Maes, hay que hablar de la Caja, porque la cosa está que arde. Si uno pensaba que las aguas ya estaban turbias, ahora parece que estamos en medio de un huracán. La última vara con la destitución de Martha Rodríguez de la Junta Directiva de la CCSS tiene a los sindicatos con los pelos de punta, y honestamente, no es para menos. El ambiente está tan tenso que ya no se sabe si es gobernabilidad o si, como dicen ellos, todo se está yendo al traste. La palabra que más resuena es “autoritarismo”, y cuando un montón de sindicatos se ponen de acuerdo en algo, diay, por lo menos hay que poner atención.
Vamos al grano. Un día antes de la asamblea para escoger al nuevo representante sindical en la Junta Directiva, múltiples gremios salen a tirar la piedra con todo. Y no es una queja cualquiera. Están hablando de “persecución política”. Vivian Chaves, la presidenta de la APSE, no se anduvo por las ramas y soltó la frase del día: que la movida del Gobierno “raya en la dictadura y en el autoritarismo”. ¡Qué nivel de declaración! Esto ya no es un simple desacuerdo administrativo; esto es un choque de trenes ideológico. Los sindicatos sienten que el Gobierno de Rodrigo Chaves les está pasando por encima y que la autonomía de la Caja, ese chunche sagrado del que tanto nos enorgullecemos, está en juego.
Aquí es donde la vara se pone más compleja. Los sindicatos apuntan a que toda esta persecución contra Rodríguez fue orquestada por Marta Esquivel, quien, ¡qué casualidad!, ahora es candidata a diputada. Para ellos, la jugada es clarísima: el Gobierno se jaló una torta al destituir a Rodríguez para limpiar el camino y montar una Junta Directiva que le diga “sí, señor presidente” a todo. Una junta sumisa, sin criterio propio, que básicamente convierta a la institución en un apéndice más del Ejecutivo. Es una acusación gravísima, porque implica que se está desmantelando un contrapeso fundamental para meter mano política en una de las instituciones más importantes del país.
Y ojo, no estamos hablando de un sindicato pequeño haciendo bulla. El frente que se armó es de peso pesado. Estaban Undeca, Sinae, Apse, Sitraa… básicamente un “quién es quién” del movimiento sindical costarricense. Desde enfermeros hasta profesores y trabajadores de Acueductos. Este apoyo masivo le da un peso enorme a la denuncia y deja claro que el malestar es generalizado. No es solo un berrinche por un puesto; es una defensa coordinada de lo que ellos consideran un ataque directo a la libertad sindical y a la estructura misma de la seguridad social del país.
Al final, este despiche nos deja en medio de un debate que va más allá de un nombre en una junta directiva. La pregunta de fondo es sobre el estilo de gobernar. ¿Dónde termina la búsqueda de eficiencia y el “poner orden” y dónde empieza la injerencia indebida y el autoritarismo? Los sindicatos ya tienen su respuesta y la están gritando a los cuatro vientos. Ahora la pelota está en la cancha de Zapote y, por supuesto, en la nuestra como ciudadanos. Diay, maes, ¿ustedes qué opinan? ¿Es el Gobierno haciendo el brete que le toca o ya esta vara se pasó de la raya y huele a otra cosa?
Vamos al grano. Un día antes de la asamblea para escoger al nuevo representante sindical en la Junta Directiva, múltiples gremios salen a tirar la piedra con todo. Y no es una queja cualquiera. Están hablando de “persecución política”. Vivian Chaves, la presidenta de la APSE, no se anduvo por las ramas y soltó la frase del día: que la movida del Gobierno “raya en la dictadura y en el autoritarismo”. ¡Qué nivel de declaración! Esto ya no es un simple desacuerdo administrativo; esto es un choque de trenes ideológico. Los sindicatos sienten que el Gobierno de Rodrigo Chaves les está pasando por encima y que la autonomía de la Caja, ese chunche sagrado del que tanto nos enorgullecemos, está en juego.
Aquí es donde la vara se pone más compleja. Los sindicatos apuntan a que toda esta persecución contra Rodríguez fue orquestada por Marta Esquivel, quien, ¡qué casualidad!, ahora es candidata a diputada. Para ellos, la jugada es clarísima: el Gobierno se jaló una torta al destituir a Rodríguez para limpiar el camino y montar una Junta Directiva que le diga “sí, señor presidente” a todo. Una junta sumisa, sin criterio propio, que básicamente convierta a la institución en un apéndice más del Ejecutivo. Es una acusación gravísima, porque implica que se está desmantelando un contrapeso fundamental para meter mano política en una de las instituciones más importantes del país.
Y ojo, no estamos hablando de un sindicato pequeño haciendo bulla. El frente que se armó es de peso pesado. Estaban Undeca, Sinae, Apse, Sitraa… básicamente un “quién es quién” del movimiento sindical costarricense. Desde enfermeros hasta profesores y trabajadores de Acueductos. Este apoyo masivo le da un peso enorme a la denuncia y deja claro que el malestar es generalizado. No es solo un berrinche por un puesto; es una defensa coordinada de lo que ellos consideran un ataque directo a la libertad sindical y a la estructura misma de la seguridad social del país.
Al final, este despiche nos deja en medio de un debate que va más allá de un nombre en una junta directiva. La pregunta de fondo es sobre el estilo de gobernar. ¿Dónde termina la búsqueda de eficiencia y el “poner orden” y dónde empieza la injerencia indebida y el autoritarismo? Los sindicatos ya tienen su respuesta y la están gritando a los cuatro vientos. Ahora la pelota está en la cancha de Zapote y, por supuesto, en la nuestra como ciudadanos. Diay, maes, ¿ustedes qué opinan? ¿Es el Gobierno haciendo el brete que le toca o ya esta vara se pasó de la raya y huele a otra cosa?