Maes, agárrense porque la novela política de este país acaba de estrenar su temporada más explosiva. Cuando uno cree que ya lo ha visto todo, sale el presidente Rodrigo Chaves y tira una bomba que hace temblar las paredes de Cuesta de Moras. El lunes, sin pelos en la lengua, el mandatario acusó al presidente del Congreso, Rodrigo Arias, de tenerle preparada una “emboscada legal” desde enero. ¿El objetivo? Impedir que pudiera renunciar a la presidencia para tirarse a una curul en 2026. ¡Qué torta se hubiera armado!
Diay, la vara es así de simple y a la vez de enredada. Imaginen el tablero de ajedrez: Chaves, calculando si le servía más terminar su mandato o asegurarse un puesto en la Asamblea para seguir moviendo los hilos desde adentro. La jugada era riesgosa, pero viable. Sin embargo, según Chaves, del otro lado del tablero, Arias y su gente ya le tenían la trampa montada. El arma secreta era un informe de Servicios Técnicos, ese departamento que el presidente bautizó con cariño como la oficina de “asistentuchos y secretarios de Rodrigo Arias”.
Aquí es donde la trama se pone buena, casi de película de espías. Ese informe, listo desde el 25 de enero, era supuestamente la bala de plata. Establecía un nuevo procedimiento, más complicado y sujeto a votación, para aceptar la renuncia de un presidente. En buen tico: si Chaves se mandaba a renunciar, le aplicaban el reglamento nuevo y, con los números en contra, lo dejaban viendo para el ciprés. Hubiera quedado bien salado: sin la silla presidencial y sin chance de ser candidato a diputado. El plan perfecto para sacarlo del juego. Un jaque mate anunciado, o al menos eso es lo que denuncia el presidente.
Y como en todo buen despiche, la gasolina llegó con el caso de Stephan Brunner. La renuncia del ahora exvicepresidente, que también quiere ser diputado, fue el detonante que destapó todo. Arias confirmó que la dimisión de Brunner no era un simple trámite de “darse por enterado”, sino que requería una votación de 38 diputados. ¡Boom! Ahí fue donde Pilar Cisneros y la bancada oficialista pegaron el grito al cielo, recordando que a Kevin Casas y Laura Chinchilla no les hicieron tanto drama para renunciar en su momento. La pregunta de Cisneros fue un misil directo: “No lo hicieron con ellos, ¿por qué ahora sí?”.
Para Chaves, esta fue la prueba reina. La jugada con Brunner era, según él, el ensayo general de la emboscada que le tenían guardada. Al final, el presidente anunció que no se postulará, diciendo que no lo necesita porque el oficialismo está sobrado para reelegirse. Pero el mensaje ya estaba enviado, y la advertencia sonó fuerte y clara: “Les tengo que hablar más, les tengo que decir más”. Esta bronca es mucho más que un pleito entre dos Rodrigos; es un choque de trenes sobre cómo se interpreta la ley, quién tiene el poder de doblarla y la desconfianza que carcome nuestras instituciones.
Mientras ellos se acusan de jugar sucio y de montar trampas, uno se pregunta qué pasa con el brete de verdad, el que necesita el país. Esta pelea deja un sinsabor, la sensación de que las altas esferas de la política se parecen cada vez más a un campo minado. Al final del día, maes, ¿quién pierde más con este circo? ¿Es Chaves victimizándose para ganar apoyo, Arias jugando rudo para defender el fuerte del PLN, o somos todos nosotros que vemos cómo se cocina la política a punta de 'emboscadas' y no de acuerdos? ¿Se creen la versión de la 'emboscada' o es puro show político? ¡Los leo!
Diay, la vara es así de simple y a la vez de enredada. Imaginen el tablero de ajedrez: Chaves, calculando si le servía más terminar su mandato o asegurarse un puesto en la Asamblea para seguir moviendo los hilos desde adentro. La jugada era riesgosa, pero viable. Sin embargo, según Chaves, del otro lado del tablero, Arias y su gente ya le tenían la trampa montada. El arma secreta era un informe de Servicios Técnicos, ese departamento que el presidente bautizó con cariño como la oficina de “asistentuchos y secretarios de Rodrigo Arias”.
Aquí es donde la trama se pone buena, casi de película de espías. Ese informe, listo desde el 25 de enero, era supuestamente la bala de plata. Establecía un nuevo procedimiento, más complicado y sujeto a votación, para aceptar la renuncia de un presidente. En buen tico: si Chaves se mandaba a renunciar, le aplicaban el reglamento nuevo y, con los números en contra, lo dejaban viendo para el ciprés. Hubiera quedado bien salado: sin la silla presidencial y sin chance de ser candidato a diputado. El plan perfecto para sacarlo del juego. Un jaque mate anunciado, o al menos eso es lo que denuncia el presidente.
Y como en todo buen despiche, la gasolina llegó con el caso de Stephan Brunner. La renuncia del ahora exvicepresidente, que también quiere ser diputado, fue el detonante que destapó todo. Arias confirmó que la dimisión de Brunner no era un simple trámite de “darse por enterado”, sino que requería una votación de 38 diputados. ¡Boom! Ahí fue donde Pilar Cisneros y la bancada oficialista pegaron el grito al cielo, recordando que a Kevin Casas y Laura Chinchilla no les hicieron tanto drama para renunciar en su momento. La pregunta de Cisneros fue un misil directo: “No lo hicieron con ellos, ¿por qué ahora sí?”.
Para Chaves, esta fue la prueba reina. La jugada con Brunner era, según él, el ensayo general de la emboscada que le tenían guardada. Al final, el presidente anunció que no se postulará, diciendo que no lo necesita porque el oficialismo está sobrado para reelegirse. Pero el mensaje ya estaba enviado, y la advertencia sonó fuerte y clara: “Les tengo que hablar más, les tengo que decir más”. Esta bronca es mucho más que un pleito entre dos Rodrigos; es un choque de trenes sobre cómo se interpreta la ley, quién tiene el poder de doblarla y la desconfianza que carcome nuestras instituciones.
Mientras ellos se acusan de jugar sucio y de montar trampas, uno se pregunta qué pasa con el brete de verdad, el que necesita el país. Esta pelea deja un sinsabor, la sensación de que las altas esferas de la política se parecen cada vez más a un campo minado. Al final del día, maes, ¿quién pierde más con este circo? ¿Es Chaves victimizándose para ganar apoyo, Arias jugando rudo para defender el fuerte del PLN, o somos todos nosotros que vemos cómo se cocina la política a punta de 'emboscadas' y no de acuerdos? ¿Se creen la versión de la 'emboscada' o es puro show político? ¡Los leo!