Maes, en serio, a veces pareciera que en Cuesta de Moras disfrutan enredando la pita más de la cuenta. Justo cuando creíamos que una buena noticia iba caminando, ¡BAM!, le meten el freno de mano. Les hablo del famoso proyecto de ley para bajarle el precio a los medicamentos, una vara que le urge a medio país y que, para sorpresa de nadie, ahora está metido en un bache que huele a chanchullo político desde aquí hasta el Chirripó.
La historia es así: a principios de setiembre, el proyecto se aprobó en primer debate con 40 votos. ¡Cuarenta! O sea, un montón de gente de acuerdo, un gane que se veía venir. El siguiente paso era el segundo debate y listo, a celebrar. Pero no, aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. Un grupo de 17 diputados, con gente de Liberación y del Liberal Progresista, mandaron la ley a consulta a la Sala Constitucional (la Sala IV). Una movida legal, sí, pero que de una vez congela todo. Lo más curioso es que, al ratico, 10 de ellos quitaron la firma. ¿Resultado? La Sala IV dijo: "diay, si ya no están los 10 que se necesitan, no vemos nada". ¡Qué despiche!
Ahora, la fracción del PUSC, y en especial la diputada María Marta Carballo, están que echan humo. Salieron a decir con todo que esto es una jugadita sucia del PLN, el PLP y un par de diputadas independientes para matar el proyecto por cansancio. Dicen que estos grupos van a presentar OTRA VEZ la consulta, solo para seguir atrasando el segundo debate que ya tenía que haberse dado. Desde la acera socialcristiana lo ven clarísimo: hay “intereses que desconocemos” que no quieren que usted y yo paguemos menos por un acetaminofén o por un tratamiento para la presión.
Y aquí es donde uno, como ciudadano de a pie, se queda con cara de ¿what? El proyecto parece tener los votos de sobra para convertirse en ley. La necesidad es real, basta con darse una vuelta por cualquier farmacia para que a uno le dé un susto la cuenta. Entonces, ¿cuál es el brete? ¿Por qué tanto brinco estando el suelo tan parejo? Si un proyecto es bueno para la gente y tiene apoyo mayoritario, estas tácticas de pasillo se sienten como una falta de respeto. Es como si el bienestar de la gente quedara en segundo plano frente a la guerra de poderes entre partidos.
Al final, todo se siente como un déjà vu de la política tica. Una buena idea, un avance significativo y, de pronto, una serie de obstáculos que parecen sacados del manual del perfecto burócrata. Mientras los diputados juegan ajedrez legislativo, miles de costarricenses siguen haciendo números para ver si les alcanza para las pastillas del mes. La frustración es inevitable y la confianza en la clase política, diay, se va yendo al traste poco a poco.
Maes, más allá de los colores políticos, ¿creen que esto es una simple estrategia legislativa válida o ya raya en un abuso para proteger a algún sector? ¿A quién realmente le sirve que los medicamentos sigan por las nubes? ¡Los leo en los comentarios!
La historia es así: a principios de setiembre, el proyecto se aprobó en primer debate con 40 votos. ¡Cuarenta! O sea, un montón de gente de acuerdo, un gane que se veía venir. El siguiente paso era el segundo debate y listo, a celebrar. Pero no, aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. Un grupo de 17 diputados, con gente de Liberación y del Liberal Progresista, mandaron la ley a consulta a la Sala Constitucional (la Sala IV). Una movida legal, sí, pero que de una vez congela todo. Lo más curioso es que, al ratico, 10 de ellos quitaron la firma. ¿Resultado? La Sala IV dijo: "diay, si ya no están los 10 que se necesitan, no vemos nada". ¡Qué despiche!
Ahora, la fracción del PUSC, y en especial la diputada María Marta Carballo, están que echan humo. Salieron a decir con todo que esto es una jugadita sucia del PLN, el PLP y un par de diputadas independientes para matar el proyecto por cansancio. Dicen que estos grupos van a presentar OTRA VEZ la consulta, solo para seguir atrasando el segundo debate que ya tenía que haberse dado. Desde la acera socialcristiana lo ven clarísimo: hay “intereses que desconocemos” que no quieren que usted y yo paguemos menos por un acetaminofén o por un tratamiento para la presión.
Y aquí es donde uno, como ciudadano de a pie, se queda con cara de ¿what? El proyecto parece tener los votos de sobra para convertirse en ley. La necesidad es real, basta con darse una vuelta por cualquier farmacia para que a uno le dé un susto la cuenta. Entonces, ¿cuál es el brete? ¿Por qué tanto brinco estando el suelo tan parejo? Si un proyecto es bueno para la gente y tiene apoyo mayoritario, estas tácticas de pasillo se sienten como una falta de respeto. Es como si el bienestar de la gente quedara en segundo plano frente a la guerra de poderes entre partidos.
Al final, todo se siente como un déjà vu de la política tica. Una buena idea, un avance significativo y, de pronto, una serie de obstáculos que parecen sacados del manual del perfecto burócrata. Mientras los diputados juegan ajedrez legislativo, miles de costarricenses siguen haciendo números para ver si les alcanza para las pastillas del mes. La frustración es inevitable y la confianza en la clase política, diay, se va yendo al traste poco a poco.
Maes, más allá de los colores políticos, ¿creen que esto es una simple estrategia legislativa válida o ya raya en un abuso para proteger a algún sector? ¿A quién realmente le sirve que los medicamentos sigan por las nubes? ¡Los leo en los comentarios!