Maes, a veces uno cree que ya lo ha visto todo, pero siempre hay alguien que se esfuerza por superarse. ¡Y qué torta la que se jalaron un par de piezas en Cartago! La vara es que la Fuerza Pública andaba en un operativo de rutina por allá, en el sector de Macho Gaff, sobre esa ruta que todos conocemos en El Guarco, y se toparon con una verdadera cajita de sorpresas. Detuvieron a dos sujetos que, para resumir, andaban equipados como para empezar una pequeña guerra o, como mínimo, para una jubilación anticipada muy, pero muy sospechosa. No llevaban poquita cosa, la verdad es que el paquete estaba completo: un platal que no podían justificar y un par de “chunches” para hacer bulla, cero papeles, cero permisos, cero explicaciones.
Imagínense la escena. Los oficiales los paran, piden los documentos del carro, todo parece normal hasta que, por esa malicia que da el oficio, deciden revisar un poco más a fondo. ¡Y bingo! Empieza a salir la harina. Y no hablamos de unos cuantos billetes para el fin de semana. Según confirmó el propio director regional, el comisionado Eric Calderón, los maes transportaban la módica suma de $70,000 dólares. ¡Setenta mil! Hagan ustedes la conversión al tipo de cambio de hoy, pero estamos hablando de más de 35 melones de colones. Como era de esperarse, cuando los pacos les preguntaron de dónde venía tanto amor en forma de billetes verdes, los tipos se quedaron viendo para el ciprés. Cero facturas, cero herencias repentinas, solo una cara de “yo no fui” que no se la creía ni su propia mamá.
Pero si la vara del dinero ya pintaba para despiche, esperen a oír el resto. Porque claro, para custodiar semejante platal, uno no anda con un rosario en la mano. Los oficiales también les encontraron dos armas de fuego bien guardaditas. Y, como ya se lo estarán imaginando, los permisos para portarlas brillaban por su ausencia. Ilegales, sin registrar, listas para el "brete", y no precisamente para ir a marcar tarjeta a una oficina. Lo que termina de amarrar todo el tamal es que estos personajes no son ningunos novatos en el bajo mundo. El reporte policial indica que ambos ya tienen su buen historial por delitos como robo y, ojo al dato, asaltos a camiones. Diay, como que las piezas del rompecabezas empiezan a encajar solitas, ¿verdad?
Aquí es donde uno se pone a pensar. Seamos realistas, nadie en su sano juicio anda con 35 millones en efectivo y dos armas ilegales en la guantera para ir a comprar el pan o a pasear a la mascota. La ruta, Macho Gaff, en plena Interamericana Sur, es un corredor logístico clave en este país. Si uno suma dos más dos: una cantidad de dinero que grita “lavado” por todos lados, fierros sin papeles y un currículum especializado en bajonazos a camiones… diay, no hace falta ser un detective para empezar a atar cabos. Esto huele a un pago, a una transacción fallida o a la preparación de un golpe grande que, por suerte, se fue al traste gracias a este operativo.
Por ahora, este par de genios del crimen ya están guardaditos y a la orden del Ministerio Público, que de fijo va a tener un brete interesante tratando de desenredar este nudo. Los fiscales tendrán que ver si logran probar de dónde salió esa plata y para qué eran exactamente esas armas. Pero más allá de este caso puntual, la pregunta que queda flotando en el aire es inevitable y nos toca a todos. ¿Qué tan seguido creen ustedes que pasan estas varas por debajo de la mesa sin que nadie se dé cuenta? ¿Fue esto un golpe de pura suerte de la policía o es apenas la punta del iceberg de lo que realmente se mueve por las carreteras de nuestro país? ¡Quiero leerlos en los comentarios!
Imagínense la escena. Los oficiales los paran, piden los documentos del carro, todo parece normal hasta que, por esa malicia que da el oficio, deciden revisar un poco más a fondo. ¡Y bingo! Empieza a salir la harina. Y no hablamos de unos cuantos billetes para el fin de semana. Según confirmó el propio director regional, el comisionado Eric Calderón, los maes transportaban la módica suma de $70,000 dólares. ¡Setenta mil! Hagan ustedes la conversión al tipo de cambio de hoy, pero estamos hablando de más de 35 melones de colones. Como era de esperarse, cuando los pacos les preguntaron de dónde venía tanto amor en forma de billetes verdes, los tipos se quedaron viendo para el ciprés. Cero facturas, cero herencias repentinas, solo una cara de “yo no fui” que no se la creía ni su propia mamá.
Pero si la vara del dinero ya pintaba para despiche, esperen a oír el resto. Porque claro, para custodiar semejante platal, uno no anda con un rosario en la mano. Los oficiales también les encontraron dos armas de fuego bien guardaditas. Y, como ya se lo estarán imaginando, los permisos para portarlas brillaban por su ausencia. Ilegales, sin registrar, listas para el "brete", y no precisamente para ir a marcar tarjeta a una oficina. Lo que termina de amarrar todo el tamal es que estos personajes no son ningunos novatos en el bajo mundo. El reporte policial indica que ambos ya tienen su buen historial por delitos como robo y, ojo al dato, asaltos a camiones. Diay, como que las piezas del rompecabezas empiezan a encajar solitas, ¿verdad?
Aquí es donde uno se pone a pensar. Seamos realistas, nadie en su sano juicio anda con 35 millones en efectivo y dos armas ilegales en la guantera para ir a comprar el pan o a pasear a la mascota. La ruta, Macho Gaff, en plena Interamericana Sur, es un corredor logístico clave en este país. Si uno suma dos más dos: una cantidad de dinero que grita “lavado” por todos lados, fierros sin papeles y un currículum especializado en bajonazos a camiones… diay, no hace falta ser un detective para empezar a atar cabos. Esto huele a un pago, a una transacción fallida o a la preparación de un golpe grande que, por suerte, se fue al traste gracias a este operativo.
Por ahora, este par de genios del crimen ya están guardaditos y a la orden del Ministerio Público, que de fijo va a tener un brete interesante tratando de desenredar este nudo. Los fiscales tendrán que ver si logran probar de dónde salió esa plata y para qué eran exactamente esas armas. Pero más allá de este caso puntual, la pregunta que queda flotando en el aire es inevitable y nos toca a todos. ¿Qué tan seguido creen ustedes que pasan estas varas por debajo de la mesa sin que nadie se dé cuenta? ¿Fue esto un golpe de pura suerte de la policía o es apenas la punta del iceberg de lo que realmente se mueve por las carreteras de nuestro país? ¡Quiero leerlos en los comentarios!
