el juego está lejos, lejísimos, de estar definido.
La pregunta del millón, maes: ¿Es que el tico apoya a la persona y no al partido? ¿O es que simplemente la candidata no está conectando? ¿Se le fue al traste el plan al oficialismo de heredar el trono? Los leo.
