Diay, mae, seamos honestos: las bicimotos están por todo lado. Desde el compa que la usa para ir al brete hasta la doña que va a la pulpe, ese chunche se ha vuelto el salvavidas de un montón de gente que necesita moverse sin dejarse el aguinaldo en gasolina. Son una solución práctica, barata y, hasta ahora, habían andado en una especie de limbo legal. Pero parece que la fiesta se acabó y el Tránsito anda con la pelona afuera, listo para repartir partes a diestra y siniestra.
El despiche principal es que muchos las manejan como si fueran una bicicleta con esteroides, pero legalmente, la vara es más seria. Según la Ley de Tránsito, si su vehículo de dos ruedas tiene un motor de menos de 50 cc (o eléctrico de menos de 5 kW) y puede moverse sin que usted pedalee, ¡felicidades!, usted no tiene una bici, tiene una bicimoto. Y con eso, le cae encima todo el peso de la ley. No importa si tiene pedales de adorno o si jura que solo la usa para ir por el pan. Para los tráficos, es un vehículo automotor y punto.
Ahora, agárrese, porque aquí es donde la puerca tuerce el rabo y el bolsillo empieza a llorar. Las multas no son un vacilón. Si a un oficial se le ocurre pararlo por llevar a un chiquito menor de cinco años, se puede jalar una torta de casi un cuarto de millón de colones (¢245.745, para ser exactos). Y si anda sin licencia, sin casco, o se pone a hacer loco adelantando entre carros a más de 25 km/h, ¡pum!, otros ¢122.867 que se van. ¿Cree que eso es todo? ¡Qué va! Si lo pescan sin el chaleco reflectivo en la noche, sin la revisión técnica o sin el marchamo, son otros ¢60.813 para la colección. Sume un par de esas y ya pagó la mitad de la bicimoto otra vez.
Pero mae, la multa es solo una parte del problema. La verdadera pesadilla, el escenario donde de verdad uno dice "¡qué sal!", es cuando le decomisan la bicimoto. Ahí sí que todo el plan de ahorro y transporte práctico se fue al traste. Esto pasa principalmente en tres situaciones de vida o muerte (para su bicimoto, claro): si el chunche no está inscrito en el Registro Nacional, si usted anda manejando sin tener licencia del todo o con el permiso suspendido, o si le da por la viveza criolla de andar con placas falsas o sin matrícula. En cualquiera de esos casos, olvídese de su vehículo por un buen rato y prepare la billetera para los costos de acarreo y custodia, que son otro leñazo.
Al final, todo esto responde a una realidad innegable: el desorden se estaba saliendo de las manos. Sí, la bicimoto es la salvada para muchos, pero la falta de regulación estaba causando accidentes y un caos vial innecesario. El MOPT dice que el objetivo es poner orden y proteger tanto a los conductores como a los peatones. La pregunta es si estas medidas tan fuertes son la solución o si solo terminarán afectando al que menos tiene y que solo buscaba una forma de pulsearla. Una cosa es segura: la época de andar en bicimoto "a la libre" ya es historia.
Ahora, la pregunta del millón para el foro: ¿Son justas estas medidas o es una cacería contra la gente que busca una forma económica de pulsearla? ¿El MOPT se está pasando de la raya o ya era hora de que pusieran orden? ¡Los leo!
El despiche principal es que muchos las manejan como si fueran una bicicleta con esteroides, pero legalmente, la vara es más seria. Según la Ley de Tránsito, si su vehículo de dos ruedas tiene un motor de menos de 50 cc (o eléctrico de menos de 5 kW) y puede moverse sin que usted pedalee, ¡felicidades!, usted no tiene una bici, tiene una bicimoto. Y con eso, le cae encima todo el peso de la ley. No importa si tiene pedales de adorno o si jura que solo la usa para ir por el pan. Para los tráficos, es un vehículo automotor y punto.
Ahora, agárrese, porque aquí es donde la puerca tuerce el rabo y el bolsillo empieza a llorar. Las multas no son un vacilón. Si a un oficial se le ocurre pararlo por llevar a un chiquito menor de cinco años, se puede jalar una torta de casi un cuarto de millón de colones (¢245.745, para ser exactos). Y si anda sin licencia, sin casco, o se pone a hacer loco adelantando entre carros a más de 25 km/h, ¡pum!, otros ¢122.867 que se van. ¿Cree que eso es todo? ¡Qué va! Si lo pescan sin el chaleco reflectivo en la noche, sin la revisión técnica o sin el marchamo, son otros ¢60.813 para la colección. Sume un par de esas y ya pagó la mitad de la bicimoto otra vez.
Pero mae, la multa es solo una parte del problema. La verdadera pesadilla, el escenario donde de verdad uno dice "¡qué sal!", es cuando le decomisan la bicimoto. Ahí sí que todo el plan de ahorro y transporte práctico se fue al traste. Esto pasa principalmente en tres situaciones de vida o muerte (para su bicimoto, claro): si el chunche no está inscrito en el Registro Nacional, si usted anda manejando sin tener licencia del todo o con el permiso suspendido, o si le da por la viveza criolla de andar con placas falsas o sin matrícula. En cualquiera de esos casos, olvídese de su vehículo por un buen rato y prepare la billetera para los costos de acarreo y custodia, que son otro leñazo.
Al final, todo esto responde a una realidad innegable: el desorden se estaba saliendo de las manos. Sí, la bicimoto es la salvada para muchos, pero la falta de regulación estaba causando accidentes y un caos vial innecesario. El MOPT dice que el objetivo es poner orden y proteger tanto a los conductores como a los peatones. La pregunta es si estas medidas tan fuertes son la solución o si solo terminarán afectando al que menos tiene y que solo buscaba una forma de pulsearla. Una cosa es segura: la época de andar en bicimoto "a la libre" ya es historia.
Ahora, la pregunta del millón para el foro: ¿Son justas estas medidas o es una cacería contra la gente que busca una forma económica de pulsearla? ¿El MOPT se está pasando de la raya o ya era hora de que pusieran orden? ¡Los leo!