Diay, maes, cuando uno cree que la semana va a estar tranquila, que vamos a hablar de la Sele o del aguacero de la tarde, el presi agarra el micrófono y, ¡boom!, suelta una bomba que deja a todo el mundo con la boca abierta. Esta vez el escenario fue Oreamuno de Cartago. En medio de una gira que se llama “Haciendo patria”, Rodrigo Chaves decidió que hacer patria también era mandarle un filazo directo, sin anestesia, al presidente del Congreso, Rodrigo Arias. Y no fue cualquier cosa, le dijo, con todas las letras, que era un “jefe mafioso”. ¡Así como lo leen!
La vara es que Chaves estaba en un discurso sobre el poder del pueblo y el esfuerzo de la gente, muy en su línea, cuando de repente giró el timón y enfiló los cañones hacia Cuesta de Moras. Empezó a hablar de que el Estado está hecho un despiche, todo fragmentado, y recordó una época, según él, donde todo era un puro cambalache. Mencionó un supuesto pacto entre los Arias donde se repartían puestos y favores, describiéndolo con un “yo te pongo aquí y vos me ponés allá”. Básicamente, pintó un panorama de un club de Toby que, según su narrativa, él llegó a desarmar. La frase de la antropóloga Margaret Mead sobre un "pequeño grupo de rebeldes" que pueden cambiar el mundo fue la cereza del pastel para justificar su estilo de confrontación.
Pero el asunto no paró ahí. La frustración del mandatario era palpable. Acusó directamente a los poderes Legislativo y Judicial, con Arias a la cabeza, de montarle una campaña de obstrucción masiva. Según Chaves, la consigna es clara: “contralora estorbe, Fiscalía asuste, no lo dejen gobernar”. Y tiró la lista de proyectos que, según él, le han frenado a puro gusto: Ciudad Gobierno, la Marina de Limón... En resumen, dijo que le atraviesan el caballo a cada rato solo para que su gobierno se vaya al traste. Y lo más curioso es que hasta dijo que agradecía que ahora la bronca sea de frente, porque antes “estaba escondido detrás de una toga de magistrado”. ¡Qué torta se armó!
Y como para que no quedara duda de que andaba con ganas de repartir, también le tiró a los representantes de la provincia que lo recibía. Soltó un “yo no sé qué hizo Cartago para merecer esa representación legislativa” que seguro no cayó nada bien entre los presentes. O sea, imagínense la escena: uno va de gira a una provincia y básicamente les dice que sus diputados no sirven para nada. Hay que tener valor, o ser muy Salado, para jalarse una torta de ese calibre en casa ajena. Claramente, a Chaves no le tembló el pulso para nada.
Al final, cerró su intervención con una reflexión sobre el patriotismo, diferenciando su visión de la de los "comunistas" y la "visión venezolana" que, según él, algunos quieren para el país, incluyendo "gente de Cartago". El mensaje fue claro: él y su gente son los patriotas que luchan contra un sistema corrupto. La pregunta del millón queda en el aire. Esta nueva escalada en el conflicto entre Zapote y Cuesta de Moras es, sin duda, una de las más fuertes que hemos visto. Se acabó el disimulo y ahora los ataques son personales y directos.
Diay, maes, ¿qué opinan de todo este enredo? ¿Es Chaves un rebelde que dice las verdades que nadie se atreve o se le está pasando la mano con los ataques? ¿Y qué piensan los cartagos de ese "saludo" que les dejó el presidente?
La vara es que Chaves estaba en un discurso sobre el poder del pueblo y el esfuerzo de la gente, muy en su línea, cuando de repente giró el timón y enfiló los cañones hacia Cuesta de Moras. Empezó a hablar de que el Estado está hecho un despiche, todo fragmentado, y recordó una época, según él, donde todo era un puro cambalache. Mencionó un supuesto pacto entre los Arias donde se repartían puestos y favores, describiéndolo con un “yo te pongo aquí y vos me ponés allá”. Básicamente, pintó un panorama de un club de Toby que, según su narrativa, él llegó a desarmar. La frase de la antropóloga Margaret Mead sobre un "pequeño grupo de rebeldes" que pueden cambiar el mundo fue la cereza del pastel para justificar su estilo de confrontación.
Pero el asunto no paró ahí. La frustración del mandatario era palpable. Acusó directamente a los poderes Legislativo y Judicial, con Arias a la cabeza, de montarle una campaña de obstrucción masiva. Según Chaves, la consigna es clara: “contralora estorbe, Fiscalía asuste, no lo dejen gobernar”. Y tiró la lista de proyectos que, según él, le han frenado a puro gusto: Ciudad Gobierno, la Marina de Limón... En resumen, dijo que le atraviesan el caballo a cada rato solo para que su gobierno se vaya al traste. Y lo más curioso es que hasta dijo que agradecía que ahora la bronca sea de frente, porque antes “estaba escondido detrás de una toga de magistrado”. ¡Qué torta se armó!
Y como para que no quedara duda de que andaba con ganas de repartir, también le tiró a los representantes de la provincia que lo recibía. Soltó un “yo no sé qué hizo Cartago para merecer esa representación legislativa” que seguro no cayó nada bien entre los presentes. O sea, imagínense la escena: uno va de gira a una provincia y básicamente les dice que sus diputados no sirven para nada. Hay que tener valor, o ser muy Salado, para jalarse una torta de ese calibre en casa ajena. Claramente, a Chaves no le tembló el pulso para nada.
Al final, cerró su intervención con una reflexión sobre el patriotismo, diferenciando su visión de la de los "comunistas" y la "visión venezolana" que, según él, algunos quieren para el país, incluyendo "gente de Cartago". El mensaje fue claro: él y su gente son los patriotas que luchan contra un sistema corrupto. La pregunta del millón queda en el aire. Esta nueva escalada en el conflicto entre Zapote y Cuesta de Moras es, sin duda, una de las más fuertes que hemos visto. Se acabó el disimulo y ahora los ataques son personales y directos.
Diay, maes, ¿qué opinan de todo este enredo? ¿Es Chaves un rebelde que dice las verdades que nadie se atreve o se le está pasando la mano con los ataques? ¿Y qué piensan los cartagos de ese "saludo" que les dejó el presidente?
