Maes, ¿se acuerdan del novelón de la herencia de los Figueres? Bueno, pónganse cómodos porque el último capítulo ya salió y el final es de película, aunque sin el abrazo grupal. Después de cinco larguísimos años de dimes y diretes, abogados y un despiche familiar de proporciones épicas, un juzgado le acaba de poner punto final a la vara. La denuncia que había puesto el expresidente José María Figueres contra su hermana Christiana, tres de sus sobrinos y hasta la abuelita, simplemente se fue al traste. El Juzgado Penal de San José dictó un sobreseimiento definitivo, que en buen tico significa: “Aquí no hay caso, dejen de hacer bulla”.
Para los que no estaban al tanto del chisme, la bronca era monumental. José María Figueres, ni más ni menos, acusó a varios miembros de su propia familia de un montón de varas serias, incluyendo supuestamente aprovecharse de su mamá, doña Karen Olsen, en el reparto del patrimonio. Según él, había habido un “saqueo” y actos ilícitos. Sin embargo, la otra mitad del clan, liderada por Christiana Figueres, siempre mantuvo que nones, que doña Karen estaba más clara que el agua de río Celeste cuando tomó sus decisiones y que el único que no estaba feliz con el resultado era José María. Básicamente, se convirtió en la palabra de él contra la del resto de la familia.
Y aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. La familia que salió victoriosa no se quedó callada y mandó un comunicado que es pura pólvora. Dicen, sin pelos en la lengua, que lamentan “que una figura con poder económico y político convirtiera su desacuerdo con esas decisiones en un proceso penal”. ¡Tomen eso! Prácticamente le están diciendo que por un berrinche personal, expuso a toda la familia a un circo mediático y judicial. Viéndolo en retrospectiva, parece que a José María la jugada le salió al revés, porque no solo no se probó ningún delito, sino que ahora queda pintado como el que se jaló una torta al llevar un pleito de sobremesa a los tribunales, dañando la imagen de todos en el proceso.
Ahora, la parte “ganadora” manda un comunicado muy zen, hablando de “sanar heridas” y de que el legado familiar se asocie con la “integridad”. Un mensaje bonito, pero que suena difícil de creer después de cinco años de tirarse chunches legales por la cabeza. Mientras tanto, ¿qué dice el expresidente, el que empezó todo el brete? Pues… grillos. Se le consultó sobre el fallo y la respuesta fue que su “equipo legal” se iba a pronunciar. O sea, silencio de radio por ahora, lo que solo le echa más leña al fuego de la especulación. Después de tanto insistir en que hubo un crimen, que el caso se desinfle así debe ser, como mínimo, una sal.
Al final del día, este despiche familiar de cinco años terminó con un sobreseimiento, un comunicado durísimo y un silencio incómodo. Nos deja claro que ni el apellido más ilustre de Costa Rica se salva de los dramas por plata y poder. Es la misma historia de siempre, pero con protagonistas que han salido en los libros de historia y que dirigen el país. La diferencia es que sus pleitos no se quedan en la cena de Navidad, sino que terminan en las portadas de los periódicos.
Diay, maes, ahora les toca a ustedes. La pregunta del millón es: ¿Creen que aquí de verdad se acaban las broncas y la familia va a “sanar heridas”, o esto es solo una pausa en el novelón de los Figueres? ¿Se puede perdonar algo así solo porque un juez lo diga?
Para los que no estaban al tanto del chisme, la bronca era monumental. José María Figueres, ni más ni menos, acusó a varios miembros de su propia familia de un montón de varas serias, incluyendo supuestamente aprovecharse de su mamá, doña Karen Olsen, en el reparto del patrimonio. Según él, había habido un “saqueo” y actos ilícitos. Sin embargo, la otra mitad del clan, liderada por Christiana Figueres, siempre mantuvo que nones, que doña Karen estaba más clara que el agua de río Celeste cuando tomó sus decisiones y que el único que no estaba feliz con el resultado era José María. Básicamente, se convirtió en la palabra de él contra la del resto de la familia.
Y aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. La familia que salió victoriosa no se quedó callada y mandó un comunicado que es pura pólvora. Dicen, sin pelos en la lengua, que lamentan “que una figura con poder económico y político convirtiera su desacuerdo con esas decisiones en un proceso penal”. ¡Tomen eso! Prácticamente le están diciendo que por un berrinche personal, expuso a toda la familia a un circo mediático y judicial. Viéndolo en retrospectiva, parece que a José María la jugada le salió al revés, porque no solo no se probó ningún delito, sino que ahora queda pintado como el que se jaló una torta al llevar un pleito de sobremesa a los tribunales, dañando la imagen de todos en el proceso.
Ahora, la parte “ganadora” manda un comunicado muy zen, hablando de “sanar heridas” y de que el legado familiar se asocie con la “integridad”. Un mensaje bonito, pero que suena difícil de creer después de cinco años de tirarse chunches legales por la cabeza. Mientras tanto, ¿qué dice el expresidente, el que empezó todo el brete? Pues… grillos. Se le consultó sobre el fallo y la respuesta fue que su “equipo legal” se iba a pronunciar. O sea, silencio de radio por ahora, lo que solo le echa más leña al fuego de la especulación. Después de tanto insistir en que hubo un crimen, que el caso se desinfle así debe ser, como mínimo, una sal.
Al final del día, este despiche familiar de cinco años terminó con un sobreseimiento, un comunicado durísimo y un silencio incómodo. Nos deja claro que ni el apellido más ilustre de Costa Rica se salva de los dramas por plata y poder. Es la misma historia de siempre, pero con protagonistas que han salido en los libros de historia y que dirigen el país. La diferencia es que sus pleitos no se quedan en la cena de Navidad, sino que terminan en las portadas de los periódicos.
Diay, maes, ahora les toca a ustedes. La pregunta del millón es: ¿Creen que aquí de verdad se acaban las broncas y la familia va a “sanar heridas”, o esto es solo una pausa en el novelón de los Figueres? ¿Se puede perdonar algo así solo porque un juez lo diga?
