Mae, si algo queda claro de cara a las elecciones del 2026 es que el voto conservador y evangélico se convirtió en la última Coca-Cola del desierto. Todo el mundo lo quiere, todos se lo pelean, y ahora parece que el partido oficialista, Pueblo Soberano, le está queriendo comer el mandado de frente a Fabricio Alvarado. La vara es que el chavismo, en una jugada que de ingenua no tiene un pelo, metió en sus papeletas a un montón de pastores y gente de fe, y diay, a don Fabricio no le hizo ni media gracia, aunque diga lo contrario.
El despiche, para ponerlo en buen tico, es que la movida de Pueblo Soberano es un salpicón ideológico que cuesta entender. Por un lado, fichan a gente como Gonzalo Ramírez, un exdiputado súper conservador que hasta presidió la Asamblea. Pero por otro, en sus filas tienen a gente como la exministra Nayuribe Guadamuz, que en su momento le dio el visto bueno a la declaratoria de interés cultural de la Marcha del Orgullo. Como dice el mismo Alvarado, es un intento de pescar en todas las peceras a la vez. Están metiendo en la misma bolsa a influencers como Robert Jr. (hijo de pastor) y a figuras que uno jamás asociaría con el conservadurismo. Una estrategia un poco extraña, la verdad.
Y claro, Fabricio salió a decir lo que todos esperábamos: que esto ya se lo olía, que no le preocupa y que “en campaña todos se convierten”. Él jura y perjura que su propuesta es “muy sólida” y que su gente es “de una sola pieza”. Básicamente, está vendiendo la idea de que Nueva República es el original y los demás son una copia barata. Diay, uno lo escucha y casi que le cree, pero es obvio que si le está dedicando tanto tiempo al tema es porque la movida le caló. Nadie gasta pólvora en zopilotes, y si el chavismo no representara una amenaza real para su nicho, Fabricio ni se molestaría en contestar.
Ahora, para ponerle un poco de cabeza fría a la vara, hay que escuchar a los que saben. El politólogo de la UCR, José Andrés Díaz, le baja el piso a todo el mundo. Él explica que, si bien Nueva República es el único partido “100% evangélico” que queda, eso no garantiza nada. Recuerda que el boom de Fabricio en 2018 fue una situación muy específica, una reacción a la opinión de la Corte IDH sobre el matrimonio igualitario. Fue, como él dice, “coyuntural”. Antes de eso, los partidos religiosos con costos llegaban al 2% de los votos. O sea, no es que el 30% de la población evangélica del país vote en bloque por el mismo chunche.
Al final, todo este enredo nos deja un panorama súper interesante para lo que viene. Por un lado, tenemos a Pueblo Soberano intentando armar un rompecabezas con piezas que no calzan, esperando que el pegamento electoral aguante hasta el 2026. Por otro, a un Fabricio Alvarado atrincherado, defendiendo su territorio y apelando a la lealtad y la consistencia de su gente. El brete de él ahora es demostrar que su producto es el auténtico, y que los demás son solo una imitación de temporada.
Maes, la pregunta del millón es esta: ¿Ustedes creen que esta jugada de Pueblo Soberano es un mate para Fabricio, o es pura bulla y al final la gente va a premiar la "consistencia" de la que él tanto habla? ¿O será que el voto conservador ya no es de nadie y se va con el que mejor le baile?
El despiche, para ponerlo en buen tico, es que la movida de Pueblo Soberano es un salpicón ideológico que cuesta entender. Por un lado, fichan a gente como Gonzalo Ramírez, un exdiputado súper conservador que hasta presidió la Asamblea. Pero por otro, en sus filas tienen a gente como la exministra Nayuribe Guadamuz, que en su momento le dio el visto bueno a la declaratoria de interés cultural de la Marcha del Orgullo. Como dice el mismo Alvarado, es un intento de pescar en todas las peceras a la vez. Están metiendo en la misma bolsa a influencers como Robert Jr. (hijo de pastor) y a figuras que uno jamás asociaría con el conservadurismo. Una estrategia un poco extraña, la verdad.
Y claro, Fabricio salió a decir lo que todos esperábamos: que esto ya se lo olía, que no le preocupa y que “en campaña todos se convierten”. Él jura y perjura que su propuesta es “muy sólida” y que su gente es “de una sola pieza”. Básicamente, está vendiendo la idea de que Nueva República es el original y los demás son una copia barata. Diay, uno lo escucha y casi que le cree, pero es obvio que si le está dedicando tanto tiempo al tema es porque la movida le caló. Nadie gasta pólvora en zopilotes, y si el chavismo no representara una amenaza real para su nicho, Fabricio ni se molestaría en contestar.
Ahora, para ponerle un poco de cabeza fría a la vara, hay que escuchar a los que saben. El politólogo de la UCR, José Andrés Díaz, le baja el piso a todo el mundo. Él explica que, si bien Nueva República es el único partido “100% evangélico” que queda, eso no garantiza nada. Recuerda que el boom de Fabricio en 2018 fue una situación muy específica, una reacción a la opinión de la Corte IDH sobre el matrimonio igualitario. Fue, como él dice, “coyuntural”. Antes de eso, los partidos religiosos con costos llegaban al 2% de los votos. O sea, no es que el 30% de la población evangélica del país vote en bloque por el mismo chunche.
Al final, todo este enredo nos deja un panorama súper interesante para lo que viene. Por un lado, tenemos a Pueblo Soberano intentando armar un rompecabezas con piezas que no calzan, esperando que el pegamento electoral aguante hasta el 2026. Por otro, a un Fabricio Alvarado atrincherado, defendiendo su territorio y apelando a la lealtad y la consistencia de su gente. El brete de él ahora es demostrar que su producto es el auténtico, y que los demás son solo una imitación de temporada.
Maes, la pregunta del millón es esta: ¿Ustedes creen que esta jugada de Pueblo Soberano es un mate para Fabricio, o es pura bulla y al final la gente va a premiar la "consistencia" de la que él tanto habla? ¿O será que el voto conservador ya no es de nadie y se va con el que mejor le baile?