Maes, pónganle atención a esta vara porque, para bien o para mal, nos toca a todos. El Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu) acaba de soltar la bomba: van con un plan de modernización que suena, en papel, bastante ambicioso. Y cuando digo ambicioso, me refiero a que no están hablando de pintar una pared o cambiar las sillas de la recepción. No, no. La jugada incluye construir sedes nuevas por todo el país, meterle fuerte a la tecnología para agilizar todo y, quizás lo más importante, abrir un albergue especializado para mujeres en riesgo aquí en la GAM. Diay, uno escucha “proyecto del gobierno” y a veces se le paran los pelos, pero hay que admitir que esto, por lo menos, apunta en la dirección correcta. La idea es que la ayuda llegue más rápido y mejor, y honestamente, ya era hora.
Y es que no es para menos. Si uno se pone a ver los números fríos, la cosa está fea. Los casos de violencia de género, lejos de bajar, han ido para arriba en un montón de zonas del país. Entonces, este plan del Inamu no es un lujo ni un capricho; es una respuesta directa a una realidad que nos explota en la cara todos los días. La institución lo dice claro: necesitan ampliar la cobertura y garantizar que los espacios sean seguros y accesibles. ¿De qué sirve tener un centro de ayuda si para llegar hay que cruzar media provincia o si el lugar parece que se va a caer? Este movimiento busca, precisamente, que una mujer en una situación de violencia en Pérez Zeledón o en Limón tenga un acceso tan digno y eficiente como una que vive en Escazú. El brete es enorme, pero es el brete que urge.
Ahora, vamos al detalle, que es donde se pone interesante. La parte tecnológica me llamó la atención. ¡Y esta parte está tuanis! Hablan de implementar herramientas digitales para que los trámites y las consultas sean más fluidos. Imagínense lo que significa eso: reducir los tiempos de espera para alguien que necesita ayuda urgente. Pasar de un sistema lento y burocrático a uno donde con un par de clics se pueda acceder a información o agendar una cita puede hacer una diferencia abismal. Y luego está la parte física: la renovación de los chunches y edificios que ya existen y la construcción de nuevos. El albergue en la GAM es, sin duda, la joya de la corona. Un espacio con servicios integrales de protección y acompañamiento es algo que se necesitaba para ayer. Es darle un salvavidas real a quienes están en el punto más crítico.
Claro, un proyecto de esta magnitud no se hace solo. El Inamu se está aliando con el ICE y con el Sicop para ejecutar toda la vara. En teoría, esta es una movida inteligente para asegurar que las construcciones y las compras se hagan de forma eficiente y transparente. Pero bueno, ya conocemos el cuento: una cosa es lo que se planea y otra lo que termina pasando. La clave aquí será la fiscalización, tanto de la prensa como de nosotros los ciudadanos, para que la plata se use bien y los plazos se cumplan. Esperemos que la alianza funcione como un reloj suizo y no se convierta en un despiche burocrático. La misión es demasiado importante como para que el plan se vaya al traste por trámites lentos o malos manejos.
En resumen, el Inamu está apostando por un modelo más cercano, moderno y eficiente. Es una jugada grande y necesaria que busca consolidar una red de apoyo real y tangible para miles de mujeres en todo el país. La intención es de aplaudir, y el plan, en su concepción, suena a cachete. La pregunta del millón, como siempre, es si la ejecución estará a la altura de la promesa. Ojalá que sí, porque el éxito de este proyecto no se mide en edificios bonitos o en sistemas rápidos, sino en las vidas que puede ayudar a salvar y a reconstruir. Es una inversión en seguridad, en dignidad y en igualdad que, si se hace bien, nos va a beneficiar a toda la sociedad.
Pero bueno, maes, ahora les toca a ustedes. ¿Creen que esta modernización del Inamu de verdad va a cambiar las cosas? ¿O es más de lo mismo pero con chunches nuevos? ¿Qué más le hace falta a la institución para que el apoyo sea realmente efectivo? ¡Los leo en los comentarios!
Y es que no es para menos. Si uno se pone a ver los números fríos, la cosa está fea. Los casos de violencia de género, lejos de bajar, han ido para arriba en un montón de zonas del país. Entonces, este plan del Inamu no es un lujo ni un capricho; es una respuesta directa a una realidad que nos explota en la cara todos los días. La institución lo dice claro: necesitan ampliar la cobertura y garantizar que los espacios sean seguros y accesibles. ¿De qué sirve tener un centro de ayuda si para llegar hay que cruzar media provincia o si el lugar parece que se va a caer? Este movimiento busca, precisamente, que una mujer en una situación de violencia en Pérez Zeledón o en Limón tenga un acceso tan digno y eficiente como una que vive en Escazú. El brete es enorme, pero es el brete que urge.
Ahora, vamos al detalle, que es donde se pone interesante. La parte tecnológica me llamó la atención. ¡Y esta parte está tuanis! Hablan de implementar herramientas digitales para que los trámites y las consultas sean más fluidos. Imagínense lo que significa eso: reducir los tiempos de espera para alguien que necesita ayuda urgente. Pasar de un sistema lento y burocrático a uno donde con un par de clics se pueda acceder a información o agendar una cita puede hacer una diferencia abismal. Y luego está la parte física: la renovación de los chunches y edificios que ya existen y la construcción de nuevos. El albergue en la GAM es, sin duda, la joya de la corona. Un espacio con servicios integrales de protección y acompañamiento es algo que se necesitaba para ayer. Es darle un salvavidas real a quienes están en el punto más crítico.
Claro, un proyecto de esta magnitud no se hace solo. El Inamu se está aliando con el ICE y con el Sicop para ejecutar toda la vara. En teoría, esta es una movida inteligente para asegurar que las construcciones y las compras se hagan de forma eficiente y transparente. Pero bueno, ya conocemos el cuento: una cosa es lo que se planea y otra lo que termina pasando. La clave aquí será la fiscalización, tanto de la prensa como de nosotros los ciudadanos, para que la plata se use bien y los plazos se cumplan. Esperemos que la alianza funcione como un reloj suizo y no se convierta en un despiche burocrático. La misión es demasiado importante como para que el plan se vaya al traste por trámites lentos o malos manejos.
En resumen, el Inamu está apostando por un modelo más cercano, moderno y eficiente. Es una jugada grande y necesaria que busca consolidar una red de apoyo real y tangible para miles de mujeres en todo el país. La intención es de aplaudir, y el plan, en su concepción, suena a cachete. La pregunta del millón, como siempre, es si la ejecución estará a la altura de la promesa. Ojalá que sí, porque el éxito de este proyecto no se mide en edificios bonitos o en sistemas rápidos, sino en las vidas que puede ayudar a salvar y a reconstruir. Es una inversión en seguridad, en dignidad y en igualdad que, si se hace bien, nos va a beneficiar a toda la sociedad.
Pero bueno, maes, ahora les toca a ustedes. ¿Creen que esta modernización del Inamu de verdad va a cambiar las cosas? ¿O es más de lo mismo pero con chunches nuevos? ¿Qué más le hace falta a la institución para que el apoyo sea realmente efectivo? ¡Los leo en los comentarios!