Diay, maes, hay días en los que uno lee una noticia y solo puede pensar: en qué momento se nos descompuso tanto el chunche. Hoy es uno de esos días. Imagínense la escena: Quepos, pleno 15 de setiembre. Solcito, brisa del Pacífico, los güilas vestidos de blanco, azul y rojo, sudando la gota gorda pero felices con sus tambores y liras. Las familias en la acera, aplaudiendo con orgullo. La estampa tica por excelencia, ¿verdad? Bueno, parece que esa postal se nos fue al traste, porque en medio de todo ese fervor patrio, se armó un despiche de los buenos que dejó a dos oficiales del GAO heridos y a todo un pueblo con el corazón en la mano.
La vara, según los reportes, está más enredada que un cable de audífonos viejo. La versión inicial habla de que un sujeto se puso violento y hasta habría sacado un arma y disparado contra los policías. ¡En medio de un desfile lleno de familias! Pero luego sale otra historia que vuelve todo aún más caótico: aparentemente, uno de los policías recibió un botellazo en la jupa mientras trataba de calmar las aguas. En el forcejeo que siguió, a otro oficial se le disparó el arma "accidentalmente" y le pegó un balazo en la pierna a su propio compañero. O sea, un caos total. Independientemente de cuál versión sea la definitiva, el resultado es el mismo: dos policías en el hospital y una celebración patria manchada de sangre.
Y aquí es donde a uno le da la "depre" nacional. Mae, estamos hablando del 15 de Setiembre. El día sagrado. El día en que, por unas horas, todos nos ponemos de acuerdo en que este pedacito de tierra es una maravilla. Es el día de los faroles, del "¡viva Costa Rica!", de sentir un nudo en la garganta con el himno. Que ni siquiera esa fecha se salve de la violencia que vemos a diario en las noticias es un síntoma de que algo está muy, pero muy mal. Ya no es solo en los barrios peligrosos o en ajustes de cuentas de madrugada. Ahora el caos te puede explotar en la cara mientras tu sobrinito toca la lira. ¡Qué sal!
Pensemos por un segundo en la gente que estaba ahí. Los chiquitos que ensayaron por semanas para marchar bonito, los profes que organizaron todo con una ilusión bárbara, los papás que sacaron el chance del brete para ir a verlos. ¿Qué se llevan de recuerdo de este Día de la Independencia? El sonido de una sirena, los gritos, la confusión y el miedo. Ese recuerdo va a pesar mucho más que el del desfile. Es pasar de la inocencia de una fiesta cívica a la cruda realidad de un país donde la violencia parece no tener fronteras ni respetar calendarios. Es una lección que ningún güila debería tener que aprender de esa manera.
Al final, la Fuerza Pública está peinando la zona buscando al responsable del botellazo y el supuesto tiroteo, mientras los oficiales se recuperan. Pero más allá de encontrar a un culpable, la pregunta que queda flotando en el aire es mucho más grande y nos salpica a todos. Este incidente en Quepos no es un hecho aislado, es un reflejo amargo de una normalidad que nos estamos acostumbrando a aceptar. Así que les pregunto, gente del Foro: ¿Creen que perdimos para siempre estos espacios seguros y familiares o todavía estamos a tiempo de recuperar la paz que tanto nos enorgullecía?
La vara, según los reportes, está más enredada que un cable de audífonos viejo. La versión inicial habla de que un sujeto se puso violento y hasta habría sacado un arma y disparado contra los policías. ¡En medio de un desfile lleno de familias! Pero luego sale otra historia que vuelve todo aún más caótico: aparentemente, uno de los policías recibió un botellazo en la jupa mientras trataba de calmar las aguas. En el forcejeo que siguió, a otro oficial se le disparó el arma "accidentalmente" y le pegó un balazo en la pierna a su propio compañero. O sea, un caos total. Independientemente de cuál versión sea la definitiva, el resultado es el mismo: dos policías en el hospital y una celebración patria manchada de sangre.
Y aquí es donde a uno le da la "depre" nacional. Mae, estamos hablando del 15 de Setiembre. El día sagrado. El día en que, por unas horas, todos nos ponemos de acuerdo en que este pedacito de tierra es una maravilla. Es el día de los faroles, del "¡viva Costa Rica!", de sentir un nudo en la garganta con el himno. Que ni siquiera esa fecha se salve de la violencia que vemos a diario en las noticias es un síntoma de que algo está muy, pero muy mal. Ya no es solo en los barrios peligrosos o en ajustes de cuentas de madrugada. Ahora el caos te puede explotar en la cara mientras tu sobrinito toca la lira. ¡Qué sal!
Pensemos por un segundo en la gente que estaba ahí. Los chiquitos que ensayaron por semanas para marchar bonito, los profes que organizaron todo con una ilusión bárbara, los papás que sacaron el chance del brete para ir a verlos. ¿Qué se llevan de recuerdo de este Día de la Independencia? El sonido de una sirena, los gritos, la confusión y el miedo. Ese recuerdo va a pesar mucho más que el del desfile. Es pasar de la inocencia de una fiesta cívica a la cruda realidad de un país donde la violencia parece no tener fronteras ni respetar calendarios. Es una lección que ningún güila debería tener que aprender de esa manera.
Al final, la Fuerza Pública está peinando la zona buscando al responsable del botellazo y el supuesto tiroteo, mientras los oficiales se recuperan. Pero más allá de encontrar a un culpable, la pregunta que queda flotando en el aire es mucho más grande y nos salpica a todos. Este incidente en Quepos no es un hecho aislado, es un reflejo amargo de una normalidad que nos estamos acostumbrando a aceptar. Así que les pregunto, gente del Foro: ¿Creen que perdimos para siempre estos espacios seguros y familiares o todavía estamos a tiempo de recuperar la paz que tanto nos enorgullecía?