Seamos honestos, la mayoría de nosotros en el cole con costos logramos prender un bombillito con una batería sin causar un cortocircuito. Diay, la vara es que mientras uno se jalaba tortas con cables pelados, los estudiantes de noveno y décimo en Cedes Don Bosco están a punto de jugar en otra liga. Resulta que les acaban de inaugurar un laboratorio de instalaciones eléctricas que suena más a centro de operaciones de la NASA que a un aula de electromecánica. ¡Qué nivelazo, mae! Estamos hablando de un espacio diseñado para que dejen la teoría y se pongan a bretear con los chunches que de verdad se van a topar en la calle.
O sea, no es cualquier cosa. El laboratorio está armado hasta los dientes con tecnología de punta para que los güilas aprendan sobre instalaciones residenciales y, agárrense, sistemas inteligentes. Esto significa que no solo van a saber cómo montar un tablero de distribución sin que todo explote, sino que van a dominar la domótica. Van a aprender a instalar sensores, interruptores inteligentes y todos esos chereques que hacen que una casa se controle desde el celular. La idea es que cuando salgan a buscar brete, ya vengan con el chip de la automatización, la eficiencia energética y los estándares más cargas de la industria, tanto de aquí como de afuera.
Lo más tuanis de todo este asunto es el enfoque práctico. David Ulloa, el gestor tecnológico de la especialidad, lo puso clarísimo: los estudiantes van a trabajar con exactamente los mismos equipos que se encontrarían en un proyecto real. ¡A cachete! Esto rompe por completo con el modelo viejo de aprenderse un libro de memoria para luego llegar al primer trabajo a pedir cacao. Aquí la jugada es que adquieran las competencias desde el aula, que se equivoquen y aprendan en un ambiente controlado. Más allá de conectar cables, el objetivo es que desarrollen pensamiento crítico para resolver broncas técnicas de verdad. ¡Qué carga la iniciativa!, porque prepara a una generación que no solo sabe hacer, sino que sabe pensar.
Y bueno, una vara así de chiva no aparece por arte de magia. Este proyecto es el resultado de una alianza que demuestra que cuando el sector privado se pone la 10, pasan cosas increíbles. Cedes Don Bosco se alió con EATON, una empresa gigante en administración de energía, y con IESA, una compañía tica. Mario Vargas, el mero mero de EATON por acá, dijo algo que es pura lógica: apoyar la educación técnica es una inversión directa en el país. Quieren que los maes salgan listos para aportar desde el día uno. Por su parte, Marco Vinicio Vargas, director de IESA, reforzó la idea de que las empresas tienen la responsabilidad de crear oportunidades para la juventud. Es una cadena virtuosa que, al final, nos beneficia a todos.
Al final del día, esta noticia es más que un simple laboratorio nuevo. Es un recordatorio de que en Costa Rica sí se pueden hacer las cosas bien. Es la prueba de que la unión entre la educación y la empresa privada puede generar un impacto real y tangible. En lugar de solo quejarnos de la falta de oportunidades o de la preparación de los jóvenes, aquí hay gente que se puso a trabajar para crear una solución. Este proyecto en Cedes Don Bosco es un faro de esperanza que demuestra cómo se puede preparar al talento tico para los retos de un mundo que no deja de cambiar. Ojalá viéramos más historias así de seguido.
Ahora les tiro la bola a ustedes, ¿qué otras áreas de la educación técnica creen que necesitan un empujón así de tuanis? ¿O conocen otros coles o iniciativas que se la estén jugando de esta manera para preparar mejor a los güilas?
O sea, no es cualquier cosa. El laboratorio está armado hasta los dientes con tecnología de punta para que los güilas aprendan sobre instalaciones residenciales y, agárrense, sistemas inteligentes. Esto significa que no solo van a saber cómo montar un tablero de distribución sin que todo explote, sino que van a dominar la domótica. Van a aprender a instalar sensores, interruptores inteligentes y todos esos chereques que hacen que una casa se controle desde el celular. La idea es que cuando salgan a buscar brete, ya vengan con el chip de la automatización, la eficiencia energética y los estándares más cargas de la industria, tanto de aquí como de afuera.
Lo más tuanis de todo este asunto es el enfoque práctico. David Ulloa, el gestor tecnológico de la especialidad, lo puso clarísimo: los estudiantes van a trabajar con exactamente los mismos equipos que se encontrarían en un proyecto real. ¡A cachete! Esto rompe por completo con el modelo viejo de aprenderse un libro de memoria para luego llegar al primer trabajo a pedir cacao. Aquí la jugada es que adquieran las competencias desde el aula, que se equivoquen y aprendan en un ambiente controlado. Más allá de conectar cables, el objetivo es que desarrollen pensamiento crítico para resolver broncas técnicas de verdad. ¡Qué carga la iniciativa!, porque prepara a una generación que no solo sabe hacer, sino que sabe pensar.
Y bueno, una vara así de chiva no aparece por arte de magia. Este proyecto es el resultado de una alianza que demuestra que cuando el sector privado se pone la 10, pasan cosas increíbles. Cedes Don Bosco se alió con EATON, una empresa gigante en administración de energía, y con IESA, una compañía tica. Mario Vargas, el mero mero de EATON por acá, dijo algo que es pura lógica: apoyar la educación técnica es una inversión directa en el país. Quieren que los maes salgan listos para aportar desde el día uno. Por su parte, Marco Vinicio Vargas, director de IESA, reforzó la idea de que las empresas tienen la responsabilidad de crear oportunidades para la juventud. Es una cadena virtuosa que, al final, nos beneficia a todos.
Al final del día, esta noticia es más que un simple laboratorio nuevo. Es un recordatorio de que en Costa Rica sí se pueden hacer las cosas bien. Es la prueba de que la unión entre la educación y la empresa privada puede generar un impacto real y tangible. En lugar de solo quejarnos de la falta de oportunidades o de la preparación de los jóvenes, aquí hay gente que se puso a trabajar para crear una solución. Este proyecto en Cedes Don Bosco es un faro de esperanza que demuestra cómo se puede preparar al talento tico para los retos de un mundo que no deja de cambiar. Ojalá viéramos más historias así de seguido.
Ahora les tiro la bola a ustedes, ¿qué otras áreas de la educación técnica creen que necesitan un empujón así de tuanis? ¿O conocen otros coles o iniciativas que se la estén jugando de esta manera para preparar mejor a los güilas?