¡Aguante, pura vida! Resulta que Concasa, esos que siempre andan metiendo plata en proyectos, decidieron soltarle otros 41 millones de colones a Guanacaste, específicamente a Huacas, pa’ construir la segunda etapa de Natarundi. Esto significa seis edificios nuevos con 240 apartamentos listos pa’ alojar a quien le dé por venir por acá a disfrutar del sol y la playa. A ver si esta vez sí le dan al clavo y construyen algo que valga la pena, porque ya hemos visto unas cositas raras por ahí, ¿verdad?
Para los que no estén enterados, Natarundi ya tiene una primera etapa que se rifó bastante bien. Se entregó en 2024 y, según dicen, la plusvalía subió hasta un 34%. ¡Eso sí que es mover billetes! Además, casi la mitad de los apartamentos se vendieron en dos semanitas. Parece que la gente anda buscando dónde invertir su lana y Guanacaste se ha convertido en una opción jugosa.
Ahora, Concasa dice que con esta nueva etapa suman 64,5 millones de dólares invertidos en Guanacaste en menos de dos años. ¡Una barbaridad! Claramente están apostando fuerte por la provincia, viéndola como un lugar ideal para vivir y ponerle moras a la propiedad. Uno se pregunta, ¿será que realmente Guanacaste va a convertirse en el nuevo centro neurálgico de inversionistas extranjeros y nacionales?
Alfonso González, el jefe de comercialización de Concasa, comentó que la idea detrás de Natarundi es darle a la gente la oportunidad de tener una casa bonita en una zona privilegiada, con todas las comodidades que uno pueda querer y, obvio, con la esperanza de que la propiedad siga aumentando de valor con el tiempo. Él mismo dijo que la primera etapa mostró el potencial de la zona, así que ahora van con todo a explotarlo.
Pero no todo es miel sobre hojuelas, mi clave. Con tanta construcción y turismo, hay que pensar también en el impacto ambiental. ¿Será que estamos sacrificando la naturaleza por unos cuantos dólares más? Ya conocemos las historias de otras zonas turísticas que terminaron destruidas por el exceso de desarrollo. Esperemos que Concasa y las autoridades hagan lo suyo para proteger el medio ambiente y evitar que Guanacaste termine siendo otro ejemplo de cómo arruinar un paraíso.
Además, vamos a hablar de los trabajos. Concasa promete crear unos 300 empleos directos y 400 indirectos. Eso suena bien en teoría, pero hay que ver qué tipo de trabajos son, cuántos pagarían decentemente y si realmente irán a parar a manos de los guanacastecos. Porque ya sabemos cómo andamos con eso de las oportunidades laborales justas por estos lados… ¡qué desmadre!
Y hablando de dinero, me pregunto cuánto más podrá seguir creciendo el precio de los terrenos y las casas en Guanacaste. ¿Estamos llegando a un punto donde solo los jeques puedan comprarse una casita frente al mar? Ojalá que aún queden opciones para los trabajadores promedio que sueñan con tener su propio techo, aunque sea pequeño. Porque sino, ¿dónde queda la igualdad de oportunidades, diay?
En fin, Concasa sigue adelante con sus planes, y la pelota está en nuestro tejado como sociedad para exigir que este desarrollo sea sostenible, responsable y justo para todos. Ahora dime tú, ¿crees que esta ola de inversiones inmobiliarias en Guanacaste es una bendición o una señal de alerta sobre el futuro de nuestra costa?
Para los que no estén enterados, Natarundi ya tiene una primera etapa que se rifó bastante bien. Se entregó en 2024 y, según dicen, la plusvalía subió hasta un 34%. ¡Eso sí que es mover billetes! Además, casi la mitad de los apartamentos se vendieron en dos semanitas. Parece que la gente anda buscando dónde invertir su lana y Guanacaste se ha convertido en una opción jugosa.
Ahora, Concasa dice que con esta nueva etapa suman 64,5 millones de dólares invertidos en Guanacaste en menos de dos años. ¡Una barbaridad! Claramente están apostando fuerte por la provincia, viéndola como un lugar ideal para vivir y ponerle moras a la propiedad. Uno se pregunta, ¿será que realmente Guanacaste va a convertirse en el nuevo centro neurálgico de inversionistas extranjeros y nacionales?
Alfonso González, el jefe de comercialización de Concasa, comentó que la idea detrás de Natarundi es darle a la gente la oportunidad de tener una casa bonita en una zona privilegiada, con todas las comodidades que uno pueda querer y, obvio, con la esperanza de que la propiedad siga aumentando de valor con el tiempo. Él mismo dijo que la primera etapa mostró el potencial de la zona, así que ahora van con todo a explotarlo.
Pero no todo es miel sobre hojuelas, mi clave. Con tanta construcción y turismo, hay que pensar también en el impacto ambiental. ¿Será que estamos sacrificando la naturaleza por unos cuantos dólares más? Ya conocemos las historias de otras zonas turísticas que terminaron destruidas por el exceso de desarrollo. Esperemos que Concasa y las autoridades hagan lo suyo para proteger el medio ambiente y evitar que Guanacaste termine siendo otro ejemplo de cómo arruinar un paraíso.
Además, vamos a hablar de los trabajos. Concasa promete crear unos 300 empleos directos y 400 indirectos. Eso suena bien en teoría, pero hay que ver qué tipo de trabajos son, cuántos pagarían decentemente y si realmente irán a parar a manos de los guanacastecos. Porque ya sabemos cómo andamos con eso de las oportunidades laborales justas por estos lados… ¡qué desmadre!
Y hablando de dinero, me pregunto cuánto más podrá seguir creciendo el precio de los terrenos y las casas en Guanacaste. ¿Estamos llegando a un punto donde solo los jeques puedan comprarse una casita frente al mar? Ojalá que aún queden opciones para los trabajadores promedio que sueñan con tener su propio techo, aunque sea pequeño. Porque sino, ¿dónde queda la igualdad de oportunidades, diay?
En fin, Concasa sigue adelante con sus planes, y la pelota está en nuestro tejado como sociedad para exigir que este desarrollo sea sostenible, responsable y justo para todos. Ahora dime tú, ¿crees que esta ola de inversiones inmobiliarias en Guanacaste es una bendición o una señal de alerta sobre el futuro de nuestra costa?