Mae, si ustedes creían que la Asamblea Legislativa era un remanso de paz y consenso, diay, se equivocaron de canal. El plenario de hoy se convirtió en un verdadero campo de batalla ideológico, y el chicharrón político de turno tenía nombre y apellido: el Cartel de los Soles. La fracción de Nueva República llegó con una moción que sonaba, a simple vista, bastante lógica para el nivel de violencia que manejamos: declarar a esa organización narco venezolana como un grupo terrorista y una amenaza para la seguridad de Tiquicia. Pero, como siempre pasa en Cuesta de Moras, la cosa no era tan sencilla.
Aquí es donde la vara se pone color de hormiga. Cuando le tocó el turno al Frente Amplio, la diputada Sofía Guillén se mandó al agua y explicó por qué su bancada le decía "no" a la propuesta. Y no, no era porque de pronto les parezca tuanis el narcotráfico. Según Guillén, todo el asunto apestaba a jugada geopolítica. Argumentó que la moción no era realmente sobre combatir al narco, sino sobre meter a Costa Rica en el pleito ajeno entre Estados Unidos y Venezuela. Su frase fue lapidaria: “Esta no es una moción sobre Venezuela o sobre Maduro. Esta es una moción sobre una invasión militar a un país”. Básicamente, la tesis frenteamplista es que nos estaban usando de peones en un ajedrez que no es nuestro, y que firmar eso era como darle un cheque en blanco a futuras intervenciones gringas con la excusa del "terrorismo".
Pero bueno, en política los números mandan. A pesar de los argumentos del Frente Amplio, el resto de fracciones le dieron el visto bueno y la moción pasó con el voto de la mayoría. ¿Qué significa esto en arroz y frijoles? Que ahora la Asamblea le está diciendo al Poder Ejecutivo que se ponga las pilas. Le mandaron el brete al Ministerio de Seguridad, al ICD y hasta a la UIF para que le pongan el ojo encima a cualquier actividad sospechosa del Cartel de los Soles en suelo tico. La orden es clara: identificar, investigar, congelar platas raras, reforzar controles en los bancos para que no laven plata aquí y, en general, cerrarle el portillo a cualquier tentáculo de esa gente.
Y aquí es donde, para mí, se arma el verdadero despiche. Mientras en el Plenario se enfrascan en un debate de altísimo nivel sobre semántica y alineamientos internacionales, en la calle la realidad es otra. Costa Rica acaba de superar, por tercer año consecutivo, la barrera de los 600 homicidios. Ya no somos solo un "país de paso"; somos una bodega, una oficina y, cada vez más, un campo de batalla para estos grupos. La discusión sobre si el "Cartel de los Soles" es técnicamente "terrorista" o solo "criminal" se siente un poco vacía cuando tenés sicarios matándose por error en Cartago y la gente encerrándose en la casa por miedo. ¿Ayuda esta declaración en algo tangible a frenar las balaceras en Limón o los ajustes de cuentas en Pavas?
Al final del día, lo que vimos fue el choque de dos visiones. Por un lado, una postura que dice "hay que actuar ya, con las herramientas que tengamos, y si esto nos alinea con aliados poderosos, mejor". Por otro, una más cautelosa que advierte "cuidado nos metemos en una bronca que no podemos manejar y que nos aleja de nuestra tradición de neutralidad". Ambas tienen sus puntos. La moción fue aprobada y ahora la bola está en la cancha del Ejecutivo. La pregunta queda flotando en el aire viciado de la capital: ¿Fue este un paso valiente para proteger a Tiquicia o nos acabamos de jalar una torta diplomática que nos va a salir carísima? El tiempo, y las balas, lo dirán. Ustedes qué dicen, maes? ¿Hicieron bien los diputados en darle luz verde a esta vara, o tenía razón el Frente Amplio en olerse que aquí había gato encerrado? ¡Los leo en los comentarios!
Aquí es donde la vara se pone color de hormiga. Cuando le tocó el turno al Frente Amplio, la diputada Sofía Guillén se mandó al agua y explicó por qué su bancada le decía "no" a la propuesta. Y no, no era porque de pronto les parezca tuanis el narcotráfico. Según Guillén, todo el asunto apestaba a jugada geopolítica. Argumentó que la moción no era realmente sobre combatir al narco, sino sobre meter a Costa Rica en el pleito ajeno entre Estados Unidos y Venezuela. Su frase fue lapidaria: “Esta no es una moción sobre Venezuela o sobre Maduro. Esta es una moción sobre una invasión militar a un país”. Básicamente, la tesis frenteamplista es que nos estaban usando de peones en un ajedrez que no es nuestro, y que firmar eso era como darle un cheque en blanco a futuras intervenciones gringas con la excusa del "terrorismo".
Pero bueno, en política los números mandan. A pesar de los argumentos del Frente Amplio, el resto de fracciones le dieron el visto bueno y la moción pasó con el voto de la mayoría. ¿Qué significa esto en arroz y frijoles? Que ahora la Asamblea le está diciendo al Poder Ejecutivo que se ponga las pilas. Le mandaron el brete al Ministerio de Seguridad, al ICD y hasta a la UIF para que le pongan el ojo encima a cualquier actividad sospechosa del Cartel de los Soles en suelo tico. La orden es clara: identificar, investigar, congelar platas raras, reforzar controles en los bancos para que no laven plata aquí y, en general, cerrarle el portillo a cualquier tentáculo de esa gente.
Y aquí es donde, para mí, se arma el verdadero despiche. Mientras en el Plenario se enfrascan en un debate de altísimo nivel sobre semántica y alineamientos internacionales, en la calle la realidad es otra. Costa Rica acaba de superar, por tercer año consecutivo, la barrera de los 600 homicidios. Ya no somos solo un "país de paso"; somos una bodega, una oficina y, cada vez más, un campo de batalla para estos grupos. La discusión sobre si el "Cartel de los Soles" es técnicamente "terrorista" o solo "criminal" se siente un poco vacía cuando tenés sicarios matándose por error en Cartago y la gente encerrándose en la casa por miedo. ¿Ayuda esta declaración en algo tangible a frenar las balaceras en Limón o los ajustes de cuentas en Pavas?
Al final del día, lo que vimos fue el choque de dos visiones. Por un lado, una postura que dice "hay que actuar ya, con las herramientas que tengamos, y si esto nos alinea con aliados poderosos, mejor". Por otro, una más cautelosa que advierte "cuidado nos metemos en una bronca que no podemos manejar y que nos aleja de nuestra tradición de neutralidad". Ambas tienen sus puntos. La moción fue aprobada y ahora la bola está en la cancha del Ejecutivo. La pregunta queda flotando en el aire viciado de la capital: ¿Fue este un paso valiente para proteger a Tiquicia o nos acabamos de jalar una torta diplomática que nos va a salir carísima? El tiempo, y las balas, lo dirán. Ustedes qué dicen, maes? ¿Hicieron bien los diputados en darle luz verde a esta vara, o tenía razón el Frente Amplio en olerse que aquí había gato encerrado? ¡Los leo en los comentarios!