Seguro ha escuchado la historia mil veces, quizás en un almuerzo familiar: “Diay, es que en mi familia todos somos de presión alta” o “el azúcar es la tara de los Pérez”. Por años, hemos cargado con esa idea de que la genética es una sentencia, una especie de destino ineludible que nos va a pasar la factura tarde o temprano. Pues bueno, maes, resulta que esa vara no es tan así. La ciencia más reciente está demostrando que nuestro estilo de vida no solo importa, sino que puede meterle un baile a la predisposición genética y mandarla a sentar.
El meollo del asunto, según una epidemióloga cardiovascular de la Universidad de Columbia que es un carga en el tema, la Dra. Nour Makarem, es que podemos reducir a más de la mitad el riesgo de un infarto o un derrame, incluso si en nuestra cédula parece que venimos con el combo de la mala suerte familiar. El problema es que el principal enemigo es un fantasma: la hipertensión. La famosa “presión alta” es un asesino silencioso porque no avisa, no duele, no pica. Uno puede andar por la vida como si nada, y por dentro la procesión va que arde, con las arterias poniéndose tiesas y estrechas. Es un despiche silencioso que, junto a la mala jupa, estar pegado a la silla todo el día en el brete y fumarse un pucho de vez en cuando, prepara el terreno para el desastre.
Pero aquí es donde la vara se pone tuanis. La investigación ahora le está poniendo el ojo a un factor que muchos hemos ignorado por completo: el sueño. Sí, dormir. La doctora Makarem lo dice sin pelos en la lengua: la gente no le da pelota al sueño y no se da cuenta de que es fundamental. De hecho, tener horarios de sueño irregulares —un día se acuesta a las 10 p.m. y al otro a las 3 a.m.— puede duplicar su riesgo de enfermedad cardíaca. ¡Duplicar! Eso pone un mal sueño al mismo nivel de peligrosidad que el tabaquismo o la diabetes. ¡Qué nivel de importancia!
Entonces, ¿cuál es el kit de supervivencia para que el corazón no se nos vaya al traste? La Asociación Americana del Corazón, con el visto bueno de expertas como la Dra. Makarem, lo resume en los “8 Esenciales”. Y no, no es ciencia de cohetes espaciales. Es básicamente el manual que nuestras abuelas nos recitaban: comer bien (más gallo pinto y ensalada, menos comida rápida), mover el esqueleto al menos 150 minutos a la semana (no tiene que ser una maratón, con caminar a paso ligero ya la va haciendo), decirle adiós al cigarro y al vape, y —aquí la joya de la corona— dormir como la gente. A eso súmele mantener los numeritos a raya: presión arterial, colesterol y azúcar bajo control, y mantener un peso saludable. Es un combo ganador.
Al final, todo se resume en que tenemos más control del que creemos. Adoptar estos hábitos no solo es para prevenir un susto, es para ganar vida de la buena. Estamos hablando de agregar hasta diez años de vida saludable, años sin depender de un chunche o una pastilla. Y por si fuera poco, los estudios demuestran que quienes se cuidan pueden ser biológicamente hasta ocho años más jóvenes que su edad real. O sea, no solo es vivir más, es vivir mejor y sentirse más joven. ¡Eso sí que es un negociazo! Jamás es tarde para empezar a hacer cambios, por pequeños que sean.
Y ahora, la pregunta del millón para el foro: ¿Ustedes le dan pelota a estas varas? ¿Cuál de estos hábitos les cuesta más mantener en el día a día tico? ¡Suelten la sopa!
El meollo del asunto, según una epidemióloga cardiovascular de la Universidad de Columbia que es un carga en el tema, la Dra. Nour Makarem, es que podemos reducir a más de la mitad el riesgo de un infarto o un derrame, incluso si en nuestra cédula parece que venimos con el combo de la mala suerte familiar. El problema es que el principal enemigo es un fantasma: la hipertensión. La famosa “presión alta” es un asesino silencioso porque no avisa, no duele, no pica. Uno puede andar por la vida como si nada, y por dentro la procesión va que arde, con las arterias poniéndose tiesas y estrechas. Es un despiche silencioso que, junto a la mala jupa, estar pegado a la silla todo el día en el brete y fumarse un pucho de vez en cuando, prepara el terreno para el desastre.
Pero aquí es donde la vara se pone tuanis. La investigación ahora le está poniendo el ojo a un factor que muchos hemos ignorado por completo: el sueño. Sí, dormir. La doctora Makarem lo dice sin pelos en la lengua: la gente no le da pelota al sueño y no se da cuenta de que es fundamental. De hecho, tener horarios de sueño irregulares —un día se acuesta a las 10 p.m. y al otro a las 3 a.m.— puede duplicar su riesgo de enfermedad cardíaca. ¡Duplicar! Eso pone un mal sueño al mismo nivel de peligrosidad que el tabaquismo o la diabetes. ¡Qué nivel de importancia!
Entonces, ¿cuál es el kit de supervivencia para que el corazón no se nos vaya al traste? La Asociación Americana del Corazón, con el visto bueno de expertas como la Dra. Makarem, lo resume en los “8 Esenciales”. Y no, no es ciencia de cohetes espaciales. Es básicamente el manual que nuestras abuelas nos recitaban: comer bien (más gallo pinto y ensalada, menos comida rápida), mover el esqueleto al menos 150 minutos a la semana (no tiene que ser una maratón, con caminar a paso ligero ya la va haciendo), decirle adiós al cigarro y al vape, y —aquí la joya de la corona— dormir como la gente. A eso súmele mantener los numeritos a raya: presión arterial, colesterol y azúcar bajo control, y mantener un peso saludable. Es un combo ganador.
Al final, todo se resume en que tenemos más control del que creemos. Adoptar estos hábitos no solo es para prevenir un susto, es para ganar vida de la buena. Estamos hablando de agregar hasta diez años de vida saludable, años sin depender de un chunche o una pastilla. Y por si fuera poco, los estudios demuestran que quienes se cuidan pueden ser biológicamente hasta ocho años más jóvenes que su edad real. O sea, no solo es vivir más, es vivir mejor y sentirse más joven. ¡Eso sí que es un negociazo! Jamás es tarde para empezar a hacer cambios, por pequeños que sean.
Y ahora, la pregunta del millón para el foro: ¿Ustedes le dan pelota a estas varas? ¿Cuál de estos hábitos les cuesta más mantener en el día a día tico? ¡Suelten la sopa!